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El Ministerio de Cultura declaró 2021 el año del centenario de Héctor Rojas Herazo para conmemorar su natalicio y honrar su memoria como uno de los escritores y artistas visuales más significativos del Caribe colombiano en el siglo XX.

Reeditar la obra cumbre del escritor sucreño Héctor Rojas Herazo, el objetivo de esta iniciativa cultural.

Héctor Rojas Herazo fue, junto a Gabriel García Márquez y Alvaro Cepeda Samudio, uno de los autores que contribuyó a modernizar la literatura colombiana. En 1962 el periodista, poeta, pintor y novelista nacido en Tolú (Sucre) publicó Respirando el verano, la primera de una serie de tres novelas que transcurren en un pueblo llamado Cedrón, y que continuó con la publicación, cinco años más tarde, de En noviembre llega el arzobispo. La tercera y última novela de la saga llegó en 1985 con el título de Celia se pudre, un volumen de casi mil páginas que se ha convertido en una obra de culto, no sólo por su calidad narrativa y su complejidad sino por la dificultad que existe para conseguirla.

Y es que de Celia se pudre se han editado apenas 2.000 ejemplares en 36 años. La primera edición fue de Alfaguara en 1985 y la segunda del Ministerio de Cultura en 1998, ambas agotadas desde hace años. De allí la importancia de que se reedite esta obra capital para la narrativa colombiana y la razón por la cual la Fundación IriArtes, especializada en la promoción de lectura y proyectos editoriales, creó el proyecto denominado “Celia se pudre”, que busca hacer una edición de bolsillo de cuatro tomos, tanto en versión impresa como electrónica. El proyecto, que tiene un costo total de 92 millones de pesos, incluye una guía de lectura y un laboratorio de gamificación lectora para el personal bibliotecario de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, como herramientas para conocer y presentar la obra a los lectores de todo el país.

Patricia Iriarte, directora de la Fundación IriArtes y gestora del proyecto, anota: “Queremos thacer posible el acceso a la obra cumbre de Héctor Rojas Herazo en una edición no solo económica sino que realmente facilite su lectura, puesto que se trata de un libro prácticamente desconocido y con el cual existe una deuda social y cultural de todo el país”.

Para financiar el proyecto, la fundación diseñó una campaña de consecución de fondos que se llama No dejemos que Celia se pudra, a través de la plataforma vaki.com (https://vaki.co/leamosacelia) con la que esperan recaudar 55 millones de pesos; un poco más de la mitad de lo que vale su ejecución. Para los recursos restantes la fundación está participando en una convocatoria nacional y adelanta gestiones entre las entidades territoriales y el sector privado.

En la conmemoración de los cien años del natalicio de Héctor Rojas Herazo, la publicación de Celia se pudre se hace justa y necesaria para el público colombiano y para los lectores de habla hispana.

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De las dos ediciones publicadas de “Celia se pudre” se encuentra esta de Alfaguara, de 1985, año en que fue publicado el libro.

Con la contribución de los aportantes o “vakers”, junto a los aportes institucionales, la fundación se compromete a colocar un ejemplar de la obra en 500 bibliotecas públicas del país, aumentando el alcance que tuvieron las ediciones anteriores, y en un formato que se puede cargar fácilmente en el bolso. En la coyuntura de conmemoración de los cien años del natalicio de este autor, la publicación de Celia se pudre se hace justa y necesaria, en primera instancia para el público colombiano y en un futuro cercano, como lo contempla la segunda fase del proyecto, para los lectores de habla hispana.

Como puede leerse en la página de la campaña en vaki.com: “La novela Celia se pudre es la consolidación de un proceso artístico e intelectual en el que la visión de Héctor Rojas Herazo como caribeño frente al proyecto nacional, ha sido refinada al máximo, así como su contribución al pensamiento y a la historia intelectual del país. Hacerla accesible al público general con una edición económica y disponible en el sistema nacional de bibliotecas públicas es una acción social y de reparación histórica, comprometida con la pluriculturalidad y la alteridad dentro del repertorio y el archivo literario colombiano.”

La Fundación IriArtes, conformada en 2015 e integrada por los hermanos Miguel, Patricia, Fernando y Adolfo Iriarte Diaz Granados, ejecutó en Barranquilla y otros municipios del Atlántico el proyecto “Bicilecta, la bicicleta lectora”; realiza cada semana, en asocio con la Biblioteca Piloto del Caribe el programa Radiografías de la palabra, y ha coordinado la edición de diversas publicaciones, entre ellas Atlántico sabe rico, libro premiado por la Gourmand World Cookbook Awards como el mejor libro del mundo en cocina local, en el certamen de 2019.