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Fenómenos como la Revolución cubana servirían para darle “gasolina” ideológica y económicamente a las guerrillas colombianas.

Marxismo “crudo” y el origen de la violencia guerrillera en Colombia. 

Sesenta años después de venir por primera vez al país, Malcolm Deas, decano de los colombianistas, profesor de numerosos historiadores, politólogos y economistas del país, sigue dando muestras de su aguda inteligencia y no cesa de retarnos a pensar en forma rigurosa, por fuera de los clichés, modas y estereotipos académicos.

En su provocador escrito “Los colombianos”, publicado en Letras Libres, nos presenta nuevas reflexiones sobre la historia de nuestro país, a propósito del libro Los alemanes, de Norbert Elias, en las cuales señala tanto diferencias, que son muchas, como las reveladoras coincidencias entre las realidades de Alemania y Colombia.

Uno de los temas en los cuales Deas piensa que existen afinidades entre ambos países es el de la violencia guerrillera. Y, como era de esperar, no apela a ningún lugar común. El punto de partida es el planteamiento de Elias de que el terrorismo en Alemania resultó de un choque entre generaciones: los jóvenes impacientes y soñadores se sublevaban contra el país anquilosado que recibían de sus mayores. Deas, por su parte, señala que los jóvenes rebeldes colombianos de los años 60 consideraban muy “pesada la maldición del pasado nacional”, un legado de sus mayores que poco o nada les ofrecía, y que el acartonado Frente Nacional hacía insoportable.

Deas concluye que a este “marxismo naif” se le opuso en Colombia un antimarxismo “anticuado, dogmático, macartista”, igualmente alejado de la realidad.

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El historiador Malcolm Deas en su casa en Bogotá. Foto: Gladys Serrano. El País.

Al conflicto generacional, en su opinión, se sumaron varios factores que contribuyeron a la violencia guerrillera en Colombia. En primer término, la gran pobreza y el enorme atraso de las ciencias sociales en los años 50 y 60 y el consecuente simplismo en la explicación de los problemas nacionales. Afirma que este vacío se llenó con un marxismo rudimentario, una especie de catecismo que ofrecía fórmulas ultrasimplistas para la solución de la crisis colombiana. Según Elias y Deas, el emotivo llamado a la revolución y a la redención social era una respuesta efectiva al “hambre de significado” de decenas de jóvenes; una vibrante propuesta a seguir una causa por la cual luchar; una invitación a una militancia violenta revestida de tonos religiosos, con promesas mesiánicas, que exigía sacrificios, incluso el de la propia vida, y que conduciría a la eliminación del atraso, la desigualdad y la miseria. Para cerrar el círculo, Deas concluye que a este “marxismo naif” se le opuso en Colombia un antimarxismo “anticuado, dogmático, macartista”, igualmente alejado de la realidad.

Otro factor relevante en la expansión guerrillera, en opinión de Deas, fue la Revolución cubana. No solo porque les demostró a los jóvenes soñadores, con “hambre de significado”, que la revolución era posible, que el futuro socialista podría estar a la vuelta de la esquina, sino porque, más adelante, el gobierno castrista le proporcionaría recursos y apoyo al ELN y a otros grupos, un tema ignorado por muchos analistas de la violencia, que contribuye a explicar la longevidad de algunas facciones guerrilleras. Con razón Deas afirmó en alguna oportunidad que la ignorancia de la historia empobrece nuestra existencia. Y con sus numerosos libros, artículos y conferencias a lo largo de casi seis décadas, su obra ha contribuido a enriquecerla, iluminar aspectos claves de la vida colombiana, desvirtuar muchos mitos y falsas creencias y, de esta manera, expandir nuestra comprensión de la realidad nacional.

*Columna publicada en el diario El Espectador el 18/12/22.

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Armando Montenegro

Doctor en Economía de la Universidad de Nueva York. Fue Director de Departamento Nacional de Planeación, Presidente de ANIF y director alterno del Banco Mundial. En la actualidad es socio de Ágora, un banco de inversión y columnista de El Espectador.