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‘Andina’, carroza ganadora en el reciente Carnaval de Blancos y Negros de Pasto. Foto: Christian Meza: El Vanguardista.

Ocho razones históricas para entender las influencias artísticas de los carnavales de Pasto y Barranquilla

por | Ene 10, 2024

Por Sergio Paolo Solano D.

Mientras en Pasto el peso de la tradición artística ha logrado que su carnaval conserve viejas tradiciones que reconocen y valoran al artista, en Barranquilla el comercio y el despliegue publicitario está subordinando a la creatividad de los artesanos. ¿Cómo armonizar las festividades con el ingenio y la tradición de los artistas que las hacen posibles?

Más allá de las obvias e incomparables diferencias entre los carnavales de Pasto y Barranquilla, el despliegue de creatividad de los artesanos pastusos es digno de admirar y se explica en parte por las siguientes razones históricas:

1. Pasto estuvo en el área de influencia de la tradición artesanal y de las escuelas de pintura de la Audiencia de Quito. De ahí salieron grandes orfebres, artesanos, pintores y escultores de madera, solo igualados por los de Nueva España (México). Buena parte de la iconografía católica (esculturas y pinturas) del siglo XVIII del Nuevo Reino de Granada provenía de esa escuela.

2. En las colonias de Hispanoamérica no se vivió un tránsito acabado de los oficios mecánicos –como se llamaba a los trabajos artesanales que producían objetos útiles para el diario vivir– hacia las bellas artes (arquitectura, escultura, pintura, orfebrería…), como se llamó en la Europa renacentista a la creación estética destinada al disfrute y que reconocía la impronta individual del artista. Este fue erigido a la condición de modelo de admiración, y los mecenazgos así lo confirman.

3. Pese a esas limitaciones de la creación artística, en algunas partes de las colonias hispánicas se avanzó más y se crearon algunas tradiciones. Estos fueron los casos mencionados de las áreas de influencias de la Audiencia de Quito y de Nueva España.

4. Durante la colonia, o incluso en el siglo XIX, en las ciudades del Caribe neogranadino no se contó con tradiciones que transitaran de los oficios artesanales a las bellas artes. Y los pocos casos conocidos confirman esta afirmación. Desde finales del siglo XVIII se intentaron crear escuelas de Artes y oficios, pero fracasaron.

5. De alguna manera estas circunstancias constituyen una especie de hilo conductor a lo largo del tiempo para explicar la autovaloración y la valoración social de la creatividad del trabajo artesanal. Y la tradición de la decoración con el barniz de mopa-mopa que aún se emplea en Pasto, es resultado de siglos de trabajo artesanal y una muestra de lo que estamos afirmando.

6. De distintas maneras, sumadas a otras circunstancias, esto ha pesado en las expresiones artísticas de los artesanos que crean carrozas y disfraces para los carnavales de Barranquilla y Pasto. En sus debidas proporciones ambas ciudades son centros comerciales que poseen sus distintas características sociales y culturales.

Se me ocurre, solo para ilustrar  algunas de estas diferencias, señalar las cosmogonías y mestizajes subyacentes a ambas ciudades que a su vez influyen en los motivos de carrozas y disfraces. En Pasto lo indígena-español es predominante, pese a que también recoge la influencia afro de la costa Pacífica. En ese mundo el peso de la iglesia conllevó a construir un imaginario en torno al hombre, la figura humana y la salvación. Y también influye el imaginario creado por la República sobre esa ciudad. El haber abrazado la causa del rey y en contra de los patriotas le costó que su población fuera marginada y estigmatizada. Y en el largo plazo, desde esa marginalidad, desarrollaron una actitud crítica frente a la vida política nacional. Por eso disfraces y carrozas pueden ser motivos para burlarse de la vida política nacional y de sus personajes.

Ha recibido las influencias de  los carnavales del mundo andino (Oruro, Bolivia, por ejemplo). Y han sido capaces de desarrollar una creatividad que compite en majestuosidad con las carrozas de Río de Janeiro, pero conservando muchos de los elementos culturales pastusos y  de su área de influencia. Todo esto explica la belleza de las carrozas y disfraces del carnaval de Pasto.

En el Caribe el peso de la esclavitud y lo afro, y las influencias del mundo festivo del Gran Caribe, también marcado por la influencia africana, llevaron a que los motivos de disfraces y carrozas estuvieran por el lado de la zoo-antropomorfización (la atribución de características y cualidades humanas a  animales de diferentes especies). 

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Aunque a menudo el Carnaval de Barranquilla ha sido criticado por la comercialización de algunos de sus espacios festivos, sus expresiones tradicionales conservan un gran arraigo popular. Foto: Periódico Hoy es viernes.

7. También es cierto que entre esas tradiciones artesanales y cosmogonías culturales y las festividades actuales existen factores de diversas índoles (comerciales, circulación cultural) que median sobre aquellas. Obvio que existe una fantástica creatividad para disfraces y carrozas de carnavales, pero obedecen a otros contextos y circunstancias culturales.

8. La relación creación festiva y comercio está presente en ambas ciudades. Pero en Pasto el peso de la tradición artística a la que me he referido, ha logrado que el despliegue creativo tenga como epicentro viejas tradiciones artesanales que reconocen y valoran al artista.

En Barranquilla está sucediendo lo contrario: el comercio, el despliegue publicitario, está subordinando a la creatividad de los artesanos. Es un proceso que recuerda lo que aconteció en Europa con el trabajo a domicilio: el capital comercial empezó a encargar trabajos a los artesanos, y las exigencias de productos uniformes originaron la pérdida de la creación artística.

Estos, al igual que muchos otros, son temas de un recurrente debate que debe profundizarse para tomar decisiones. Pero más allá de lo que se discuta, lo cierto es que necesitamos festividades centradas y que valoren y den prioridades a los artistas de lo festivo.

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Sergio Paolo Solano 

Historiador. Profesor del Programa de Historia de la Universidad de Cartagena. Doctor en Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.