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Foto: CDC. Unsplash.

“Las escuelas matan la creatividad”, afirmó en un revolucionario discurso de tan solo 18 minutos pronunciado en 2006 el experto en educación británico Sir Ken Robinson. ¿Qué tanto ha cambiado la escuela 15 años después?.

En vida, a Sir Ken Robinson (Liverpool, 1950 – Los Ángeles, 2020), escritor y experto británico en educación, creatividad, innovación, y calidad de la enseñanza nacido en el seno de una familia trabajadora de siete hermanos, la escuela le cambió la vida. “Un profesor descubrió el talento en un muchacho de barrio afectado por la polio y apostó por él”, recordaba de su niñez Robinson, profesor emérito de la Universidad de Warwick que asesoró a gobiernos, empresas e instituciones culturales y educativas de todo el mundo.

En un discurso pronunciado en 2006 estas eran para el experto en creatividad y educación artística las siete mentiras más comunes en las escuelas tradicionales.

Primera mentira: si te esfuerzas en el colegio, cuando seas mayor tendrás un buen trabajo.

Todos los países del mundo están llevando a cabo profundas reformas de la educación. Algo no funciona, pero nadie sabe muy bien qué es. Robinson creía que el problema era que el viejo axioma: “si te esfuerzas, podrás acceder a la universidad y tendrás una carrera y un buen trabajo asegurado”, había muerto. Ya no se lo creen ni los profesores ni los propios niños. Educamos a los niños con ideas del pasado para un mundo cambiante que desconocemos.

Segunda mentira: todos los alumnos no aplicados son tontos

Las líneas maestras del sistema educativo fueron concebidas en plena Ilustración y están al servicio de una caduca revolución industrial. Por eso se siguen priorizando materias como las matemáticas o las ciencias. Según Robinson, la división de los estudiantes en aplicados (o listos) y no aplicados (o tontos) ha “provocado el caos”, mucha gente se queda fuera del sistema porque no es brillante, según la vara de medir de la Ilustración. “La pérdida de talento no es deliberada, pero es sistemática”, sentenciaba Robinson.

Tercera mentira: se debe clasificar a los niños por edades

Ni las escuelas son fábricas, ni los alumnos son productos. Por eso censuraba que los niños fueran clasificados por “fecha de fabricación”, es decir, por edades. “Si estamos interesados en cambiar el modelo educativo, no deberíamos perpetuar una estandarización propia de la era industrial. La educación tiene que ver con desarrollar seres humanos, y el desarrollo humano no es lineal”, afirmaba.

 

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Ken Robinson dedicó su vida académica a escribir sobre temas como la creatividad, la educación y la calidad de la enseñanza. Varios libros recogen su obra y reflexiones.

El experto británico veía la culpa de la falta de concentración de los niños en la sobreestimulación provocada por un consumo excesivo de televisión, Internet, publicidad o videojuegos.

Cuarta mentira: la escuela desarrolla la inteligencia de forma integral

El pensamiento divergente es la capacidad que tiene el ser humano de encontrar muchas respuestas posibles a una única pregunta. Según un estudio, el 98 % de los niños tienen esa habilidad cuando entran en la guardería. Sin embargo, años después –tras pasar por el sistema educativo–, el pensamiento divergente mengua dramáticamente. “Los niños crecen en un sistema que solo les permite manejar una respuesta posible”.

Quinta mentira: hay una epidemia de falta de atención

Se estima que entre el 5 y el 10 % de los niños en edad escolar sufren déficit de atención. Para Robinson, ese era un diagnóstico tan “equivocado como ficticio pues se trata de una moda médica. Los niños afectados están siendo medicados de forma rutinaria”. El experto británico veía la culpa de la falta de concentración en la sobreestimulación provocada por un consumo excesivo de televisión, Internet, publicidad o videojuegos. El sistema educativo de toda la vida no logra interesar a alumnos que han crecido en un mundo diferente.

 

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En este libro Robinson ofrece soluciones innovadoras y revolucionarias para transformar el sistema educativo en una época de procesos de evaluación estandarizados y crisis en la escuela.

Sexta mentira: la solución es exigir menos a los alumnos

El objetivo de la escuela debería ser identificar las aptitudes naturales y potenciarlas. “No pido que se exija menos a los alumnos, sino más al colegio”, decía. Para ilustrarlo, Robinson siempre ponía el ejemplo de genios como Paul McCartney, George Harrison o Elvis Presley, a quienes la escuela les colgó el cartel de “brutos”. Nadie supo detectar su don para la música ni fomentarlo.

Séptima mentira: la inteligencia se mide con un test

Los test de inteligencia eran para Robinson un invento supremacista. Creía que el talento era algo tan personal e intransferible como una huella dactilar. “La clave es de qué manera eres inteligente; no si lo eres”, decía. Y una conclusión: ¡descubre tu elemento! La ecuación, tal y como afirmaba Robinson, es simple: “talento más pasión igual a éxito”. La clave está en descubrir cuál es ese talento. En ese proceso, los padres juegan un papel clave. Ellos deben reconocer aquellas habilidades naturales de los niños y potenciarlas para que florezcan.

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