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Foto: Andy Li. Unsplash.

Para reducir la desigualdad Colombia tiene en el corto plazo que desarrollar y diversificar sus exportaciones y su sector productivo.

La modernización no conduce necesariamente a aumentos en la productividad

En los países en desarrollo deberíamos observar que los sectores de mayor productividad atrajeran trabajadores de sectores menos productivos. Sin embargo esto no necesariamente sucede y puede ocurrir todo lo contrario. El empleo formal se contrae como resultado de la modernización y racionalización de los sectores más productivos y aumenta la participación laboral de sectores menos productivos, el sector informal, o el número de desempleados.

Margaret McMillan y Dani Rodrik, profesores de Tufts y de Harvard respectivamente, se sorprendieron al observar este fenómeno en América Latina y en África –pero no en los países asiáticos en desarrollo– y le atribuyeron este comportamiento a cambios estructurales que inducen una caída de la productividad laboral y crean obstáculos al crecimiento. En un documento que publicaron en febrero de 2011 les llama la atención que los flujos laborales no van de los sectores menos productivos a los más productivos, como sucedió en los países asiáticos, sino que, para América Latina y África, observaron que a partir de 1990 estos flujos fueron en el sentido contrario e indujeron una reducción de la productividad atribuible a esos cambios estructurales.

Estos autores habían esperado que como la globalización traía consigo acceso a los mercados globales e incrementaba la competencia, se moverían recursos a los usos más productivos y aumentaría la eficiencia de la economía. Las firmas que quedaron expuestas a la mayor competencia internacional tenían la opción de aumentar su productividad o de salir del mercado, como en realidad sucedió en los sectores de mayor productividad. Se modernizaron y fortalecieron algunas empresas, posiblemente las más grandes, pero otras tuvieron que dejar de producir. Esto ha causado que se relocalicen trabajadores y recursos en otros sectores, y como la productividad sectorial no es relativamente homogénea en los países en desarrollo, sino que se observan grandes brechas en la productividad entre sectores, los flujos de trabajadores y recursos hacia sectores menos productivos pueden causar reducciones apreciables de la productividad. Esto se hace mas critico si aumenta el desempleo y la informalidad, y en los países con ventajas comparativas en recursos naturales (McMillan y Rodrik, Globalization, Structural Change and Productivity Growth, Working Paper, Version February 2011, Boston).

La mano de obra desplazada por la modernización y racionalización de los sectores más productivos puede trasladarse a los de menor productividad

En los países que estos autores analizaron en América Latina y África encontraron que la mano de obra desplazada de los sectores más productivos que se estaban transformando, se trasladaba a los sectores de producción de servicios y bienes no transables de menor productividad, o incrementaban el desempleo y la informalidad. El resultado en la mayoría de los casos observados fue una reducción de la productividad laboral de la economía o, en el mejor de los casos, que esta no cambiara, a pesar de que en los sectores más productivos se estaban produciendo cambios importantes. Pero estos cambios al interior de determinados sectores no fueron lo suficientemente grandes o impactantes para contrarrestar el efecto estructural negativo causado por la reducción del empleo en esos mismos sectores, y la relocalización de estos trabajadores en sectores menos productivos o el desempleo condujo a descensos de la productividad laboral de las economías

Condiciones mínimas para prevenir pérdidas de productividad

Con base en un modelo muy sencillo de dos sectores con productividades diferentes, suponiendo que entre un período y otro no cambia la fuerza laboral total, encontré que si en el sector de mayor productividad se pierde participación en el empleo y no cambia radicalmente la productividad laboral (porque dentro del sector se desplazan trabajadores de grandes empresas a las pymes o a las informales), los cambios estructurales generan inevitablemente un descenso de la productividad laboral en la economía por la migración de trabajadores a sectores de menor productividad.

Si en el sector de mayor productividad se obtiene un aumento de productividad no hay garantía de que la productividad de la economía no sufra un deterioro, a menos que el aumento de la productividad laboral del sector líder sea tan grande que por lo menos compense la reducción de la participación del sector en el empleo (el modelo esta disponible para el que lo quiera ver).

No se puede dejar caer la producción y el empleo en los sectores que están en proceso de transformación y se debe hacer un esfuerzo para aumentar la productividad en el resto de la economía con el objetivo de reducir las brechas de productividad entre sectores.

En resumen, se requiere que no caiga la participación en el empleo del sector de mayor productividad en el que se emprenden cambios para racionalizar y modernizan las empresas lideres o que su valor agregado después de la reducción de personal no sea inferior al que obtenía antes de los cambios técnicos. Esto último es lo que hizo la diferencia en los países de Asia cuando McMillan y Rodrik los compararon con los de África y América Latina que no lograron compensar, con el cambio técnico que incrementó su productividad en algunos sectores, el cambio estructural que redujo la productividad total. Cuando esto último sucede, se induce además un aumento de la desigualdad en la economía que puede tener consecuencias desestabilizadoras y que de todos modos es un obstáculo adicional al buen comportamiento de la economía y de la sociedad (Amir Lebdioui, Desigualdad y diversificación del comercio, Canning House Research Forum, LSE, Londres, enero de 2022).

Relevancia para las políticas desarrollo productivo (PDP)

De las anteriores consideraciones se deriva que no se puede dejar caer la producción y el empleo en los sectores que están en proceso de transformación y que se debe hacer también un esfuerzo para aumentar la productividad en el resto de la economía con el objetivo de reducir eventualmente las brechas de productividad entre sectores. Esto es fácil escribirlo, pero para poderlo llevar a cabo se requiere emprender grandes cambios y concertar con el sector empresarial privado y el sector educativo una estrategia de desarrollo productivo acordada entre los tres con apoyo popular para poner a la economía a crecer más vigorosamente y con menor desigualdad. Amir Lebdioui propone en el documento citado que esto se logre con una política de desarrollo y diversificación de las exportaciones, y de toda la canasta productiva del país, añadiría yo. Ese es un camino que Colombia tiene hay que emprender obligatoriamente a muy corto plazo. Tiene la ventaja de generar al tiempo, con mayor crecimiento, la reducción de la desigualdad. Además, en el contexto de este análisis no debe producir efectos estructurales negativos en la productividad laboral porque si las nuevas empresas son 100 por ciento exportadoras no tienen por qué desplazar mano de obra a sectores de menor productividad, ni sacar del mercado a las empresas pequeñas y medianas dentro de su sector.

Pero si el cambio técnico y la modernización se presenta en una empresa existente que produce para el mercado local, existe el riesgo de que reduzca la productividad laboral. Esto requeriría que se adelantaran otros programas dentro del mismo sector para fortalecer a las empresas pequeñas y medianas a fin de que la empresa transformada no las saque del mercado. También se necesita un programa de apoyo a los empresarios y trabajadores del sector informal para facilitar su acceso a plataformas que mejoren su eficiencia empresarial y faciliten la comercialización de sus productos y servicios, y darles acceso a crédito, a capacitación y a tecnología.

Una política de fomento de las instituciones financieras virtuales daría lugar a que estos trabajadores y empresas tengan mayor acceso a crédito y se rebajen los cosos financieros de sus actividades comerciales y productivas, con lo que eventualmente podría reducirse el sistema de crédito gota a gota que manejan organizaciones con dudosos e improductivos procedimientos de colocación y cobranzas.

Rudolf Hommes

Administrador de empresas y economista. Fue ministro de Hacienda del gobierno de César Gaviria entre 1990 y 1994, ​ y luego rector de la Universidad de los Andes entre 1995 y 1997.​ Es además columnista de varios periódicos y revistas del país.