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Para Kalmanovitz temas como una mayor reorganización estatal y la inversión en educación y tecnología pueden significar un avance notable para Colombia.

Salomón Kalmanovitz, economista barranquillero, en la entrevista de Contexto.

Contexto dialogó con Salomón Kalmanovitz, analista económico y editor de la revista Tiempo & Economía, sobre la convulsión social que atraviesa Colombia, a la que considera un problema estructural que se ha agravado y exacerbado por la política de extrema derecha.

En la charla con el economista, que estuvo vinculado a la Universidad Nacional de Colombia durante 28 años, asegura que el clientelismo en las universidades públicas deteriora la calidad de la educación que imparten, teniendo en cuenta que los docentes adquieren estabilidad de por vida una vez son nombrados.

Nacido en Barranquilla en 1943, Kalmanovitz —Honoris Causa en economía de la Universidad del Norte, estudió filosofía y economía en la Universidad de New Hampshire, y realizó estudios de postgrado en el New School for Social Research, de Nueva York, con un título de Master of Arts y candidato al doctorado en Economía—, dio su opinión sobre el Gobierno que quiere ver instalado en la Casa de Nariño el próximo año y lo importante que sería para las zonas rurales del país la actualización del catastro.

Redacción Contexto: Estamos viviendo una convulsión social nunca antes vista. Mucha gente siente rabia, frustración, e inconformidad con el gobierno y con los políticos porque no resuelven nada. Para muchos colombianos los paros se justifican, pero no les gusta  la violencia, ni los bloqueos. ¿Qué viene ahora?

Salomón Kalmanovitz: Me parece que el problema de fondo es estructural, se ha agravado, y la política de extrema derecha lo ha exacerbado. Teníamos desempleo del 10 % e informalidad del 50 % de la población hasta 2019, pero con la pandemia el desempleo superó el 15 %, el de los jóvenes 24 %, y la informalidad puede estar en el 65 % de la población. Hubo dos graves errores del gobierno: una reforma tributaria en 2019 que redujo impuestos a los ricos, devolviendo un punto del PIB que hizo mucha falta cuando estalló la pandemia. Encima, el ingreso tributario es insuficiente, asciende a solo el 14 % del PIB, contra el 22 % de Chile.

El segundo error fue subsanar el entuerto con otra reforma tributaria que buscaba recuperar lo perdido y extraer otro punto y medio del consumo de la población y de la clase media. La idea era económicamente buena pero políticamente explosiva. Eso generalizó el descontento de todas las clases sociales y de todas las ciudades, quienes se tomaron las calles durante 45 días, con un comité de paro que no tenía autoridad sobre las multitudes enfurecidas. El gobierno aumentó el gasto financiado con deuda pública, que pasó del 58 % del PIB en 2019 a 73 % en 2021, pero obviamente no alcanzó a irrigar a toda la población necesitada.

R.C.: Tú militaste en la izquierda, pero hace rato defiendes la economía de mercado y una política fiscal sólida como soportes esenciales de la prosperidad. La izquierda en Colombia parece no entenderlo, a juzgar por las críticas que le hiciste hace poco al aspirante presidencial de la Colombia Humana. ¿Cuáles son los peligros de financiar el gasto con emisión de dinero y de estatizar empresas.

S.K.: El candidato Petro pretende garantizar la seguridad alimentaria mediante la producción nacional, combinada con políticas de fijación de precios de la canasta familiar que en otras latitudes han provocado carestía, el surgimiento de mercados negros y contrabando. Por ejemplo, el trigo o la cebada no se dan bien en el trópico, precisamente porque el frío protege las raíces de este tipo de cereales. Se podrían producir en el país, pero a un costo bastante mayor que el internacional. Es mejor dedicar las tierras altas del país a la floricultura y con esos ingresos adquirir cereales baratos en el mercado internacional. También quiere que el país profundice su vocación productiva y se aleje de la extracción de petróleo y carbón. Imagino que lo haría paulatinamente para no dejar de percibir, en el caso de petróleo, casi 4 % del PIB de ingreso público, unos $39 billones al año, de los cuales 2.4 % van a las regiones y municipios por regalías, y 1.5 % para la Nación.

Se trata de re-industrializar el país a la brava con mucha protección aduanera y también fomentar la agroindustria, procesos que pueden reducir la productividad de toda la economía, generar inflación de los precios, tanto de productos industriales como de alimentos, al no enfrentar competencia de las importaciones como las agrícolas, a lo cual le sumaría control de precios… me imagino que con un nutrido ejército de policías vigilando cada comercio o tienda.

La fórmula para combatir todas las necesidades de gasto público, financiarlo con la emisión del Banco de la República de “varios” billones de pesos para atender los subsidios a las familias afectadas y el empleo de las empresas suena bien, pero es peligrosa, puesto que aumentará la demanda excesivamente contra la misma oferta, lo que seguramente producirá una inflación que carcomerá el poder de compra de la población. Tal política representa el quiebre de una institucionalidad y de una política monetaria que se sostuvo durante las tres últimas décadas y que hizo que la inflación dejara de ser un problema. Ya nadie se da cuenta de que contamos con una estabilidad de precios, sin embargo, todavía en 1990 los precios subían más del 20 % anual, dando lugar al baile entre salarios y precios. Precisamente para eso se diseñó la independencia del banco central, dando lugar a una emisión controlada de dinero para que no generara inflación, algo que incluso fomentó el rápido crecimiento económico del país.

Nuestra economía ha sido muy cerrada. Nuestro comercio internacional sigue siendo lánguido, pero por estos tiempos soplan vientos proteccionistas ¿Que se les puedes decir a quienes propenden por mayores protecciones? ¿Existe el concepto de apertura inteligente?

Me parece que debemos invertir mucho dinero en investigación y desarrollo de las tecnologías que utilizamos en los mayores rubros de nuestras exportaciones y actividades. Eso es lo que puede crear ventajas competitivas tanto en la industria como en la agricultura. Perú pudo desarrollar un sector de horticultura con tecnología adaptada a su clima y a sus suelos y logra exportar buena parte de esa producción. Institutos especializados en café o en caña de azúcar nos han dado una ventaja en su producción local. La educación en general y la que reciben nuestros trabajadores debe enseñarles el método experimental, para que pongan al mejor uso posible los materiales y herramientas de los que disponen. Cuando uno analiza el desarrollo tardío de países como Australia y Nueva Zelanda encuentra que su población es muy educada y encuentra la forma, se las ingenia para ser más productivos.

Debemos comenzar por darles una educación exigente a nuestros maestros y que la repliquen a toda la población joven. Pasa por desarrollar capacidades de lectura, escritura y analíticas que aseguren una educación por cuenta propia durante toda la vida.

Lo anterior no quita que debamos proteger a los productores locales de la competencia desleal o de países particularmente agresivos en sus políticas de comercio. Una apertura inteligente es la que le quita aranceles a las importaciones de maquinaria, bienes intermedios y materias primas que entran a los procesos de producción y que no tienen posibilidad de ser producidos eficientemente en el país, pero castiga los bienes terminados que pueden producirse localmente sin subsidios. Debemos capacitar ingenieros y científicos para copiar las tecnologías que contribuyan a aumentar la productividad e iniciar nuevos procesos productivos.

Debemos comenzar por darles una educación exigente a nuestros maestros y que la repliquen a toda la población  joven. Pasa por desarrollar capacidades de lectura, escritura y analíticas que aseguren una educación por cuenta propia toda la vida. 

A propósito de educacion, los jóvenes claman por una educación superior gratuita. La cobertura ha mejorado mucho, pero no así la calidad. ¿Falta más compromiso y preparación de los profesores?  Tú, que eres un pensador original, ¿qué se te ocurre para mejorar su calidad?

El clientelismo en las universidades públicas deteriora la calidad de la educación que imparten. Los profesores adquieren estabilidad de por vida una vez nombrados, sin pasar por un período de prueba. Yo tuve la idea junto a Antanas Mockus de otorgar puntos por la publicación de investigaciones y fue bastante exitosa, pero también se corrompió en algunas facultades.

No existe lo que impera en las universidades de Estados Unidos de “publique o muera” y me parece que algo de eso es necesario. Hay que fortalecer una ética que subyace a la tarea docente e investigativa. A las universidades públicas solo accede el 2 o 3 % de los que se presentan y eso asegura la calidad de los estudiantes. Lo mismo no sucede con sus profesores, aunque hay muchos que son excelentes científicos e investigadores y de alguna manera el sistema termina siendo meritocrático. He visto administraciones “progresistas” que han deteriorado la calidad de las universidades públicas dilapidando sus recursos y empacando las nóminas con sus clientelas. Pero también otras rectorías que hicieron avanzar sus instituciones.

El recaudo de impuestos en Colombia es muy bajo. La plata no alcanza para cumplir con cierto decoro con lo que demanda un Estado Social de Derecho. ¿Qué elementos indispensables debe tener una reforma fiscal duradera y progresiva?

El recaudo de impuestos del gobierno central en el país es de solo 14 % del PIB y si se le suman parafiscales, ICA y predial, completan 19.7 %. El promedio latinoamericano alcanza 23 % y el de la OCDE, organismo al que nos asociamos hace 4 años, es del 34 % del PIB en 2019. Me parece que los parafiscales son especialmente contraproducentes porque generan informalidad y desempleo, algo que ayuda a explicar nuestros extraordinarios niveles en estos indicadores, incluso en el contexto latinoamericano.

El impuesto a la renta de personas en Colombia es solo de 1.2 % del PIB, pero en la OCDE es 8.1 %. El impuesto de renta a las empresas es del 4.8 % del PIB en Colombia, pero el de la OCDE es de solo 3.2 %; el IVA en Colombia es 5.8 % del PIB y en la OCDE, no muy lejos, 6.8 %. En Colombia hay un sesgo muy pronunciado a favor de las personas naturales y contra las empresas. Una reforma tributaria progresiva debiera seguir las pautas de la OCDE: ir aumentando el impuesto de renta a las personas, reducirlo a las empresas y dejar sin cambios el predial y el IVA. En el mediano plazo la carga tributaria debería subir 70 % para estar a la par con nuestros socios de la OCDE.

La pobreza ha llegado a niveles insufribles. Hay evidencias que muestran que además de las transferencias condicionadas y programas similares, la forma mas efectiva de reducir pobreza es a través de un crecimiento potente de la economía para generar más empleos formales y decentes. ¿Qué hacemos para crecer más?

Tuvimos un proceso de industrialización que comenzó a desfallecer tempranamente. En 1970 la industria ocupaba el 22 % del PIB y en 2020 se redujo al 11 %, aunque algo similar ocurrió en sociedades desarrolladas que aumentaron la participación de los servicios, incluyendo los del gobierno. En ambos casos, las manufacturas chinas y coreanas desplazaron industrias locales y no porque tuvieran mano de obra barata sino porque exhiben productividades muy altas y precios bajos. Acá aumentó el peso de la minería, y de los hidrocarburos en particular, que son intensivos en capital y ocupan poca mano de obra calificada, con el agravante de que generan divisas con las que aumentan las importaciones de manufacturas que contribuyen a desplazar la industria nacional. Lo obvio nuevamente es que nuestra productividad es baja, los costos de producción y transporte son elevados y requerimos que nuestros pocos científicos e investigadores, quizás podríamos importar más de ellos, se entrelacen con el sistema productivo para modificar y mejorar sus procesos.

Es lamentable lo que sucede con nuestras universidades públicas, raquíticas de presupuesto; nuestro Ministerio de Ciencia con funcionarios frecuentemente cuestionados y con pocos recursos a la mano, que es donde insisto debe priorizarse la acción del Estado. De dedicar solo el 0.03 % del PIB a apoyar la ciencia y la tecnología, deberíamos apuntarle a un mínimo de 2 % del PIB.

¿Qué ajustes requiere la descentralización?

Me parece que la descentralización, en especial la elección popular de alcaldes y gobernadores, ha sido exitosa: existe voluntad regional y local para emprender acciones y obras en beneficio de sus comunidades. Además se dispone de recursos, tanto por trasferencias como propios. Me parece que deberían haber más herramientas legales que permitan aumentar la tributación, sobre todo de los prediales rurales, que requiere de la modernización y actualización del catastro, así como de un régimen progresivo que hoy en día tiene tarifas chatas.

La derecha ha sido exitosa hasta el momento en bloquear la actualización del catastro rural. En las ciudades se actualiza el catastro continuamente y eso explica el dinamismo de su recaudo y que por fin las ciudades tienen capacidad de dotarse de mejores infraestructuras y servicios. Imagínese que sucediera lo mismo en más de 1.000 municipios del país, una verdadera revolución y elevación de sus niveles de vida. Yo creo más en las capacidades de todos los niveles del Gobierno de recaudar tributos, pero debe dárseles más herramientas y autonomía para que puedan lograrlo. El Gobierno Central los trata por lo general como menores de edad que requieren de la sobreprotección del padre.

Hay un enorme desorden en las cuentas del Estado y nadie sabe exactamente cuantos funcionarios están a su servicio, con todo tipo de contrataciones temporales y en propiedad. Se requiere de un ajuste gigantesco que permita ordenar la contratación de personal.

En general Colombia tiene una buena batería de políticas públicas, pero el Estado es poco efectivo en su ejecución y también falla mucho en proveer bienes públicos esenciales. ¿Por dónde podemos empezar la difícil tarea de  construir un Estado mas efectivo siendo las malas prácticas políticas un obstáculo tan serio?

El problema más serio del Estado colombiano es el clientelismo que existe en todos los países, pero los más serios reservan las áreas estratégicas de acción para funcionarios escogidos por mérito y a la tecnocracia. Acá eso no sucede y es especialmente lamentable lo que pasa con los organismos de control que son vehículos de corrupción, pero incluso la tecnocracia de la que nos felicitábamos tanto, también la hemos visto corromperse. Llegamos al lamentable espectáculo de un Ministro de Hacienda haciendo campaña para hacerse nombrar gerente del banco central, con lo cual quedaba hecha trizas su autonomía.

Hay un enorme desorden en las cuentas del Estado y nadie sabe exactamente cuantos funcionarios están a su servicio, con todo tipo de contrataciones temporales y en propiedad. Se requiere de un ajuste gigantesco que permita ordenar la contratación de personal y reservar los niveles medios a una burocracia disciplinada, educada y bien paga, como lo sugería Max Weber; que sirva de columna vertebral de la acción estatal. Es obvio que los niveles más altos son del orden político, pero también los niveles más bajos debieran ser contratados a largo plazo y por concurso. Yo no sabría por dónde empezar, quizás por ampliar las burocracias de hacienda, banco central y planeación. Llevarlas a los niveles politizados y corruptos para que los depuren. Reformas en el nivel departamental y municipal serían más difíciles de lograr, pero valdría la pena delinear unas burocracias mínimas estables que le den consistencia a la acción pública de esos niveles. Se requiere llevar registros y estadísticas de su funcionamiento para poderlo evaluar y mejorar.

Eres autor de unos excelentes libros de historia económica. ¿Cuáles crees que han sido los tres o cuatro episodios más relevantes de nuestra historia económica en los siglos XIX y XX?

En el siglo XIX el federalismo, que se extendió entre 1863 y 1880, fue una buena experiencia económica y sobre todo democrática, que ha sido vilipendiada por la historiografía conservadora que defiende el legado centralista de Rafael Núñez; este fue un fracaso político pues acarreó tres guerras civiles, mucho autoritarismo y el matrimonio entre la Iglesia y el Estado, además que significó un retroceso económico que solo comenzó a repararse después de la Guerra de los Mil Días, y con las reformas de 1910 que limaron las asperezas de la represiva Constitución de 1886. Hubo una sustitución de la ciencia y de la cultura de occidente por la religión. Se puede hablar de un proceso de centralización fallido, un estado muy pequeño que se atribuía todas las decisiones, la atrofia del departamento y la lucha del municipio por autonomía.

En el siglo XX destaco la república liberal que trata de modernizar el país y abrirlo al mundo, absorber la cultura, la ciencia y la tecnología que había fluido poco bajo el autoritarismo de La Regeneración, aunque los gobiernos conservadores más pro capitalistas y menos represivos que tuvimos desde 1905 habían permitido el fuerte desarrollo económico que se logró de allí en adelante. Destacaría el período de La Violencia, que fue una guerra civil soterrada, iniciada en 1946 que explotó con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. El gobierno de Carlos Lleras Restrepo fue también un punto de quiebre en el desarrollo político del país, en su administración pública otorgándole espacios a la tecnocracia, impulsó la reforma agraria que fue ahogada por la administración de Misael Pastrana. Por último, la constitución de 1991 que cumple 30 años y que impulsó la descentralización y albergó las reformas a la seguridad social que hoy permiten una cobertura en salud casi universal, pero solo un 25 % de cubrimiento pensional. Lo malo fue el empoderamiento de dos grupos financieros que administran el pasivo pensional y la corrupción que envolvió a varias EPS muy grandes.

¿Que tipo de gobierno te gustaría que se instalara en el Palacio de Nariño en 2022?

Me gustaría una síntesis entre Fajardo y Petro, pero no quiero votar por ninguno de los dos. Sí votaría por Humberto de la Calle.

 ¿Algún recuerdo especial de tu juventud en Barranquilla?  ¿Comías mojarra con patacones en Puerto Colombia? Se supone que debes ser hincha del Junior.

Recuerdo el restaurante Solymar, de la familia Buendía, que quedaba bajando hacia Salgar. Preparaba arroz con chipi-chipi, arroz con camarón y unas mojarras enormes, fritas con patacón, con poca ensalada. Cada vez que voy a Barranquilla pido que me lleven a los restaurantes que hay debajo de la Vía 40 y que reciben la brisa del Río, pido sancocho de pescado o un róbalo frito, un pargo rojo. Yo fui muy malo para el futbol, me gustaba más el baseball y era hincha de los Indios de Cartagena, aunque los equipos de Barranquilla eran el Willard y el Vanytor.

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