Recuento del fin de una época, a 30 años de la caída de la URSS.

Con el reemplazo en el Kremlin de la bandera roja soviética por la tricolor de Rusia, el 25 de diciembre de 1991 llegó a su fin la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Estado federado conformado en 1922 por repúblicas de Europa, Asia y ampliado después de la Segunda Guerra Mundial.

Tras la caída en 1917 del régimen zarista, el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia fue liderado por el partido bolchevique de Vladimir Ilich Lenin y León Trotski. A través de la Internacional Comunista (Komintern), fundada en 1919 en Moscú, la URSS impulsó su alianza con movimientos revolucionarios y partidos comunistas para luchar contra el sistema capitalista mundial y establecer la dictadura del proletariado.

María Cano e Ignacio Torres Giraldo, fundaron en 1926 el Partido Socialista Revolucionario, el cual se adhirió a la Internacional Comunista. Torres Giraldo constituyó la sección colombiana de la Liga Mundial anti imperialista con el apoyo del líder estudiantil cubano Julio Antonio Mella y del marinero boliviano José González Arce.

La breve luna de miel entre la Unión Soviética y América Latina fue posible durante la Segunda Guerra Mundial gracias a su alianza con Estados Unidos y los países aliados en contra del expansionismo fascista. Luego, en 1948, tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, Colombia rompió relaciones diplomáticas con la URSS, país al que acusó de estar implicado en este magnicidio. Cabe recordar que en 1935 el presidente liberal Alfonso López Pumarejo había establecido relaciones diplomáticas con la URSS.

 

protesta-colombia

La disolución en 1991 de la Unión Soviética supuso el fin de la Guerra Fría y barajó un nuevo orden geopolítico mundial.

La URSS no desarrolló un modelo económico competitivo con relación a occidente y fue incapaz de producir bienes de consumo que le garantizaran la autosuficiencia alimentaria. Su derrumbe significó un duro golpe para sus ciudadanos, quienes consideraban a Estados Unidos y al mundo occidental como enemigos.

La Unión Soviética retornó a la región con el triunfo de la Revolución cubana en 1959 y se convirtió en el principal soporte económico y militar de este país caribeño y de diversos movimientos armados latinoamericanos en defensa del modelo socialista. También otorgó miles de becas universitarias a la región y a los países del Tercer Mundo.

Para Vladimir Rouvinski, es impreciso calificar a Mijaíl Gorbachov como el sepulturero del socialismo pues la crisis del modelo económico de planificación soviético data de los años sesenta. Durante los años 80 hubo una nueva parálisis financiera que no pudo resolver la perestroika ni la glasnost. Por el contrario, resurgieron los nacionalismos y los conflictos interétnicos, pues la identidad soviética se construyó a costa de la opresión a sus ciudadanos.

Potencia militar y en la carrera espacial, la URSS no desarrolló un modelo económico competitivo con relación a occidente y fue incapaz de producir bienes de consumo que le garantizaran la autosuficiencia alimentaria. Su derrumbe significó un duro golpe para sus ciudadanos, quienes consideraban a Estados Unidos y al mundo occidental como enemigos. De la noche a la mañana el nuevo discurso oficial en Rusia fue olvidemos nuestro oscuro pasado y marchemos hacia un verdadero mundo civilizado.

De la época socialista permanecen aún el mausoleo de Lenin en la Plaza Roja, el monumento a Karl Marx, el metro de Moscú, los uniformes e insignias del Ejército Rojo que se venden a los turistas y la nostalgia de quienes crecieron convencidos de estar construyendo un mundo mejor que el capitalista.

roberto-gonzalez-arana
Roberto González Arana

Ph.D en Historia del Instituto de Historia Universal, Academia de Ciencias de Rusia. Profesor Titular del Departamento de Historia y Ciencias Sociales, Universidad del Norte.