En honor al asesinado cantante Fabián Pérez Hooker, más conocido como Hety, en la isla se pintaron murales como este del artista Jota Villarreal. Foto: Ronald Camargo.
Bandas delincuenciales, narcotrafico y una alta tasa de homicidios son la otra cara de la moneda de este conocido destino turístico. Los jóvenes isleños, los más vulnerables en una situación que tiene desesperados a los sanandresanos.
El pasado domingo 13 de marzo le dispararon a Fabián Eugenio Pérez Hooker, uno de los más grandes artistas sanandresanos, mejor conocido como Hety. La isla no había terminado de entender su muerte cuando el 17 de marzo fue encontrado el cuerpo sin vida del bailarín Luís Carlos Bustamante, víctima de un homicidio brutal. El duelo por los artistas se convirtió en la evidencia más reciente de una guerra que en el archipiélago no da tregua.
En 2021 hubo 30 homicidios en San Andrés, la isla principal. Más de dos muertes violentas por mes, en un territorio de 27 kilómetros cuadrados. A 500 kilómetros de la Colombia continental, las noticias de los homicidios llegan a algunos medios nacionales pero la narrativa dominante sobre el archipiélago, la falacia del paraíso, suele opacar la posibilidad de una revisión profunda de las premisas con las que funciona la realidad insular. Según la Fiscalía, 70 % de los homicidios ocurridos en 2021 fue resuelto. Pero, ¿realmente se puede desmantelar la cadena de violencia que envuelve a la isla? ¿Se ha reflexionado sobre la guerra?
Para muchos habitantes de San Andrés la situación de las islas es insostenible. El crimen del cantante Hety generó una ola de inconformismo e impotencia que llevó a cientos de personas a manifestarse en las calles. Foto: Ronald Camargo.
Víctimas inocentes
Según cifras de la Policía Nacional, en 2021 San Andrés presentó una tasa de 54.1 homicidios por 100 mil habitantes, muy superior a la media nacional de 26.6, y solo detrás de la de Arauca, que fue de 61.4. Los muertos inocentes no son una novedad en San Andrés. Por robos, o para demostrar su elegibilidad para integrar bandas criminales, jóvenes incluso menores de edad se convierten en homicidas. En los últimos diez años han muerto más de 274 hombres en circunstancias aún sin esclarecer.
El problema es estructural y tiene que ver con la competencia por territorios para el narcotráfico y el microtráfico. En las últimas semanas se han interceptado cargamentos enormes de cocaína con rumbo hacia Estados Unidos, en aguas del archipiélago, uno de ellos con 3.6 toneladas avaluadas en 120 millones de dólares a precio de mercado. Las bandas criminales y las organizaciones que operan alrededor del negocio de las drogas ilícitas ven en las islas un punto que hay que conquistar. El 16 de marzo la operación Morgan detuvo en varias partes del país, incluyendo San Andrés, a 24 integrantes del Clan del Golfo, once con solicitud de extradición a Estados Unidos.
La cadena de violencia que envuelve a las islas es transnacional. La deuda del Estado en inversión para el desarrollo social, en educación primaria, secundaria y superior, con componentes étnicos y culturales diferenciales; y su responsabilidad histórica por amplias políticas neocoloniales, deja a la juventud de las islas en una posición de extrema vulnerabilidad. La guerra contra las drogas financia el crimen en el territorio continental. Actores del crimen organizado penetran los barrios y establecen zonas de control, fronteras invisibles, que luego la institucionalidad no puede intervenir.
«Violence no fih rule di eria» (La violencia no puede mandar en la zona), fue el clamor de los isleños en nutridas marchas de rechazo a la violencia imperante. Foto: Ronald Camargo.
El relevo generacional
Todo un movimiento social se alimentó de la muerte de Hety y luego del homicidio de Luís Carlos Bustamante. La isla atraviesa con ello un período de relevo en el liderazgo de sus movilizaciones sociales.
El 15 de marzo varios cantantes, entre ellos Daner Dan Dan, Minor P, Buxxi, Jiggy Drama, Luisa Osorio y Joe Taylor, convocaron una marcha, la más concurrida desde que en las islas se conoció el fallo de La Haya en noviembre de 2012. Sobre las diez de la noche un sector de la marcha decidió moverse hacia el aeropuerto, donde estuvo bloqueada la entrada y la salida de pasajeros durante unas horas. Tras la afectación de varios vuelos nocturnos, la coronel María Elena Movilla y el gobernador Everth Hawkins atendieron, por fin, el llamado de los manifestantes.
La movilización se consolidó en los días siguientes como una fuerza de la sociedad civil de amplia base popular, interlocutora con el gobierno a través de una serie de mesas temáticas, con presencia de instituciones de orden nacional, para abordar muchas de las problemáticas que aquejan a las islas.
La deuda del Estado en inversión para el desarrollo social, en educación primaria, secundaria y superior, con componentes étnicos y culturales diferenciales; y su responsabilidad histórica por amplias políticas neocoloniales, deja a la juventud de las islas en una posición de extrema vulnerabilidad.
Vestidos de blanco y portando cárteles, manifestantes se apostaron frente a la sede de la Gobernación. Detrás de las paradisiacas imágenes que a diario los turistas comparten en redes sociales, yace una explosiva situación social que el Estado y quienes gobiernan las islas han sido incapaces de aliviar. Foto: Ronald Camargo.
El deber de la memoria
King of Creole es ya el epitafio de Hety Pérez Hooker para la inmortalidad. Así se conmemora a través de murales y memoriales a un líder de la isla, deportista, comprometido con la cultura creole y con la búsqueda de formas originales, como Zambo Arigan Forbes, su compañero en el popular dúo Hety & Zambo. Ambos cantantes fueron y serán siempre ejemplos de vida para los jóvenes. Luís Carlos Bustamente será recordado como gestor social, un bailarín que llegó a la isla a perseguir su sueño y a reconocer el folclor y las formas locales culturales. La fiscalía aún no entrega avances en el esclarecimiento de su muerte.
El relato público de los hechos de la fiscalía sobre el crimen de Hety da cuenta de un error de cálculo de los sicarios, que habrían estado tras la pista de un hombre que tenía orden de detención domiciliaria, pero que se encontraba sobre la vía a la que da la casa de Hety. La semana del 25 de marzo habían sido puestos en manos de la justicia, un menor de edad, Dixon Denzel Manuel Watson, que manejaba la moto, y Joseth David Cadena, alias Cadenita.
Más allá de resolver responsabilidades penales inmediatas, la discusión debe abrirse a pensar en otras sociedades posibles, en premisas que se distancien del turismo extractivo, que encarece la propiedad y acentúa la profunda brecha social del archipiélago; y de la penalización sin pedagogía y sin asistencia psicosocial.
Los habitantes de las islas sienten que les han robado la paz. Años de incapaces gobiernos departamentales y la amenaza latente del narcotráfico invocan la nostalgia por los tiempos en que la vida era más tranquila. Foto: Ronald Camargo.
Ojalá haya espacio para pensar, también, en modelos de despenalización de las drogas ilícitas, como debate necesario para madurar la comprensión integral de la amenaza que representa ese flagelo para el archipiélago. La guerra no acaba con el negocio, y los jóvenes, sin futuro, seguirán siendo también víctimas de la promesa del dinero por el dinero.
Lejos de ser competencia de una sola institución, cabe la pregunta: ¿podrá haber paz en el archipiélago sin desactivar el ciclo alrededor del narcotráfico? La representante a la cámara Elizabeth Jay Pang adelanta conversaciones con el Ministerio de Defensa, que podrían terminar en la formulación de un plan desarme. Sin embargo, la responsabilidad de los voceros y líderes sociales es la de reclamar, no solo justicia ni verdad. El llamado, por la memoria de todas las víctimas, es a la revisión profunda. Solo así podrá haber, algún día, garantías reales para la vida.
Cristina Bendek
Escritora, periodista e internacionalista sanandresana. Su libro Los cristales de la sal fue publicado por Laguna Libros.