Margarita Garcia

Ryan Reynolds y Hugh Jackman protagonizan “Deadpool & Wolverine”. Foto: Los Angeles Times.

A propósito del reciente estreno de Deadpool & Wolverine y el regreso de Robert Downey Jr. al universo de Marvel, una reflexión sobre la crisis del género cinematográfico más popular de las últimas décadas.

No cabe duda de que el género cinematográfico por excelencia del siglo XXI es el de superhéroes. Desde las arriesgadas adaptaciones del vampiro Blade a finales de los noventas, hasta películas-evento como Spiderman: No Way Home, este género ha recorrido un amplio espectro de títulos con cierta variedad de tonos y miradas. En el camino, también se ha convertido en el género más taquillero de la historia reciente. De los primeros 20 títulos con mayor recaudación de todos los tiempos, 6 son películas protagonizadas por los héroes de Marvel (Avengers: Endgame; Avengers: Infinity War, Spiderman: No way home; The Avengers; Avengers: Age of Ultron y Black Panther). Solo estas cintas han recaudado más de 11 billones de dólares en los últimos 10 años. Una cifra increíble para un sólo universo cinematográfico, que cobró fuerza apenas a principios del siglo. 

Sin dejar de lado algunos casos exitosos como el Superman de Richard Donner en 1978 o el Batman de Tim Burton en los ochenta, el fenómeno de las adaptaciones de cómics se inició en el año 2000 con la revolucionaria X-Men, que demostró que este tipo de películas podían ser taquilleras y respetadas por la crítica. Esta tendencia se consolidó en 2002 con Spiderman, que confirmó que los nuevos superhéroes habían llegado para quedarse. El éxito de estas películas pavimentó el camino para el Universo Cinematográfico de Marvel, que se inició con Iron Man en 2008, y tuvo su momento culmen en 2019 con  la épica Avengers: Endgame, un fenómeno de la cultura popular que cerró magistralmente una historia con más de 10 años de construcción dentro y fuera de la pantalla. 

A pesar de estos éxitos, es innegable que después de Endgame, el género ha caído en crisis. Hoy, Marvel suma varios fracasos al hilo como Eternals, The Marvels y Thor: Love and Thunder. Películas que si bien lograron taquillas decentes, están lejos de las astronómicas cifras de sus predecesoras y, más grave aún, dejaron inconforme al público y la crítica por sus carencias creativas y narrativas. A todo esto se suma una muy pobre recepción en el universo de las series, títulos como Secret Invasion y She-Hulk, no lograron estar a la altura de su contraparte cinematográfica. 

Sorprendentemente, este desgaste del cine de superhéroes ya había sido anunciado por el sumo sacerdote de la vieja guardia hollywoodense: Steven Spielberg. El responsable de cintas como E.T., Jurassic Park, y Jaws, predijo esta situación en 2013 cuando dijo que este tipo de cine “seguirá el mismo camino del Western”. Es decir, está condenado a desaparecer casi totalmente de las pantallas. Spielberg fue más allá cuando agregó que: “Va a haber una implosión en la que tres o cuatro o tal vez incluso media docena de películas de megapresupuesto se estrellarán contra el suelo, y eso cambiará el paradigma”. Basta ver los últimos estrenos de Marvel y DC para darse cuenta que, probablemente, ese momento ha llegado ¿Estamos entonces ante el anunciado cambio?

La falta de innovación en el cine de superhéroes es síntoma de un problema mucho más complejo en Hollywood. La dependencia de franquicias y el miedo a tomar riesgos reflejan un entorno donde la seguridad financiera se prioriza sobre la originalidad artística.

En este panorama crítico, la respuesta de Marvel parecía ser el estreno de Deadpool and Wolverine, una cinta que intenta dar una nueva vuelta de tuerca sobre el ya machacado género. El resultado es una parodia que resulta muy divertida, pero que basa su propuesta en lo autorreferencial y en saberse parte de un medio en crisis. Es decir, es una película cuyo encanto radica en que sabe reírse de sí misma y de las carencias del género. Al mismo tiempo, el estudio anuncia el regreso de Robert Downey Jr. a su universo de películas, esta vez para interpretar al icónico villano Dr. Doom, generando una mezcla de emoción y escepticismo entre los fanáticos. Estas movidas, aunque revitalizan temporalmente el interés, también subrayan una profunda crisis del género, que depende cada vez más de la nostalgia y el fan service para mantener su relevancia. 

“X-Men” versión 2000, este filme inauguró una multibillonaria racha de adaptaciones de cómics llevadas al cine.

Es importante aclarar que la falta de innovación en el cine de superhéroes es síntoma de un problema mucho más complejo en Hollywood. La dependencia de franquicias y el miedo a tomar riesgos reflejan un entorno donde la seguridad financiera se prioriza sobre la originalidad artística. Hollywood ha dejado de interesarse por material original y mantiene sus apuestas en marcas reconocidas que cuenten ya con una audiencia cautiva, no importa si esas marcas son cómics (Marvel y DC), libros juveniles (Harry Potter, Crepúsculo), videojuegos (Super Mario Bros), juguetes (Barbie) o películas y series con carga de nostalgia (Ghostbusters, Alien o Star Wars). 

El futuro de los superhéroes de celuloide dependerá entonces de su capacidad para innovar y adaptarse a un público cambiante, al que cada vez resulta más difícil llevar a las salas de cine y que ha crecido con otras formas de entretenimiento como las plataformas, redes sociales o videojuegos. Queda por verse si podrá reinventarse y recuperar su lugar en el corazón de las audiencias, o si su tiempo en la cima ha terminado, reflejando un cambio en la narrativa y en los intereses del público global. 

Tal vez esta crisis deba ser vista también como una oportunidad y el inicio de un nuevo camino, como dijo el mismo Spielberg: llegará el día en que estas películas “serán suplantadas por algún otro género que posiblemente un joven cineasta esté descubriendo para todos nosotros”. Solo el tiempo dirá si todos los esfuerzos serán suficientes para revitalizar el género o si estamos presenciando el ocaso de otra era dorada de Hollywood. 

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Álvaro Serje Tuirán

Realizador audiovisual y docente universitario. Cinéfilo y seriéfilo. Magíster en Cine documental de la Universidad del Cine (Buenos Aires). Ha sido colaborador de las revistas Latitud y El Dominical de El Heraldo, Guía Cultural del Caribe, Revista Huellas y Visaje, entre otras. Sus textos pueden ser leídos, además, en el blog de cine Cinismo mágico. Podcaster en @cineclubdelocio.