ajonjoli-campesinos

Foto: Brano. Unsplash.

Los contagios no van a desaparecer porque es imposible llegar a la “inmunidad de rebaño” a nivel mundial. Masificar la vacunación, la prioridad.

En condiciones normales, en todo el país habrían muerto unas 4.500 personas cada semana en 2020 y 2021. Pero en la semana del 27 de julio de 2020 murieron 8.048 personas; en la semana del 18 de enero de 2021 murieron 8.444, y en la semana reciente del 7 de junio 9.955 personas. De estas magnitudes han sido los picos de las tres primeras oleadas de la pandemia.

Aunque no todo el “exceso de muertes” puede atribuirse con absoluta seguridad al Covid, es la forma más confiable de estimar su efecto total sobre la mortalidad. En 2020 el “exceso de muertes” fue de 68.266 personas y en los cinco primeros meses de 2021 fue de 64.130 personas. Es decir, ya superamos las 132.000 defunciones.

En comparaciones internacionales, el “exceso de muertes” durante la pandemia (hasta mediados de 2021) en Colombia estuvo un poco por encima del promedio mundial, pero por debajo del promedio latinoamericano: 181 muertes por cada 100.000 personas, mientras que el promedio mundial era 148 y el de América Latina 240.

Al comienzo de la pandemia se creía que, una vez que la mayor parte de la población hubiera sido contagiada o vacunada, el virus gradualmente desaparecería y todo regresaría a la normalidad. Se habló mucho de la velocidad a la que sería conveniente moverse hasta llegar a ese punto –si es que no llegaba antes una vacuna–, teniendo en cuenta no sólo la mortandad sino también los costos económicos y sociales de las cuarentenas y restricciones de todo tipo.

Esos debates ahora suenan anacrónicos. La COVID y los contagios no van a desaparecer porque es imposible llegar a la “inmunidad de rebaño” a nivel mundial o mantener totalmente aislada en forma indefinida a una población. Y esto no es posible porque, con una cierta frecuencia, aparecerán nuevas variantes del virus con capacidad de contagiar incluso a quienes ya lo han tenido o están vacunados (los síntomas y letalidad pueden variar mucho de una variante a otra y entre diferentes grupos poblacionales).

Puesto que no habrá un “post-COVID”, la cuestión actual es cómo establecer comportamientos individuales y colectivos que limiten los contagios sin imponer restricciones insostenibles social o económicamente y cómo asegurar que el sistema de salud pueda responder en forma efectiva con los mejores protocolos de atención y tecnologías disponibles.

La COVID y los contagios no van a desaparecer porque es imposible llegar a la “inmunidad de rebaño” a nivel mundial o mantener totalmente aislada en forma indefinida a una población.

Masificar la vacunación es, por supuesto, una prioridad, ya que quienes están vacunados son menos susceptibles de contagiarse, enfermarse gravemente o morir. A fines de julio de 2021, uno de cada cinco colombianos había completado su esquema de vacunación y los planes de vacunación se habían extendido a todo el país. Seguramente, en 2022 habrá “refuerzos” de vacunación anual, de tipo rutinario. En el futuro, la principal restricción para vacunarse no será la escasez de vacunas, como fue en los primeros meses de 2021, sino las dificultades de acceso para los más pobres y el rechazo por parte de quienes creen que puede tener efectos adversos. Uno de cada nueve adultos en las grandes ciudades declaró en junio de 2021 que no estaba interesado en vacunarse, lo cual equivale a decir que estaba dispuesto a asumir los riesgos conocidos del contagio sin vacunación, que son bastante serios, en lugar de los riesgos desconocidos y posiblemente insignificantes de vacunarse.

*Texto incluido en el capítulo sobre salud del libro Economía Esencial de Colombia: Las Raíces de la Crisis (Penguin Random House Editores), que aparecerá en noviembre.

Eduardo Lora

Economista del London School of Economics e investigador asociado de Harvard y Eafit. Ha sido Economista Jefe del Banco Interamericano de Desarrollo y Director Ejecutivo de Fedesarrollo, Colombia.