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Según datos de la FAO, Colombia pasó de un consumo de 8 kg per cápita año de pollo en 1989 a cerca de 30 kg per cápita año en 2019.

Es posible, sin necesidad de aumentar la protección, incrementar la producción de maíz amarillo en Colombia de manera rentable. El futuro es la Orinoquía.

La expresión popular “¿Y quién pidió pollo?” era usada por mi padre cuando pagaba la cuenta costosa del restaurante al que habíamos ido en ocasión especial para celebrar un cumpleaños. Gracias a la apertura económica que se adelantó al inicio de la década de los noventa, el maíz amarillo, materia prima fundamental para la mezcla de alimentos concentrados para animales, se abarató de tal manera que permitió el desarrollo vertiginoso de la industria avícola en Colombia y posibilitó que toda la población y particularmente las clases populares pudieran aumentar el consumo de pollo y huevo. Según datos de la FAO, Colombia pasó de un consumo de 8 kg per cápita año de pollo en 1989 a cerca de 30 kg per cápita año en 2019 y en huevo, de 100 huevos per cápita año a cerca de 250 huevos per cápita año en 2019. Con el abaratamiento de estos productos, se contribuyó a la reducción del hambre y de la pobreza monetaria en Colombia.

En la pasada campaña presidencial, el Pacto Histórico, quien ganó las elecciones, planteó aumentar la protección a la producción nacional de maíz amarillo y otras materias primas con la finalidad de estimular su crecimiento. Debido a la congestión de contenedores en el mundo por la reactivación después de la parálisis por la pandemia, la subida del precio del petróleo y de los fertilizantes, el encarecimiento del precio de las materias primas por la guerra en Ucrania y la devaluación del peso colombiano frente al dólar, se ha reforzado la idea de lograr la soberanía alimentaria. Esto está bien, siempre y cuando el costo de hacerlo no sea tal que revierta los avances que hubo en décadas pasadas en reducción de la pobreza.

¿Cómo se podría hacer? La demanda de maíz amarillo en Colombia actualmente está alrededor de 7.2 millones de toneladas al año, de las cuales 6 millones se importan. La producción nacional podría crecer de manera gradual y sustituir importaciones sin necesidad de aumentar la protección.

Con los rendimientos de alrededor de 5 ton/ha que hoy presenta la producción nacional, se requeriría incorporar alrededor de 1.2 millones de hectáreas de la Orinoquía colombiana. En un escenario razonable esto se podría alcanzar en 6 años. En otras regiones del país como el Valle del Cauca o Córdoba es imposible por el elevado costo de la tierra ya sea para comprarla o arrendarla. Mientras no se avance en tener un catastro actualizado y se paguen impuestos prediales correspondientes al valor de las tierras que induzcan una reducción de su precio es muy difícil que puedan prosperar otras actividades agrícolas rentables.

En la Orinoquía hay suficiente tierra para la producción de maíz amarillo. Pero ello requiere la puesta en práctica de un paquete tecnológico que abarca no solo la producción de maíz, sino su rotación con fríjol soya, así como sembrar pastos para ganadería, palma de aceite, plantaciones forestales, en fin, un “portafolio” de productos que creará capa vegetal necesaria y generará ingresos complementarios. Se requieren de entrada inversiones iniciales para neutralizar la acidez y el aluminio de esas tierras. Una externalidad positiva es la captura de carbono que se generará y deberá valorarse monetariamente en el mercado de bonos de carbono. No es necesario comprar las tierras, lo importante es que se puedan arrendar bajo contratos de largo plazo pues ponerlas a producir de manera rentable toma varios años. Un atractivo de estos contratos para los propietarios es que se verán beneficiados por la valorización de las tierras.

En la Orinoquía hay suficiente tierra para la producción de maíz amarillo. Pero ello requiere la puesta en práctica de un paquete tecnológico que abarca no solo la producción de maíz, sino su rotación con fríjol y soya.

El paquete tecnológico para producir maíz amarillo es conocido, las semillas son genéticamente modificadas (GM) y de acceso libre, sin embargo, hay limitaciones regulatorias para acceder a las semillas de fríjol soya GM. Para resolver este obstáculo se requiere que Agrosavia y el ICA lleguen a acuerdos con los organismos pares brasileros, pues hoy no hay acceso libre para su uso a esas semillas desarrolladas por ellos.

Para contribuir a la rentabilidad de la actividad bajando los costos de los insumos y de la comercialización es menester mejorar la conectividad vial en la Orinoquía. La carretera Puerto Gaitán-Puerto Carreño planteada en un Conpes de 2015 es fundamental llevarla a la realidad. Gradualmente deberán desarrollarse y mejorarse las vías secundarias y terciarias de la región con el apoyo de gobernadores y alcaldes de la Orinoquia.

Es posible, sin necesidad de aumentar la protección, incrementar la producción de maíz amarillo en Colombia de manera rentable. El precio de referencia del maíz amarillo es el internacional internado a Colombia traducido a pesos por la tasa de cambio. Ese precio es volátil por la naturaleza de ese mercado. En la última década ha oscilado entre US$300 y US$800/ton (Bolsa de Chicago). Los costos de producción deberán ser inferiores al precio internado promedio de largo plazo teniendo en cuenta un intervalo de confianza razonable.

Para la muestra de que sí se puede, dos botones: La Fazenda con 50.000 has y los Menonitas con 80.000 has, ambos en la Orinoquía. Sin embargo, este esfuerzo requiere de una alianza público-privada. Que se sienten a conversar Cecilia López, la ministra de agricultura designada por el presidente Petro con los empresarios interesados y se establezcan los compromisos de parte y parte.

Podemos alcanzar la meta de producir el maíz amarillo que sustituya las importaciones sin aumentar la protección. No queremos volver a decir cuando nos pasen la cuenta en el restaurante: ¿Y quién pidió pollo?

julio-martín
José Leibovich

Candidato a Doctor en Economía. Universidad de París (Pantheon-Sorbonne). Magister en Economía de la Universidad de los Andes. Ingeniero Mecánico de la Universidad Nacional de Colombia. Su área de especialidad es el Desarrollo con énfasis en Desarrollo Rural.