Breve perfil del hombre que defendió la soberanía nicaragüense convirtiéndose en símbolo de la lucha contra el expansionismo norteamericano.

Hace 87 años, el 21 de febrero de 1934, fue asesinado en Nicaragua Augusto César Sandino, líder que organizó un ejército irregular integrado por obreros, campesinos y pequeños propietarios para combatir la presencia militar norteamericana en su territorio, ocurrida desde 1912.

En mayo de 1927 Sandino había dado a conocer un manifiesto a través del cual instó a desconocer la legitimidad de la invasión norteamericana y convocó a la lucha contra el ocupante extranjero. Los estatutos del Ejército Defensor de la Soberanía de Nicaragua se convirtieron en un símbolo para los pueblos latinoamericanos y caribeños amenazados por el expansionismo norteamericano. Desde ese entonces en “todo el hemisferio se generó una ola de solidaridad con los luchadores nicaragüenses que se extendió a toda la región. En muchos países de América Latina se organizaron comités ¡Manos fuera de Nicaragua! Al mismo tiempo que las filas de sandinistas se nutrían de combatientes de las más diversas procedencias” (Guerra Vilaboy, González Arana, Roberto, 2017).

En agosto de 1928, Sandino escribiría a los gobernantes de América: “Por quince meses el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, ante la fría indiferencia de los gobiernos latinoamericanos, y entregado a sus propios recursos, ha sabido, con honor y brillantez, enfrentarse a las terribles bestias rubias y a la caterva de traidores renegados nicaragüenses que apoyan al invasor en sus siniestros designios” (Revista Archipiélago, UNAM, Vol 13, No 48, 2005).

El propio Anastasio Somoza García les había comentado unas pocas horas antes que el embajador norteamericano Arturo Bliss Lane recomendaba la eliminación de Sandino por considerarlo perturbador del país. Posteriormente Somoza admitiría en entrevista su participación en el asesinato, argumentando: “Lo hice por el bien de mi patria”.

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Anastasio Somoza (izq.) junto a Augusto Sandino, antes de la traición y el asesinato.

Tras seis años de enfrentamientos y luego de un cambio en la política diplomática de Washington, los marines se retiraron en 1933, no sin antes designar a Anastasio Somoza García como Director de la Guardia Nacional. Poco tiempo después, el designado jefe militar apresó a Sandino y dispuso su asesinato. Según el testimonio de uno de los participantes en el crimen, el teniente de la Guardia Nacional Abelardo Cuadra, el propio Anastasio Somoza García les había comentado unas pocas horas antes que el embajador norteamericano Arturo Bliss Lane recomendaba la eliminación de Sandino por considerarlo perturbador del país. Posteriormente Somoza admitiría en entrevista su participación en el asesinato, argumentando: “Lo hice por el bien de mi patria”.

En el movimiento de Sandino participaron algunos colombianos como el llamado Teniente Rubén Ardila Gómez, quien se presentó en calidad de representante de los estudiantes universitarios de Colombia. Este joven combatió junto a Sandino e incluso estuvo mucho tiempo en su guardia personal. Asimismo, otro colombiano, Alfonso Alexander Moncayo, “a quien el general llamaba mi mentor y sus camaradas le decían el Capitán Colombia”, estuvo en los montes de las Segovias, donde se adelantó la lucha. El colombiano se encargó de adiestrarlo en las lides literarias, leyendo juntos poesía y practicando redacción de textos, entre balazos y versos, diría Sandino. Al marcharse, Alexander le regaló el Tratado de ortología y ortografía de la lengua castellana de José Manuel Marroquín (Villamizar, Darío, 2017).

Desde 1981 la máxima distinción que se otorga en Nicaragua a nacionales y extranjeros es la Orden Augusto César Sandino, héroe nacional nicaragüense.

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Roberto González Arana

Ph.D en Historia del Instituto de Historia Universal, Academia de Ciencias de Rusia. Profesor Titular del Departamento de Historia y Ciencias Sociales, Universidad del Norte.