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45 productos entre exfoliantes, aceites, cosméticos y tratamientos de origen natural que atacan el envejecimiento, son parte del catálogo de Tata Harper Skincare, que hoy factura más de 65 millones de dólares anuales, según Future Market Insights. Foto: The Industry Beauty.

Tata Harper: “La creatividad de los emprendedores colombianos es increíble, pero se necesita más apoyo”

por | Mar 27, 2024

Por Cristina Said

Entre amigas, un diálogo con la barranquillera creadora de Tata Harper Skincare, la marca de cosméticos naturales que usan estrellas como Kim Kardashian y que revolucionó el cuidado de la piel en el mundo.

En Salgar, a las afueras de Barranquilla, frente al mar que nos vio crecer, tuve el placer de reunirme con Graciela Guzmán, más conocida como Tata Harper, pionera en el mundo de la cosmética natural de alta gama. 

Con Tata nos une una amistad forjada en la inocencia de nuestra infancia que ha perdurado por los años, al haber crecido junto a ‘Cuca’, su hermana menor. Nuestra conversación fluyó orgánicamente y a medida que caía la tarde recordamos épocas pasadas y repasamos su carrera como emprendedora en el competido mundo de los productos de belleza.

Luego de vender Tata Harper Skincare, la exitosa empresa que fundó, hoy Tata Harper es la CEO de esta marca de productos naturales que conquistó los tocadores de Hollywood y que factura más de 65 millones de dólares al año, con presencia en 48 países del mundo.

Sobre la marca que creó, la revista Forbes Colombia, escribe: “Los productos de belleza de Tata Harper están en los tocadores de Kim Kardashian, Emma Watson y Jessica Alba, tal como ellas mismas lo han confesado en entrevistas. También han logrado conquistar los camerinos de la serie The Morning Show, que protagonizan Jennifer Aniston y Reese Witherspoon. ‘Tata Harper es una de mis líneas de belleza favoritas’, le contó a Forbes la actriz Lake Bell, al referirse a los productos de la empresaria colombiana más exitosa en la industria de la belleza”.

Tata, con una sonrisa iluminada por los recuerdos y un acento ‘quillero’  con altas dosis de spanglish, compartió su historia de vida para los lectores y lectoras de Contexto.

Cristina Said: ¿De qué manera haber crecido en Barranquilla ha influido en tu enfoque hacia la vida y los negocios?

Tata Harper: Yo pienso que haber crecido en Barranquilla me ayudó mucho a valorar el concepto de familia. Sobre todo a mi hermana y a mí, que veníamos de una casa de papás divorciados. La familia nos apoyó muchísimo y jugó un papel crucial en mi vida. Haber crecido rodeada de mis tíos, primos y abuelos fue fundamental. En Barranquilla la familia es un pilar esencial, no solo para mí sino también para la mayoría de mis amigas. Esta base de amor y soporte incondicional ha sido una constante en mi vida y en mi manera de ver el mundo.

C.S.: Me comentabas que tu madre tenía unos castigos particulares cuando hacían travesuras o perdían alguna materia en el colegio. ¿Influenciaron de alguna manera en tu desarrollo personal y profesional? 

T.H.: Los castigos de mi mamá fueron inolvidables (risas). Con amor pero firmeza mi mamá sabía cómo impartir lecciones que quedaban grabadas en nuestro corazón y nuestra mente. Terminaron siendo ese tipo de correcciones que lejos de ser un lastre moldearon mi carácter. Me inculcaron disciplina, resiliencia y, sobre todo, el valor de asumir las consecuencias de mis actos. Los castigos por las travesuras y especialmente los castigos cuando perdíamos las materias en el colegio se convirtieron en el impulso que me llevó a ser una persona tremendamente recursiva y creativa en la resolución de problemas. Mi mamá por cada materia que perdíamos nos cortaba cuatro dedos de pelo, así que yo andaba como un hombrecito por todo el colegio pues no perdía una sino varias. Yo era tan orgullosa que no me gustaba demostrar mi debilidad, así que le decía, No me importa, déjame el copete largo”. En aquella época se usaba el famoso copete de ‘Alf’.

Pero tú seguías haciendo travesuras…

Sí, (risas). Una tarde de esas super aburridas después del colegio, mi mamá nos dejaba estudiando” y con el televisor apagado y desconectado, sin manera de encenderlo para que estudiáramos. No había novela venezolana y mexicana a finales de los ochenta que mi hermana y yo nos perdiéramos, así  que con un ingenio casi que de electricista reconectábamos el televisor. Una tarde al regresar del trabajo, mi mamá puso su mano sobre el televisor y este estaba caliente, recién apagado, allí se nos acabó la gracia. 

Creo que mi creatividad para sortear obstáculos evidenciaba allí esa naturaleza ingeniosa y recursiva. Para mí estos fueron impulsos que me llevaron a ser una persona tremendamente positiva. Y esa habilidad es un pilar para el éxito empresarial.

¿Cómo se despierta en ti esa pasión por el cuidado personal?

Desde los 12 años yo misma preparaba mascarillas para la cara de avena y miel que me había enseñado mi abuela, y para el pelo, de aguacate, mayonesa y aceite de oliva.

En nuestra cultura se nos enseña desde chiquitas a cuidarnos y a bailar, a vernos y sentirnos bien, somos super vanidosas. A mi mamá le chocaba vernos desarregladas y yo me acuerdo que salía del colegio, hacía tareas con ayuda de algún tutor en casa, y de ahí salía corriendo para el gimnasio. Ya empezando mi adolescencia, todos los viernes después de clase, me arreglaba las uñas y me secaba el pelo. En eso era super rigurosa, vivía obsesionada con tener el pelo liso, pues mi pelo es muy rizado. A mí nadie me veía con el pelo rizado en la calle. Entonces me hacía lo que le llamábamos la toca” para dormir, ¿Te acuerdas de la toca?, esa que te enrollas todo el cabello con ganchos. Aunque pueda parecer superficial, hubo ahí una forma de definir mi estilo personal. La belleza y el baile, más allá de la vanidad, se convirtió en una forma de autoexpresión y autoconocimiento. 

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La barranquillera Graciela Guzmán, mejor conocida en el mundo de los cosméticos naturales de lujo como Tata Harper, ha construido una marca global que hoy se distribuye en 48 países. Foto: The Kit.

Mudarme a Estados Unidos me permitió tomar el impulso para fundar una línea de productos de belleza natural y sostenible, motivada por el diagnóstico de cáncer de mi padrastro y la falta de opciones libres de tóxicos en el mercado.

¿Y la música?, siempre veo que estas bailando 

Vivir en Barranquilla desarrolló mi amor por la música, el baile y la fiesta. Ese carácter alegre y jubiloso de la gente ha infundido en mí una vitalidad y pasión por la vida que lo transmito a cada aspecto de mi existencia. Yo soy muy salsera, mis planes cuando estaba en la universidad eran ir a Rico Melao y La Troja con mi combo de estudio. Siempre fuimos muy musicales en casa. Cuando mi padrastro trabajaba en una distribuidora de licores, fue invitado por el cantante Diomedes Diaz a su grado Honoris Causa de bachillerato en La Junta, en La Guajira. Lo llevó luego a recorrer el pueblo y le enseñó la casa de la novia, aquella con la ventana de color marrón, la que le inspiró su canción ‘La ventana marroncita’. Yo recorrí Valledupar y su música también con un novio vallenato que tuve en mis años de universidad, pero lo mío definitivamente era la salsa, mi hermana Cuca (Claudia Guzmán) que fue reina del Carnaval en el año 2000 sigue siendo amante acérrima de la música vallenata. Presenté también en vivo por el canal regional Telecaribe, y sin nada de experiencia en televisión, toda la coronación de mi hermana como reina del Carnaval.  

¿Cuándo y cómo empiezas a emprender?

Siempre me ha fascinado el diseño. Desde mis días en el colegio transformaba mis cuadernos en pequeñas obras de arte con recortes de revistas y dedicaba horas a diseñar mi propia ropa y zapatos. Era una búsqueda constante de telas y artesanos dispuestos a dar vida a mis visiones. Esta inclinación natural hacia el diseño me llevó a emprender mi primer gran proyecto… junto a una amiga, creamos la marca de ropa Censured cuando empezaba a estudiar ingeniería industrial en la Universidad del Norte. Contra todo pronóstico, nuestro proyecto no solo cobró vida, sino que también fue un éxito esos cinco años. 

La creación de Tata Harper Skincare marcó un antes y un después en tu carrera. ¿Cómo fue ese proceso de transición al mudarte a Estados Unidos?

Mudarme a Estados Unidos me permitió tomar el impulso para fundar una línea de productos de belleza natural y sostenible, motivada por el diagnóstico de cáncer de mi padrastro y la falta de opciones libres de tóxicos en el mercado. Si mi padrastro no se enferma, yo no me entero de la cantidad de productos que usamos que afectan nuestra salud. Me di cuenta de lo importante que es el estilo de vida y el rol tan grande que juega en la salud de la gente. Así que con mi exesposo Henry Harper nos aventuramos a enfrentar los desafíos de este nuevo emprendimiento.  Me encontraba en un país distinto pero con la misma recursividad y astucia que utilizaba para reconectar aquel televisor de mi niñez.

¿Consideras que habría sido difícil emprender en Colombia?

Sí, emprender en Colombia este negocio habría sido muy complicado debido a factores financieros y culturales. Hay muchas barreras, como el acceso limitado al capital y una cultura de inversión incipiente, en parte por la cautela de los Hedge Funds (fondos de inversión) y otros inversores hacia nuevos emprendimientos. Esta situación se agrava por la falta de confianza en el ecosistema emprendedor colombiano que hace más complejo el desarrollo de proyectos innovadores. Ojalá mi historia sirva como recordatorio del potencial que los emprendedores colombianos pueden alcanzar cuando se les brinda el apoyo adecuado.

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Cristina Said

Periodista, especialista en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos de la Universidad del Norte.