Los amores difíciles de Pedro Carlos Lemus

Lo llamaré amor es un libro autobiográfico, en él Pedro Carlos Lemus cuenta el dolor de una ruptura amorosa, y el dolor de su madre y de las mujeres que lo rodean; en general el de las mujeres colombianas tradicionales. Hace agudas reflexiones sobre el tema. La historia transcurre en parte en Barranquilla, Lemus recrea su infancia que es triste, pero también está llena de luces, de la compañía de música popular, telenovelas, cantos y actuaciones que alegran su vida. Y lo fundamental: el amor intenso que lo une a la madre. 

Su padre y su madre se separan, y de niño tiene que mudarse varias veces mientras descubre sus gustos, su deseo, y se hace hombre. En una ciudad tradicional y machista, en un país homofóbico, tiene que ocultar su identidad sexual, pero también la disfruta mucho en secreto. Entra a una universidad en Bogotá, otra mudanza, un cambio de espíritu; es más libre y conoce amores que lo encantan y lo hieren. A partir de ahí reflexiona como un disciplinado estudiante de humanidades. 

La novela también es un ensayo y se nota el bagaje académico del autor, aunque a veces cae en disquisiciones inanes al estilo de la escritora Carolina Sanín. Es evidente que Lemus tiene talento, gracia, buen ritmo en la prosa, pero debería liberarse del influjo de Sanín y consolidar sus virtudes: la narración tierna; la mirada honesta, sin pretensiones, de lo cotidiano; la exploración de la cultura popular; la indagación profunda sobre sí mismo. Las contadas reflexiones forzadas opacan la historia.

El libro es generoso en frases lúcidas y poéticas, por ejemplo: “El amor sucede poquísimas veces y convence al enamorado de que es posible salir del tiempo, sustraerse de las heridas y del dolor de las generaciones anteriores. El amor te hace querer ser otro y te hace creer que puedes ser otro. Al fundar ese deseo y esa fe, ya te convirtió en otro”. Y esta evocación entre lo trascendental y lo mundano: “Él estaba en todo: en las naranjas del desayuno, en el arroz del almuerzo, en las nubes de la tarde, en el azul, en el púrpura y el negro”.

Lemus escribe porque el amor es más bello en la escritura, es mejor, tal vez, narrar el amor que vivirlo. O es mejor desear, como el joven Werther de Goethe, que soñaba a partir de un roce o de una mirada de su amada; y que sufre por un sentimiento que está en él, que lo hace vivir y morir, y al exterior no parece importarle. Vivimos en nosotros, morimos en nosotros, soportamos el mundo con sufrimientos en parte creados. Lo otro es el vacío, el darnos cuenta de que no hay nada o de que el todo es inabarcable, inentendible.

La autoficción suele generar polémicas, para muchos la literatura más valiosa es la de “la imaginación”. Puede ser, pero cuando este género  tiene un estilo elaborado, alta calidad literaria, merece atención. Es el caso de Lo llamaré amor, la habilidad narrativa del autor es indudable. 

Al final de la novela hay una narración sobre otros, los vecinos que el protagonista mira por la ventana, y la manera de contar lo que ve es lúcida, precisa y poética. ¿Este será el nuevo camino de Lemus, las disquisiciones sobre la vida de los demás? Ojalá que así sea, o al menos que esto tenga más cabida en su próxima obra, ya veremos.