Al contrario de lo que muchos piensan, la regularización de los migrantes venezolanos mejorará la generación de empleo formal y un mayor consumo, indican diversos estudios.

Colombia era un país cerrado a la llegada de migrantes. Durante la Segunda Guerra Mundial fue renuente a recibir migrantes, pese a la crisis humanitaria y los beneficios que esto podría representar al país. A su posición geográfica privilegiada, Colombia levantaba barreras burocráticas para proteger un país parroquial, violento y con una rígida estructural social. En años posteriores, la violencia expulsaría colombianos por montones que huían a muchos países, entre esos Venezuela.

Ahora, la crisis humanitaria causada por el régimen de Chávez y la dictadura de Nicolás Maduro ha forzado a millones de personas a migrar y muchas de estas se están refugiando en nuestro país. Colombia decidió ignorar su tradición de fronteras cerradas y acoger a la población venezolana. La nueva amnistía a migrantes venezolanos, anunciada por el Gobierno Nacional el 8 de febrero, reitera la política de mano tendida del Estado Colombiano frente a los migrantes. Hoy viven en Colombia un poco más de 1.7 millones de venezolanos, un 56 % de los cuales son indocumentados. Con el Estatuto Temporal de Protección, se estarían regularizando un millón de indocumentados. Esta no es la primera amnistía masiva. En julio de 2018, el presidente Santos otorgó la amnistía a más de 440.000 migrantes venezolanos con el Permiso Especial de Permanencia (PEP) basado en el Registro Administrativo de Migrantes (RAMV). Ambas amnistías otorgan a los migrantes permisos de trabajo, acceso a los servicios sociales del Estado y todas las prebendas de ser un residente legal en Colombia.

Muchos países han adoptado políticas bastante más restrictivas frente a la población migrantes. El cierre de fronteras, la entrada a cuentagotas y la obligación de permanecer en campos de refugiados con fuertes restricciones para integrarse a la vida del país son algunas de las más comunes. Los países prefieren no adoptar amnistías masivas por las consecuencias políticas y los posibles efectos negativos sobre la población local. Muchos de los temores son infundados.

Dos estudios que hicimos con un grupo de colegas examinan el efecto del PEP-RAMV sobre la población colombiana y los migrantes beneficiarios. El primer artículo con Dany Bahar y Sandra Rozo estudia si otorgar permiso de trabajo a los migrantes venezolanos deteriora las condiciones laborales de los trabajadores colombianos formales debido a una mayor competencia. Dado que los migrantes venezolanos tienen mayores niveles de educación, pueden transitar a trabajos formales más productivos y aliviar así la presión sobre los mercados laborales informales. Nuestro trabajo encuentra que eso pasó, pero en magnitudes bastante pequeñas. No bajaron los salarios promedio de los trabajadores formales. El empleo formal cayó muy poco y sólo para las mujeres y los empleados con alta calificación.

¿Por qué el temor de una caída en el empleo formal no se materializó? ¿Por qué el mercado laboral formal no aprovechó una fuerza laboral más joven y educada? Hay varias explicaciones. La llegada de más migrantes no sólo significa mayor competencia laboral. También genera más demanda por bienes y servicios y esto, a su vez, aumenta la demanda por trabajadores, compensando así los efectos negativos. Por otro lado, las firmas pueden ser renuentes a contratar población venezolana por los altos costos de transacción, la falta de información, la desconfianza hacia una población desconocida o la xenofobia. Los beneficios de demanda se potenciarán a medida que mejore la condición de los migrantes. La renuencia de las firmas ojalá desaparezca pronto para así aprovechar una población que aportará diversidad al país.

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Solo un 9 % de los migrantes venezolanos documentados e indocumentados desean regresar a su país.

¿Por qué el temor de una caída en el empleo formal no se materializó? Hay varias explicaciones. La llegada de más migrantes no sólo significa mayor competencia laboral. También genera más demanda por bienes y servicios y esto, a su vez, aumenta la demanda por trabajadores, compensando así los efectos negativos.

Un estudio con Andrés Moya, María Adelaida Ortega, Marisol Rodríguez-Chatruc y Sandra Rozo encuentra beneficios de la amnistía para los migrantes en varias dimensiones. En este estudio, aplicamos encuestas a un poco más de 3.400 migrantes y compara hogares que recibieron el PEP-RAMV y hogares que migraron en el mismo periodo. Pese a las difíciles condiciones consecuencia de la COVID-19, frente a los migrantes indocumentados, los migrantes beneficiarios del PEP-RAMV trabajan más en el sector formal, y por ende pagan impuestos, y reciben salarios por hora más altos. Esto redunda en unos mayores ingresos para la familia y un consumo más alto. Han podido además acceder a varios servicios del gobierno. Están cobijados en un alto porcentaje por el régimen subsidiado o contributivo de salud, sus hijos asisten en mayores porcentajes al colegio y más recibieron transferencias monetarias durante la pandemia.

Todo este proceso parece haber contribuido en la integración de los migrantes a la sociedad colombiana. En su círculo de amigos hay colombianos, se sienten parte de la sociedad colombiana y del barrio donde viven. Confían más en los colombianos y perciben que pueden contar con su apoyo. Pese a las muchas dificultades de la cotidianidad en Colombia y los muchos casos de discriminación y xenofobia que reportan haber vivido, están en proceso de construir una ciudadanía en el país.

En dos dimensiones coinciden los migrantes indocumentados y los beneficiarios del PEP-RAMV. Muy pocos planean regresar a Venezuela. Sólo un 9 % de ambos grupos quiere retornar a Venezuela. Esto sugiere que el PEP-RAMV no parece modificar sus planes. Ambos grupos además viven en familias binacionales, con miembros venezolanos y colombianos, ya sea porque muchos colombianos migraron allá en los peores momentos de Colombia y ahora retornan con su familia venezolana, sus hijos nacieron en Colombia, o tienen una pareja colombiana.

Los migrantes venezolanos llegaron a Colombia para buscar refugio de un régimen inclemente y de un mal vivir difícil de imaginar. Muchos se quedarán en Colombia y no recogerán sus pasos. Están para quedarse. Como país podemos decidir acogerlos, teniendo claros los retos que esto implica, o hacer el proceso más difícil para todos. Por ahora, hemos decidido ir por la ruta más generosa. En unos años rendirá frutos.

Ana María Ibañez

Ph.D. en Economía Agrícola y Recursos Naturales, University of Maryland at College Park. Asesora Económica Principal de la Vicepresidencia de Sectores y Conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo. Es profesora titular de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Fue decana de esta Facultad y Directora del CEDE.