Margarita Garcia

Mariana Enríquez, la escritora argentina es una cultora de grueso calibre del género del terror llevado a la literatura. Foto: Heraldo de Aragón.

 La escritora logra con su más reciente libro, Un lugar soleado para gente sombría, el que podría considerarse su mejor libro de cuentos a la fecha.

El miedo es una emoción que no todos quieren experimentar. Puede llevarnos por caminos insospechados y a veces obligarnos a hacer cosas que nunca hubiéramos imaginado. La escritora Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) lo entiende bien y en su nuevo libro, Un lugar soleado para gente sombría (Anagrama, 2024), nos lleva a vivir experiencias en donde lo ajeno irrumpe en la vida cotidiana y la trastoca para siempre en doce cuentos transitados por entes de diversa índole. Dato curioso: Las cosas que perdimos en el fuego, de 2016, tiene también doce cuentos, al igual que Los peligros de fumar en la cama de 2009. Podría ser un intento de evitar el temido trece, sinónimo de mala suerte, o mera casualidad que sus tres libros tengan el mismo número de historias. 

Todos los cuentos se desarrollan en Buenos Aires y sus alrededores. En sus obras anteriores también, pero en este libro se menciona bastante la post pandemia del Covid, ubicándolos en un período reciente en el tiempo. Es evidente la crisis económica, el atraso en el que han quedado sumidos algunos pueblos (el tren deja de pasar, etc.), el número creciente de habitantes de la calle, incluso en una ciudad como Los Angeles. El aumento de la violencia en las calles, autoridades que resultan ineficientes para mantener el orden público, con zonas tomadas por traficantes y bandas de delincuentes. Hay muchas familias disfuncionales. Fantasmas en todas partes. Fantasmas que tienen sexo con los vivos. Algunos vengativos y llenos de odio, otros benévolos y tristes y sin ser conscientes de su condición. Fantasmas violentos repitiendo las mismas acciones atroces que hacían en vida. El rastro que deja la maldad en los objetos, como una huella imborrable que puede tocar a otros sin importar el paso del tiempo.

Enriquez logra dar miedo, sabe cómo tirar el anzuelo y enganchar al lector con firmeza, dosificando el enrarecimiento de la atmósfera. Sobresalen ‘La desgracia en la cara’, sobre una maldición transmitida a las mujeres de una familia, un horror que las persigue y se ceba en ellas. Es una historia que inquieta a medida que se comprende el peligro que amenaza al personaje principal, con un final angustiante (y muy frustrante). Es una pieza que agarra fuerte, narrada de forma pausada en la que lo ominoso se va desplegando de una manera que se siente natural, lo cual aterra todavía más. El cuento que da título al libro, donde la investigación sobre una famosa leyenda urbana en Los Angeles sirve como exorcismo de una tristeza personal de la narradora. ‘La mujer que sufre’, donde un mensaje de audio de WhatsApp enviado desde un número desconocido termina siendo la puerta de entrada a una realidad fantasmal. Es muy interesante la forma en la que la tecnología se puede utilizar como excusa para narrar el horror. La ultra conectividad no evita ni va a ayudar a dejar lo monstruoso por fuera de la vida. 

Portada de su más reciente libro de cuentos, publicado por Anagrama.

Enriquez logra dar miedo, sabe cómo tirar el anzuelo y enganchar al lector con firmeza, dosificando el enrarecimiento de la atmósfera.

En ‘Cementerio de heladeras’, quizá uno de los puntos más altos de esta colección (precedido por una frase de Thomas Ligotti, uno de los grandes), nos muestra un crimen cometido en la adolescencia que no se olvida y continúa regresando. Hay también aquí ecos del mejor King, la manera como un evento horripilante de la niñez marca el rumbo de una vida y permanece en las sombras dejándose ver en algunos momentos.  

Nada mejor para terminar que ‘Ojos negros’, una historia de corte clásico con el mal en estado puro en una de sus encarnaciones más aterradoras: dos niños pequeños solos de noche en la ciudad. Aquí el terror que se experimenta, con la adrenalina en aumento, deja al lector con una sensación de desamparo, sin más remedio que la relectura y queriendo más, mucho más, deseando que los cuentos no se hubieran acabado, que hubieran continuado unas páginas más; que Enriquez nos hubiera dejado vivir en las historias solo un poco más… 

Terminado el viaje que representa Un lugar soleado para gente sombría, después del miedo y el terror que nos hace sentir, solo queda recuperarnos leyendo algo más y rezando al Gauchito Gil u otro de los santos que recorren su mitología para que no sea muy larga la espera hasta el próximo libro de Mariana Enriquez, cuyo “toque” para el terror continúa intacto.

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Pablo Concha

Escritor colombiano. Autor de los libros de cuentos Otra Luz y La piel de las pesadillas. Colaborador literario en varios medios culturales.

 

 

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