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Con su obra, el escritor cartagenero Germán Espinosa incursionó en la senda de un lenguaje barroco lleno de alusiones eruditas a la cultura universal.

GERMÁN ESPINOSA: ERUDICIÓN Y DISIDENCIA

En el espectro de la literatura colombiana el ensayo parece ser considerado un género menor. Germán Espinosa (Cartagena, 1938 – 2007) comparte con este un destino similar, pues su obra ha pasado desapercibida para el lector común durante algún tiempo. ¿Indiferencia? ¿Olvido? Tal vez ambos sean síntomas de una época que teme a la reflexión y a la dificultad. Porque para aquellos que han leído su obra no es un secreto que ostenta un lenguaje barroco y rico en alusiones eruditas a la cultura universal. Por tanto, es un acto de disidencia traerlo, sentarlo a la mesa y conversar con él.

Uno de sus últimos textos en aparecer publicado es La elipse de la codorniz. Ensayos disidentes (2001). El libro abre con un epígrafe de José Lezama Lima que le da título a la obra. No es gratuito que se dé la bienvenida al lector aludiendo a uno de los escritores latinoamericanos más cultos del siglo XX. No es azaroso tampoco, pues Lezama, que escribió varios libros de ensayo, también hace parte de esa cara oculta de la historia literaria. Los versos que cita del cubano dibujan el vuelo de una codorniz hacia desposadas preguntas”. Espinosa, resolviendo la imagen del poeta, toma esas mismas preguntas y las destruye contra el espejo de la verdad. Cada uno de los 22 ensayos que contiene este libro desarma ideas que ya se tenían por bien entendidas y, en contraposición, propone una nueva mirada. Muchos textos, nos indica el autor en notas al pie de página, generaron escozor en la prensa y los ambientes universitarios de aquella época.

Si bien Germán Espinosa siempre se quejó del olvido generalizado de su obra por parte de la crítica literaria colombiana (los italianos celebraron la traducción de Los cortejos del diablo y la UNESCO llegó a declarar La tejedora de coronas patrimonio de la humanidad en 1992), una reciente oleada de lectores cansados de los viejos vicios nacionales está apareciendo para recordar el nombre verdadero de las cosas.

El compendio de ensayos se podría dividir en cuatro grupos. El primero lo nombro lugares comunes, pues aparecen relecturas sobre Gustave Flaubert y Guy de Maupassant en relación a la idea del realismo francés; algunas disquisiciones sobre el desconocimiento de la obra de Stéphane Mallarmé; acotaciones sobre el William Faulkner policiaco y nuevas visiones sobre la obra de Arthur Rimbaud, Henry Miller y multiplicidad de autores que van brotando entre guiños y pedradas. Un segundo grupo atañería a la teoría literaria, donde la fluidez del conversador culto vence a la densidad conceptual. En esta categoría se encuentra un exquisito ensayo sobre el erotismo fantástico —tema que Espinosa cultivó con celo desde su juventud— y el texto Literatura y las varias caras del panteísmo”, sobre la vida como el juego de Dios distrayendo su eternidad. El tercero toca el tema de América Latina cosmopolita, con ensayos que poseen el vaivén de la hamaca, vamos a Europa y regresamos a América, una y otra vez. Textos como Intelectualismo o barbarie” y Caribe y universalidad” se complementan con ensayos sobre José María de Heredia y José Eustasio Rivera en torno al tema del modernismo hispanoamericano. El último grupo está dedicado a la crítica sobre la crítica, que rinde un homenaje a la ensayística de Jorge Luis Borges y a la crítica como forma de purificación del gusto. Por supuesto, entre los 22 ensayos hay uno que otro imposible de encorsetar en estas divisiones, como el Bosquejo para un perfil psicológico de Lucifer”. Esta compilación entrega al lector textos contestatarios para combatir supuestos y obviedades, ejercicio tan poco practicado en una época donde todas las opiniones se creen verdaderas.

Si bien Germán Espinosa siempre se quejó del olvido generalizado de su obra por parte de la crítica literaria colombiana (los italianos celebraron la traducción de Los cortejos del diablo y la UNESCO llegó a declarar La tejedora de coronas patrimonio de la humanidad en 1992), una reciente oleada de lectores cansados de los viejos vicios nacionales está apareciendo para recordar el nombre verdadero de las cosas. Sin mucho esfuerzo, es posible percatarse de que la obra de este escritor nos enfrenta a las grandes tradiciones de la cultura y demuestra que es posible, por ejemplo, un diálogo entre un poeta árabe del siglo XI y un cartagenero universal como lo fue él.

La elipse de la codorniz es un acto de dignidad que nos pone a la altura de cualquier civilización, pues el ensayo surge de un ejercicio crítico y nos enseña a asumir la realidad con mayor responsabilidad, tal como lo soñaron Baldomero Sanín Cano, Germán Arciniegas, Hernando Téllez, R. H. Moreno-Durán, Pedro Gómez Valderrama y tantos más.

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Portada del libro de ensayos de Germán Espinosa.

Novedades literarias

En Acento, nuestra sección cultural, reseñas literarias de 4 obras recomendadas.

Imaginando a Oriente

¿Podría ser novedoso un poema épico de la literatura sánscrita escrito hace más de 2200 años? Al parecer no solo es una novedad literaria, sino también una lectura imprescindible para todo aquel que quiera entender las formas de la imaginación en Oriente. La editorial Penguin Random House acaba de reimprimir para Colombia la versión del Bhagavad Gita del estudioso mallorquín Juan Mascaró, que entregó un buen número de años a la traducción de este poema y al de los Upanishads. La historia allí plasmada cuenta la batalla entre Kauravas y Pandavas de la mano del dios Krishna y el guerrero Arjuna. En la conversación entre el dios y el héroe están las preguntas fundamentales por Dios, la muerte, el deseo, la guerra y algunas otras que ayudan a entender la manera en que aquellos pueblos intentaban asumir la vida. La edición, además de incluir un estudio introductorio de José Manuel Abeleira —especialista en traducción y edición de textos orientales—, llega al lector colombiano en versión bilingüe (sánscrito-español). 

 

Bhagavad Gita.

Bogotá: Penguin Random House, 2020.

349 págs.

Vuelve Guillermo Arriaga

El XXIII Premio de Novela Alfaguara fue entregado este año al escritor mexicano Guillermo Arriaga con la novela Salvar el fuego. Su nueva obra habla de la relación entre una coreógrafa de ballet y un hombre condenado a 50 años de prisión por cometer un asesinato múltiple. Esta historia, donde el amor y la violencia se trenzan en una narración polifónica, está ubicada en el México de nuestros días. En algunas entrevistas el escritor declara que su prosa está fuertemente influenciada por William Faulkner, Juan Rulfo, William Shakespeare y Fedor Dostoievski. Arriaga, además de escribir literatura, es guionista. Películas como Amores Perros, 21 gramos y Babel le han dado un lugar en el mundo de la cinematografía mexicana. Al parecer, el reconocimiento se amplía ahora en el mundo hispanoamericano de las letras con esta novela.

 

Arriaga, Guillermo.

Salvar el fuego.

Madrid: Alfaguara, 2020.

655 págs.

De artes amatorias

En el pequeño mundo de las editoriales independientes se viene adelantando una labor titánica de selección y publicación de jóvenes autores. Fallidos Editores, entregada a esa noble empresa, acaba de publicar un poemario del escritor Nicolás Duque Naranjo. In interiore homine es la pregunta poética por el amor carnal. Los amoríos de Europa y el toro blanco es el mito que cobija cada uno de los 37 poemas de este canto a la carne y al espíritu. Sus temas oscilan entre la tradición filosófica helénica, la tarea del traductor y las artes amatorias del alma núbil que se debate entre poseer la senectud o perpetuar los cultos de Onán. Nicolás es filósofo y traductor del latín. Esta es su primera obra literaria publicada.

 

Duque Naranjo, Nicolás.

In interiore homine.

Medellín: Fallidos Editores, 2020.

48 págs.

Ezequiel Quintero Gallego

Profesional en Estudios Literarios con énfasis en Literatura Hispanoamericana. Ha publicado crítica literaria en la revista Latitud de El Heraldo y la revista Latin American Literature Today de la Universidad de Oklahoma