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Las protestas de julio de 2021 en la isla caribeña de Cuba se repitieron en 2022 ante el deterioro de la economía y la prestación de los servicios públicos en la mayor de las Antillas. Foto: EFE.

En Brasil, Cuba, El Salvador, Nicaragua y Venezuela se profundizan las violaciones a los Derechos Humanos. ¿Se avizoran cambios en esos países en el corto plazo?

La nueva apuesta ciudadana latinoamericana hacia la izquierda, asumimos, busca salidas políticas ante la crisis económica global actual luego de grises administraciones como la de Jair Bolsonaro o Iván Duque. En contraste, no parecen avizorarse cambios en Cuba, El Salvador, Nicaragua y Venezuela como consecuencia de la permanencia de gobernantes autoritarios disfrazados de demócratas.

Justamente el historiador Eduardo Posada Carbó reseñaba en su columna del periódico El Tiempo1 el libro de Jan Werner Muller Democracy Rules (2021). En este trabajo, Muller reflexiona sobre la crisis de la democracia actual y su preocupación frente al ascenso de regímenes autoritarios y populistas en todo el mundo, los cuales restringen la libertad y no trabajan en pro de la igualdad. En dicha obra se estudian dos instituciones en crisis: los partidos políticos y los medios de comunicación. Los primeros por falta de credibilidad, pues en algunos países latinoamericanos más parecen empresas en donde los afiliados entran y salen para ser elegidos, sin ningún compromiso con sus electores ni ideología que los identifique. Y los medios de comunicación porque generalmente responden a los intereses de quienes contraten sus servicios o de sus dueños.

Como ya lo anotamos, son varios los países de América Latina que son autoritarios y violan los Derechos Humanos. Nos referimos a Brasil, Cuba, El Salvador, Nicaragua y Venezuela. Sobre ellos profundizaremos a continuación.

El 7 de octubre de 2021 se publicó el informe del Latinobarómetro 2021. El trabajo de campo midió el ánimo de la ciudadanía latinoamericana después de la primera ola de la pandemia, y en el preludio de la segunda. En este estudio sobresale el llamado autoritarismo difuso que se observa en el creciente apoyo popular a gobiernos no democráticos si estos “resuelven los problemas”. Especial mención merece el caso salvadoreño con unas cifras de respaldo al presidente salvadoreño Nayib Bukele que representan un reto debido a la constante erosión en este país de pilares básicos como la separación de poderes, el respeto a la libertad de prensa y la violación de Derechos Humanos. Se añade que en el estudio que “la ciudadanía de los países latinoamericanos expresa un rechazo a las “democracias capturadas”.

Según Jurema Werneck, directora de Amnistía Internacional Brasil, miles de muertes podrían haber sido evitadas durante la pandemia del COVID- 19 con un manejo más responsable por parte del gobierno brasilero. Hoy en ese país hay hambre y desempleo sin una respuesta oportuna de las autoridades públicas. Tras la beligerancia contra el sistema democrático de separación de poderes de Jaír Bolsonaro, resulta muy positivo para la estabilidad democrática de este país el reciente triunfo electoral de Luz Ignacio Lula da Silva, en quien la población marginal brasilera tiene grandes expectativas de cambio hacia un modelo de sociedad más incluyente y garante de las libertades ciudadanas.

La crisis económica y social en Cuba se profundiza, al igual que la represión de la dictadura de la isla. La situación es más dramática que la que tuvo lugar comenzando los años noventa en el llamado periodo especial cuando se dio una grave parálisis económica producto de la caída del bloque socialista en Europa del Este, principal aliado y soporte de la revolución cubana. Son más de sesenta años de gobierno autocrático de un Partido Comunista que reprime el derecho a la protesta y los estándares mínimos de cualquier democracia.

El reciente triunfo electoral de Luz Ignacio Lula da Silva encarna el deseo de la sociedad brasilera de un cambio de modelo hacia una sociedad más incluyente y garante de las libertades ciudadanas.

Resulta paradójico que luego de una dictadura de más de cuatro décadas (1937 – 1979), Nicaragua retorne a sus peores épocas como consecuencia del régimen de Daniel Ortega. Al cierre de ocho universidades se añaden el encarcelamiento de un sacerdote y varios opositores políticos. La censura y el cierre de medios emblemáticos como el periódico La Prensa evidencian la intolerancia en contra de quienes cuestionan los abusos y violaciones a los Derechos Humanos del gobierno. Incluso el reconocido escritor Sergio Ramírez tuvo que exiliarse en España para protegerse de la persecución de la dictadura orteguista.

En Venezuela, según el reciente Informe de la Misión Especial de la ONU, existe una persecución sistemática a los contradictores o disidentes del gobierno de Nicolás Maduro y se ha extendido el uso de los servicios de inteligencia del Estado y sus agentes “en la comisión de graves delitos y violaciones de los derechos humanos, incluidos actos de tortura y violencia sexual”.

En Colombia el sistema democrático funciona a pesar de la desigualdad del país, la debilidad institucional y la presencia del narcotráfico. El legado del gobierno de Iván Duque (2018-2022), caracterizado por los obstáculos a la implementación del Acuerdo de Paz, el aumento del desplazamiento forzado, la estigmatización de la protesta social y la violencia contra los niños involucrados forzosamente en el conflicto armado, ponen en entredicho el respeto a los Derechos Humanos de su mandato.

En esa coyuntura, existen grandes expectativas con el gobierno del presidente Gustavo Petro respecto a la realización de una reforma agraria que restituya a los campesinos más de 6.6 millones de hectáreas, así como la eficaz implementación del Acuerdo de Paz con las FARC- EP y de estrategias para detener los asesinatos a líderes sociales y excombatientes de las FARC. El reinicio de los diálogos con la guerrilla del ELN se percibe esperanzador a fin avanzar en una meta pospuesta por décadas en aras de la llamada “Paz Total”.

 

Referencias

1 El Tiempo, septiembre 23 de 2022

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Roberto González Arana

Ph.D en Historia del Instituto de Historia Universal, Academia de Ciencias de Rusia. Profesor Titular del Departamento de Historia y Ciencias Sociales, Universidad del Norte.