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Render para un proyecto de colegio en Bosa, al sur de Bogotá. Foto: Ffie.

¿Más ‘cemento’ o mejor calidad de la educación?: una mirada a la reforma educativa del gobierno Petro

por | Oct 3, 2023

Por Eduardo Vélez Bustillo

La actual reforma propone una expansión del sistema educativo con la construcción de más colegios y universidades, pero no debe pasar por alto la calidad de la educación.

Una crítica que se ha señalado reiteradamente a las reformas que la administración Petro ha presentado es la ausencia del tema de calidad educativa, para algunos el principal problema del sistema educativo Colombiano. En esto estamos totalmente de acuerdo. Otra critica que quiero señalar en esta nota es que el énfasis que se ha puesto al tema de la expansión educativa se basa en la construcción de más escuelas, colegios y en especial universidades. Otros insumos educativos son menos conspicuos en la documentación presentada. Esto puede tener consecuencias negativas porque al final del día puede haber muchos más alumnos en el sistema, pero que no obtienen habilidades cognitivas y no-cognitivas necesarias para lograr su bienestar en la sociedad. 

Hace varios años en un estudio financiado por la Corporación Andina de Fomento –CAF– veíamos que las inversiones en infraestructura escolar han sido consideradas como un potente factor que aporta de manera efectiva a solucionar el problema del acceso de los estudiantes al sistema escolar. Eso es claro y no se cuestiona. Realizado un resumen del estudio de la CAF que destacaba evidencia empírica disponible entre las condiciones físicas de las instituciones educativas y algunos resultados educativos, encontramos que tanto en países en desarrollo como en países desarrollados se puede concluir que existe una relación entre infraestructura escolar y resultados educativos de los estudiantes, y que este es un tema que debería estar discutiéndose con mayor intensidad, especialmente por la ausencia de estudios de evaluación de impacto. La evidencia obtenida solo es correlacional y no permite establecer causalidad. Por lo pronto, la evidencia indica que podría ser una inversión que ayude a mejorar la calidad de la educación, pero no hay evidencia definitiva. Por eso, el que las reformas no enfoquen el tema desde la perspectiva de la calidad, puede generar problemas. Como decíamos, podría ser que termináramos con muchos edificios graduando muchachos en ciclos largos y sin las habilidades necesarias. 

Antes de presentar la evidencia, definamos que infraestructura escolar es de calidad en la medida que cumpla con al menos los siguientes parámetros: a) condiciones de confort para los estudiantes, docentes y administradores: espacios para los docentes y los alumnos, condicionados con temperaturas, ventilación e iluminación adecuadas, con servicios de agua, electricidad, e Internet, así como sanitarios con piezas modernas y sus respectivos drenajes de aguas negras; b) espacios para el desarrollo de experiencias de aprendizaje, ensayos y prácticas como salones, bibliotecas, laboratorios de ciencias naturales, de informática, física y química, y otros oficios técnicos, como agrícolas o de vocación técnica; c) espacios para el desarrollo del talento y del entretenimiento, para la práctica del deporte y la cultura. 

El que la reforma educativa no enfoque el tema de la calidad, puede generar problemas. Podríamos terminar con muchos edificios, graduando muchachos en ciclos largos y sin las habilidades necesarias.

Entre los hallazgos interesantes queremos resaltar, a manera de resumen, que en general la inversión en infraestructura puede afectar positivamente: (a) el incremento de la matrícula y posiblemente las tasas de finalización y culminación del ciclo; (b) la motivación de los docentes y la disminución del ausentismo docente –escuelas con buena infraestructura tienen en promedio 10 por ciento menos ausentismo que docentes en escuelas con infraestructura deficiente–; y (c) puede tener efectos positivos menores que inversiones que equipo técnico y laboratorios (bien usados), o bibliotecas (bien usadas) pero más que inversiones en manuales de instrucción o que capacitación para docentes (muchos de estos manuales y cursos de capacitación son irrelevantes). Entonces, es claro que el efecto positivo independiente de la infraestructura física no es solo significativo, sino que muchas veces es aún mayor al de otros insumos considerados en la literatura asociada a la calidad de la educación. 

En el estudio de CAF señalábamos que una nueva escuela ofrece la oportunidad de estudiar a niños y jóvenes que viven en sitios remotos y los espacios escolares renovados pueden mejorar la asistencia e interés de los estudiantes y maestros por el aprendizaje. Se asocia a la obtención de resultados y por eso se considera que mejorar el acceso a una educación de calidad es una condición necesaria para lograr, con equidad, la  transformación productiva de nuestros países. En efecto, los resultados son mejores en zonas aisladas o vulnerables y desde una visión integral del desarrollo sostenible. Pero en el estudio también señalábamos que mejorar la calidad de la educación requiere de una mezcla de inversión en diferentes insumos y procesos que permiten mejoras significativas. Cada uno, por su lado, puede resultar en un ejercicio no productivo, sin eficiencia ni efectividad, en especial en relación con el costo. 

Es razonable decir que para optimizar inversiones en educación es conveniente que las autoridades observen el papel trascendental que juega la infraestructura en la interacción con otros insumos educativos, para así acometer propuestas integrales que apunten a la mejora de la calidad de la educación y con ellos obtener una verdadera transformación productiva en los territorios. 

Mirar la infraestructura como objetivo final puede ser una mala inversión, esto a pesar del atractivo que la construcción, por lo visual, tenga desde el punto de vista electoral.

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Eduardo Vélez Bustillo

Profesor Visitante en Peking University, en China, y en Kobe University, en Japón.