Interior de la iglesia de San Nicolás de Tolentino, patrono de Barranquilla. Foto: El Heraldo.
Nicolás José Gómez Batista, un sacerdote rebelde en tiempos de la independencia en Barranquilla
Cura de la iglesia de San Nicolás a principios del siglo XIX, Gómez Batista abrazó la causa independentista y un nuevo orden político, motivo por el cual fue encarcelado, desterrado y expropiado.
Durante mucho tiempo el peso del pasado colonial e independentista de Cartagena abrumó a los habitantes, cronistas e historiógrafos de Barranquilla, pues parecía que muy poco se podía decir ante tantos laureles de la plaza fuerte vecina. Por fortuna, las investigaciones realizadas desde 1980 han determinado con mayores detalles las especificidades de la historia de aquella ciudad, y aún para el caso de la independencia ya cuenta con investigaciones que exaltan su inclinación republicana.
Fue José Manuel Restrepo, el historiador por excelencia de la independencia, quien aportó datos acerca de la participación de la entonces parroquia de vecinos libres en la lucha por establecer la república, lo que le valió ser elevada a la condición de villa el 7 de abril de 1813, la que perdió luego de la derrota de los/as patriotas el 25 de abril de 1815 en la llamada batalla del Chuchal. Por la década de 1870 Joaquín Batis Macías publicó en el periódico El Promotor una crónica sobre José Eugenio Macías. En 1892 Domingo Malabet publicó un corto artículo sobre la participación de Barranquilla en la lucha por establecer la república. En 1922 José Ramón Vergara y Fernando E. Baena escribieron cortas semblanzas biográficas de Agustín del Valle Suárez, Blas de Barros y Oñoro, y Bartolomé Molinares Gómez. La figura de este último se exaltó aún más porque se conocía su casa, que sobrevivió hasta mediados del siglo XX y en la que alojó a Simón Bolívar cuando iba rumbo a Santa Marta. Sobre estos patriotas el profesor José Agustín Blanco Barros transcribió documentos que reposan en el AGN de Colombia, los que entregó al Museo Romántico de Barranquilla.
Pero conocemos que fueron muchos más los/as patriotas que ligaron sus destinos a la causa de la república. Han sobrevivido algunos nombres de las heroínas de la batalla del Chuchal. Múltiples causas aún desconocidas inclinaron a los habitantes de la pequeña Barranquilla por la independencia. Y es de suponer que los notables desempeñaron una función importante en esa determinación. En las pequeñas comunidades campesinas los sacerdotes, notarios y maestros de escuelas eran intermediarios culturales que divulgaban los acontecimientos de las grandes ciudades, e influían en las inclinaciones de la comunidad.
Aquí es donde encaja la figura de Nicolás José Gómez Batista, cura de la iglesia de San Nicolás, pieza clave en la vida política de la Barranquilla de comienzos del siglo XIX. Son fragmentarios los datos que hemos encontrado sobre este sacerdote. Según se puede inferir del censo de Barranquilla de 1777, nació en 1743. Sus padres fueron José Prudencio Gómez y María Salvadora de la Cruz Batista. Por vía materna era primo de Bartolomé Molinares Gómez (hijo de María de la Cruz Gómez y Lorenzo Molinares). Su nombre aparece registrado en los libros del Colegio Universidad de San Bartolomé de Santa Fe de Bogotá, donde se graduó de doctor en teología en 1772, gracias a una de las becas creadas a finales del siglo XVII por el obispo Antonio Sanz Lozano y sustentadas con los réditos de los gravámenes impuestos sobre bienes raíces de Cartagena. En el año del mencionado censo era el cura principal de Barranquilla. En 1784 envía carta al arzobispo Antonio Caballero y Góngora, celebrando su condición de virrey de la Nueva Granada. En 1792 aparece en listado de sacerdotes que hacen donaciones a la corona para sostener la guerra contra Francia. En 1801 aspiró a regentar una cátedra en el Colegio Seminario Conciliar de Cartagena, lo que indica que debió contar con solvencia intelectual.
Al igual que muchos sacerdotes del bajo clero, durante el tránsito entre los siglos XVIII y XIX Nicolás José Gómez Batista vivió la agudización de diversos conflictos entre los miembros del Cabildo Eclesiástico de Cartagena, integrado por los jerarcas de la iglesia. Uno tuvo que ver con los efectos del Patronato Regis que se arrogó la Corona, lo que recortó los ingresos de las altas autoridades eclesiásticas, y estos, a su vez, intentaron recortar los emolumentos de los sacerdotes.
De ahí en adelante se pierde su rastro, para reaparecer de forma esporádica en la información del Estado de Cartagena (1811-1815) y de forma más sostenida en la documentación de los años de la reconquista española. Gómez a Batista hizo parte de un grueso número de sacerdotes de bajo rango destinados a las pequeñas poblaciones de la provincia, los que abrazaron la causa de la independencia y desde los púlpitos propugnaron por un nuevo orden político. Sus actuaciones a favor de la independencia tuvieron que ser destacadas pues en entre 1814 y finales del 1815 representaba al departamento de Barranquilla en la Cámara del Estado de Cartagena, en la que se alinderó con la facción de García de Toledo y en contra de la que seguía a los Gutiérrez de Piñeres.
Gómez Batista mantuvo una actitud vertical a favor de la causa republicana y desobedeció la convocatoria hecha por Pablo Morillo en 1815 para que los curas de las poblaciones fuesen al cuartel que tenía situado cerca de Cartagena para que juraran fidelidad al rey.
El Pacificador Pablo Morillo, jefe de la reconquista en la Nueva Granada.
Nicolás José Gómez Batista mantuvo una actitud vertical a favor de la causa republicana, y desobedeció la convocatoria hecha por Pablo Morillo el 25 de agosto de 1815 para que los curas de las poblaciones fuesen al cuartel que tenía situado cerca de Cartagena para que juraran fidelidad al rey. Su actitud fue parecida a las de Agustín del Valle y Blas de Barros, quienes siguieron la carrera de las armas con los ejércitos de patriotas, pero totalmente distinta a la de su primo Bartolomé Molinares, quien se acogió al indulto decretado por el rey y en septiembre de 1817 ya estaba en Barranquilla realizando compraventas de inmuebles y de esclavos.
Luego de ser tomado preso por los realistas su vida fue un suplicio y es cuando se hace un poco más visible sus actuaciones políticas. Apresado a comienzos de 1816 estuvo en el centro de una disputa entre el Tribunal de la Inquisición y la jerarquía militar en torno a la decisión de que institución debía juzgarlo bajo la acusación de “insurgente exaltado”. Y ese mismo año otro documento que contiene un listado de eclesiásticos seculares y regulares a investigar por ser partidarios de la independencia, se le calificó como: “Doctor don Nicolás Gómez presbítero, calumniador de la justa causa”. A finales de 1816 lo trasladaron preso a Santa Fe de Bogotá, y luego fue reenviado a Cartagena. En ambas ciudades atravesó por una situación difícil:
“… los indeseables quebrantos que actualmente sufro con estar separado de mi casa y familia, sin tener quien me socorra en esta plaza, sin tener bienes con que alimentarme porque todos han sido dilapidados, y cargado de años [tenía 73 años] y de males que hacen mi situación más crítica…”.
Desde esta ciudad solicitó que por razones de salud y de difícil situación económica se le trasladara en condición de preso a Barranquilla, sitio donde podía estar mejor. La jerarquía de la iglesia intercedió a su favor, pero por su “peligrosidad” recomendó que debía ser confinado en Sabanalarga. Al final se le permitió pasar a Barranquilla. Fue expropiado de sus bienes representados en un corto número de inmuebles (dos en Cartagena), unos pocos esclavos y algodón con el que negociaba. Restablecida la república otra vez su pista se reduce a unas cortas compraventas registradas en la notaría de esta población. En 1824, al realizar la venta de un esclavo de su propiedad afirmó:
“… cuyo documento de propiedad no presento por haberse perdido en ese año de 1815, en unión de todos mis libros y documentos con la entrada de las tropas españolas en este lugar… y no poder sacar nuevo documento por haberse perdido igualmente el archivo [notarial] en la misma fecha”.
Gómez Batista fue un hombre de larga vida pues a comienzos de los años de 1830 era representante a la Cámara de la provincia de Cartagena por el cantón de Barranquilla. Quizá nunca conozcamos lo que leía y las razones políticas que le llevaron a abrazar la causa de la república. Pero sí podemos suponer que este hombre fue un pilar en el edificio de las nacientes instituciones republicanas.
Referencias
Archivo General de la Nación, Sección Colonia, Miscelánea, tomo 44, documento 45; Impuestos Varios, tomo 9, documento 23; Sección Archivos Anexos-I, Historia, tomo 27, documento 40; tomo 28, documento 45; tomo 19, documento13; Milicias y marina tomo 38, documento 27; Archivo José Manuel Restrepo, Sección Revolución en la Nueva Granada, fondo Revolución en Cartagena, Santa Marta y Panamá.
AHDA, Fondo Notarial, Notaría Primera, Protocolos de 1815-1817; 1823-1827.
Biblioteca Nacional de Colombia, Archivo Restrepo, fondo 1, vol. 1, pieza 3.
Querido lector: nuestros contenidos son gratuitos, libres de publicidad y cookies. ¿Te gusta lo que lees? Apoya a Contexto y compártelos en redes sociales.
Sergio Paolo Solano
Historiador. Profesor del Programa de Historia de la Universidad de Cartagena. Doctor en Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.