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En los años 60 Dugand fue Fellow de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation, de Nueva York y estuvo vinculado como miembro de academias internacionales como la American Society of Plant Taxonomists y la Internacional Association for Plant taxonomists, entre otras.

A 50 años de su desaparición, perfil del destacado botánico que puso en alto la investigación científica hecha en nuestro Caribe.

En el siglo XX Barranquilla fue testigo de cómo un hijo suyo se iba abriendo campo, a pasos agigantados, en el mundo de la ciencia. Armando Dugand Gnecco comenzó explorando la fauna y la flora del Caribe colombiano y poco a poco sus rigurosas investigaciones fueron ganando reconocimiento hasta lograr una visibilidad nacional e internacional que lo llevó a ser considerado como uno de los científicos más importantes del país.

Dugand había nacido en Barranquilla el 23 de julio de 1906 en el hogar formado por un exitoso banquero francés, Francisco Víctor Dugand y Reyes Gnecco Coronado, una dama proveniente de La Guajira.

Y, aunque su suerte parecía estar ligada al mundo de los negocios familiares, su vocación científica, como el mismo lo manifestaba, era irreversible. Se enamoró del trópico y todo lo que a su alrededor le brindaba para observar, palpar y contar.

Creció entre las polvorientas calles de una Barranquilla considerada como la puerta del progreso y la ciudad moderna de Colombia, pero también estuvo ligado a los paisajes de la árida península guajira.

Su niñez no solo transcurrió a orillas del Mar Caribe, de sus temporadas pasadas en Francia entró en contacto con una educación y sensibilidad humanista que siempre lo distinguió . Dugand, en vida, afirmaba que estar en Europa era para él un refuerzo espiritual e intelectual.

Impulsado por el entorno de su familia, se educó en el Albany Business College, pero su familia se resignó a que su inclinación estaba más encaminada a los estudios de la vida que a los negocios. Por eso tuvo que compartir, a regañadientes, sus exploraciones científicas con el manejo de empresas familiares.

Un científico del Caribe

Armando Dugand llevó a su más alta expresión la investigación sistemática de la geobotánica de la región Caribe, pues la obra de este “sabio”, como era reconocido, se concentró en sus inicios en esta disciplina que para muchos especialistas nació en Colombia.

Cultivador de un enfoque integral de la biología que la vinculaba a otras ciencias, especialmente a las disciplinas humanas, publicó numerosos artículos científicos internacionales en los que reveló que sus intereses principales eran la botánica, la flora autóctona y la vegetación ecológicamente localizada en la llanura costera del Caribe y en el bajo Magdalena.

Asimismo, se ocupó con igual rigurosidad la ornitología de la Región. Al revisar su correspondencia, se evidencian abundantes intercambios académicos de un hombre de una incansable actividad, miembro apreciado de una comunidad científica internacional, cuyos pares se distribuían en los más prestigiosos centros de estudio en el mundo.

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Dugand fue autor de 26 estudios sobre las aves en Colombia. Mostró interés en la herpetología, estudiando y clasificando la serpentifauna de la costa en general y el departamento del Atlántico. El hormiguerito de Dugand, o Herpsilochmus dugandi (foto) lleva el nombre de la especie “dugandi” en conmemoración del botánico barranquillero.

Armando Dugand llevó a su más alta expresión la investigación sistemática de la geobotánica de la región Caribe, pues la obra de este “sabio”, como era reconocido, se concentró en sus inicios en esta disciplina que para muchos especialistas nació en Colombia.

Precisamente, la importancia universal de Dugand obedece a la descripción de 133 especies, subespecies y variedades botánicas nuevas o presuntamente nuevas para la ciencia. No en vano, el científico barranquillero fue Research Fellow de la Universidad de Harvard, también estuvo adscrito al Arnold Arboretum y al Gray Herbaruim, en Cambridge, Massachusetts, en 1942.

En el ámbito nacional, perteneció desde 1941 a la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, también a la Sociedad Geográfica de Colombia. Uno de los capítulos más importantes en la vida académica y científica de Dugand fue su papel en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, en donde fue director entre 1940 y 1953.

Dugand fue dueño de una capacidad para elaborar investigaciones rigurosas y destacadas que llevó a que 94 de sus títulos se tradujeran al castellano, al francés y al inglés especializado. Su producción sobre la flora colombiana sería clave para la formación de investigadores en el área de la botánica.

En el ámbito periodístico publicó 85 artículos, dictó incontables conferencias públicas o radiotransmitidas sobre diversos aspectos de la ciencia. En ellas, expresaba su preocupación por la tala de bosques en Colombia.

Fue esa intranquilidad por los asuntos forestales del país la que lo llevó a promover la conservación racional de la flora, la fauna y los recursos naturales. Hombre de ciencia, fue pionero de los movimientos ambientalistas, desde donde discrepó activamente del desperdicio de los recursos de la naturaleza. Tomó una posición militante a favor de la sinergia entre el hombre y la naturaleza y abogó por la creación de una Escuela Superior de Silvicultura y un Servicio Forestal.

Barranquillero pragmático

Armando Dugand Gnecco pasó los últimos años de su vida tratando de retribuir a Barranquilla todas las enseñanzas obtenidas en los primeros pasos de su carrera. Volvió a su hábitat después de recibir merecidos premios y reconocimientos, como el Francisco José de Caldas y el de la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de España, entre otros.

En la década del 60, luego de desengaños por parte de la parsimonia de los dirigentes de aquella Barranquilla, que otrora era considerada una moderna y creciente urbe, Dugand libró en la ciudad múltiples batallas por preservar la vegetación y evitar la contaminación en la ciudad.

En 1971, año de su fallecimiento, tenía en preparación el ejemplar La Flora del Departamento del Atlántico, en el que había identificado y verificado 943 especies distintas en el territorio.

Sarita Roncallo, esposa de Dugand desde 1927 y sus dos hijos, Armando y Roberto, fueron testigos de la ascendente carrera del “sabio” barranquillero y de su consagración en el mundo de la ciencia, en el que dejó una huella imborrable y numerosos estudios que hoy, a 5o años de partir de la tierra que tanto exploró, siguen siendo fuente de investigación, debate e inspiración.

 

*Con información tomada del artículo Armando Dugand: el científico barranquillero del siglo XX, de Jairo Solano Alonso y publicado en la revista digital Memorias de la Universidad del Norte.

Eduardo Patiño M.

Periodista de las secciones Ciudad y País de Contexto.