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La barranquillera Marjorie Eljach acaba de lanzar en Madrid su segunda novela, Diosa Fortuna (Apache). Foto: Literocio.

Perfil vital y creativo de una barranquilibanesa que con el Festival Sui Generis Madrid genera inclusión y reflexión creativa, desde la literatura, en el corazón de la capital del mundo en español.

Marjorie Eljach (Barranquilla, 1975) es mucho ojo. Ojos de peza globo con largas pestañas, de esas que atrapan sus propios suspiros emocionados cuando habla. Lo cual resulta consecuente con el desarrollo agudo de su mirada del mundo y su forma de narrarlo. Ratona de biblioteca y de alacenas, ha mantenido una relación de amor-odio con la comida, que ha plasmado de manera enternecedora y cruel en su primera novela Elisa y el Escarabajo (Herejía y belleza, 2019), que va para su tercera edición en 2024 y que es también un gran diario de lecturas, lleno de referencias al cine y la literatura, y un homenaje a los años 70, en los que la misma autora comenzó a tomar nota del mundo.  

El entorno de Elisa, la protagonista de esta novela, es reflejo del mundo lleno de supersticiones y blancas mentiras en el que creció la autora en una casona de barrio clase media de una ciudad caribeña. Eljach fue la hija seronda de cuatro hermanos. El pechiche, pero también el ya sé que no pasa nada de sus padres, lo cual le dio una enorme libertad para explorar el mundo, con la confianza de su padre, que le daba a leer y la invitaba a debatir sobre mitología griega y filosofía, con tan solo seis años.

Su conexión con los libros y con la oralidad Caribe, han consolidado una pluma que cuenta lo que pasa como si tuvieras tu bebida favorita en la mano, con cambios de registro que van de la satírica candidez de Elisa a la frialdad aséptica del narrador todopoderoso de Diosa Fortuna, su segunda novela, en la que asume una voz sensible, que a veces parece fría, en aras de ponerle luz al horror de la guerra, en una historia sobre el miedo y la búsqueda del amor propio. 

Tras terminar su bachillerato entre palmeras, en un prestigioso instituto para señoritas de Barranquilla, Eljach se unió a la tribu costeña en la nevera. Desde la tienda de barrio de doña Chela en Los Nogales, llegaban a casa de su hermana Zuni en Bogotá, billeticos de 50 pesos entre cartas en hoja de cuaderno rayado con kilométrico. Desde su niñez, probó a ser actriz, cuentera y escritora, pero fue en la carrera de literatura de la Universidad Javeriana de Bogotá, donde comenzó a comprobar que se podía vivir del juego de crear. 

De vuelta a Barranquilla, el mundo académico detectó a la curiosa barranquillera y cuando menos se lo esperaba, estaba guiando a los estudiantes de Comunicación Social por los grandes autores del siglo XX, de Borges a Huidobro, subiendo y bajando por Lovecraft, Saint Exupery, Emile Bronté, Borges y Lispector. De diseccionarlos, pasó a mimarlos como directora de la Biblioteca de la Universidad del Norte, un periodo en el que afianzó su vocación hacia la promoción de la lectura y el estímulo a la creación.

Madrid asomó como una pequeña ventana para conectar más con el libro a través de una maestría en información y documentación, pero, en cada viaje, se fue descubriendo más madrileña, con el enorme bagaje de vuelta que trae el ser nativa del nuevo mundo. Por eso y por amor, acabó yendo y viniendo con frecuencia, a pesar de que más de una vez la miraron de arriba abajo en migración por su apellido de origen árabe. Y así hasta que entró por la puerta, se casó y armó casa, que en su caso significa armar biblioteca. Además de dar clases de literatura y gestión cultural, diseñar estrategias de comunicación, vender cursos y certificaciones de inglés para altos ejecutivos, durante los primeros años escribió más de un libro que no lleva su nombre, para pagar las cuentas.

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Con quince años al aire, la más reciente edición del Festival Sui Generis Madrid reunió durante dos semanas en Madrid a más de 15.000 espectadores en torno a grandes referentes del género especulativo. En la imagen, un conversatorio con S. T. Joshi, escritor y crítico literario estadounidense de origen indio, considerado uno de los principales expertos en la obra y la figura de H. P. Lovecraft.

Un día de 2010, en su minúsculo apartamento de Don Ramón de la Cruz, entre el barrio de Lista y Salamanca, entre Goya y Rubén Darío, Eljach se encontró pensando en los románticos y su influencia en el fenómeno gótico, que claramente en Madrid tenía más gasolina que en Barranquilla. Aunque fue en su ciudad natal donde por primera vez se tropezó con el gótico, gracias a la serie de Cuentos de Terror de Edgar Allan Poe, que protagonizaba Vicent Price y que veía con su familia en la tele a blanco y negro. 

Así que juntó a un pequeño equipo y en noviembre de 2010 apareció una gran tolda alternativa en la Plaza Dalí, al lado del Corte Inglés de Goya. Era la 1ª Semana Gótica de Madrid, que hoy es ya un referente de cultura alternativa, diversidad e inclusión a nivel europeo, con su nueva denominación como Sui Generis Madrid. Un festival que nació en la calle, de la mano de la escritora barranquillera, con un equipo de amigos y que, año a año, se ha ido asomando a espacios clave del underground madrileño, en edificios patrimoniales testigos del Romanticismo español, como el Castillo de Manzanares el Real y el Museo Lázaro Galdiano, instituciones científicas y académicas, como el Museo de Ciencias Naturales, la Universidad Complutense de Madrid y centros culturales de referencia, como Matadero, Centro Cultural Conde Duque o el parque del Retiro. 

El equipo creativo de Sui Generis Madrid ha sabido consolidar una oferta que atrae a un público diverso, curioso y familiar, amante de la ficción especulativa: el terror, la fantasía, el gótico, la ciencia ficción y el misterio. 

En Sui Generis Madrid tuvo lugar la primera BatCon de España, que reunió a expertos en el superheroe de tinta, incluida también, Marjorie Eljach, coautora del libro Batman y joker: Duelo en Gotham (Archivos Vola), además de una de las más grandes exhibiciones de comic en homenaje al mítico personaje, pero también se han celebrado conciertos punk, aquelarres de tarot en los que se manifiesta la intuición y el misterio, rituales lovecraftianos, revisitaciones a Alicia en su país de las maravillas y a Star Trek y congresos que diseccionan la influencia de lo oscuro en las series de televisión o el pensamiento mágico. Se han musicalizado en vivo y con arpas centenarias, películas de terror del siglo XIX, se han celebrado pasarelas de moda renacentista y rituales del Día de los Muertos. 

Es así como, en la pasada edición quinceañera se vivió una gran fiesta del género especultativo, con grandes nombres de la fantasía, el terror y el misterio, que ya se soñarían juntos cualquier gran feria del libro, como Paul Tremblay, Stephen Graham Jones, o T.S. Joshie, el más destacado biógrafo de Lovecraft y las españolas, Cristina Jurado, Gemma Bonín o Isabel del Río. Su buen ojo, quince años después, queda en evidencia con la gran aceptación de este festival que ha conseguido mantener y crecer, tanto en público como en espacios, programación y aliados los ministerios de educación y cultura del Gobierno de España, así como la alcaldía de Madrid.

Sui Generis la tiene con los pies en Madrid, pero el mundo que sale de su cabeza en su literatura está a esta orilla del Caribe que, por cierto, no ha abandonado, ni piensa hacerlo. En Barranquilla siguen sus hermanos, sus amigos, sus raíces y su emprendimiento Deditos con demasiado queso, que hay que probar. Nunca ha dejado de ser la versátil profesional que igual dicta una conferencia, que monta una tarima, pinta un cartel, cocina para un batallón y, por supuesto, enseña. Además de dar clases en la Universidad del Norte, asesora la Cátedra Europa con la sección dedicada a los Grandes Misterios del viejo continente.

Conversamos con ella después de casi un mes de actividades en Madrid capital, ya de guayabo cultural.

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Portada del libro Diosa Fortuna de Marjorie Eljach.

Carolina Ethel: ¿Por qué el festival se llamó Semana Gótica de Madrid al comienzo?

Marjorie Eljach: El género gótico fue siempre mi favorito en la adolescencia, y a lo largo de muchas lecturas veía cómo se hibridaba con otros géneros como el fantástico, la ciencia ficción o el realismo mágico. Fue entonces cuando pensé en hacer un festival dedicado al género y a sus manifestaciones no solo en otros géneros literarios, sino en el cine, la moda, las artes plásticas, la ciencia, las artes escénicas y por supuesto en la música.

C.E.: ¿Cómo se fue ampliando el festival hasta transformarse en la plataforma de la cultura alternativa?

M.E.: Todo forma parte de una evolución, se trata del ejercicio consistente de abrir espacios seguros para el debate de las ideas desde diversos puntos de vista. Espacios de encuentro para seguir conociéndonos desde la interpretación del arte y la cultura.

Cuando yo era profesora en la Universidad del Norte hacía leer a Lovecraft y a Poe, porque enganchan. Y a mí lo que me interesaba era que los estudiantes se animaran a leer, a entrar a ese mundo. Los géneros especulativos son para mí la gran vía para entrar en el mundo de la literatura, luego a partir de allí se entra en otros géneros. 

¿Se han puesto de moda los géneros especulativos?

Los géneros especulativos siempre han sido tratados como algo menor. Y mirados con desprecio por los escritores y las editoriales mainstream. No es un fenómeno mainstream hasta que aparece Harry Potter o se empiezan a popularizar las series de vampiros, de ciencia ficción, o aparece, por ejemplo, El cuento de la criada, que es un relato escrito por Margareth Atwood hace más de treinta años y se pone de moda la distopía. Ahora está moviendo millones, pero siempre fue un género minoritario. Tenemos que darle las gracias, con todo lo malo que puede ser eso, a las series de televisión, que se dieron cuenta de que ahí había un filón. Después de la fiebre de Miércoles, ya no es tan raro vestirse de gótico. Eso hay que aprovecharlo para rescatar a grandes escritores de género especulativo que vale la pena leer. 

Cuando yo era profesora en la Universidad del Norte hacía leer a Lovecraft y a Poe, porque enganchan. Y a mí lo que me interesaba era que los estudiantes se animaran a leer, a entrar a ese mundo. Los géneros especulativos son para mí la gran vía para entrar en el mundo de la literatura.

¿Cree que la tecnología y las redes sociales desestimulan la lectura?

Hay muchas formas de acercarse al libro, de hecho hay muchos booktuber, booktoker y bookstagramers, gente que utiliza las redes sociales. Yo creo que el tema del libro y la lectura tiene una directa relación con lo que uno ve en su casa. Si uno ve a sus padres leyendo, si, por ejemplo, les contamos que en la fuente de los videojuegos hay una obra literaria, porque la industria de los videojuegos mama de la literatura especulativa… la tecnología está al servicio de la literatura, lo que hay que saber es cómo usarla para darle la vuelta, para que sea más bien una herramienta de animación a la lectura.

Sobre su última novela, Diosa Fortuna

Diosa Fortuna es una novela sobre la paranoia, sobre el miedo a encontrarse a sí mismo. Sobre los miedos más profundos, más allá del dinero. La novela explora la psique de esos personajes que, de algún modo, somos todos. Yo sé que es una historia muy retorcida, que tiene mucho humor negro, pero, como dice Mel Brooks, al que siempre cito: “Tragedia es que te corten un dedo, comedia es que te caigas en un hueco y te mates”, y acabamos riéndonos de nuestras propias desgracias cuando ya las contamos muchas veces. Es la lucha interior. Todos fantaseamos con ganarnos la lotería. Y luego, ¿qué hacemos con la fortuna? Estamos acostumbrados a la escasez, a los problemas, y cuando todo eso está solucionado es como si desapareciera nuestra razón de ser en el mundo. 

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Carolina Ethel

Periodista y gestora cultural. Ha publicado reportajes y entrevistas en el diario El País de España, la revista Arcadia, el diario El Heraldo y la emisora cultural Uninorte F.M. Estéreo. Actualmente es asesora del proyecto Ruta Macondo, de la Fundación Gabo. Es comunicadora social de la Universidad del Norte y maestra en periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid y el Diario El País. Acompañó la estrategia de promoción de Colombia en el exterior durante diez años, como agregada de prensa de la Embajada de Colombia en Madrid, gerente de comunicaciones y directora de comunicaciones de ProColombia para Europa.