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Foto: Infobae

Aunque no es una tarea fácil, caracterizar apropiadamente a estas organizaciones armadas le evitaría más de un tropiezo al gobierno actual en su iniciativa de Paz Total.

Darles un lugar a las disidencias de las Farc en el proyecto de Paz Total del gobierno actual es uno de los retos más grandes que afronta esta apuesta. De manera precipitada el gobierno les ha conferido a estas organizaciones un carácter político para hacerlas merecedoras de una negociación política que culmine en un Acuerdo de Paz. 

Estas afirmaciones desconocen, en primer lugar, la zona gris en la que se encuentran estas organizaciones por estar compuestas por subestructuras y liderazgos de orígenes muy diversos y al operar de formas particulares; y, en segundo lugar, la necesidad de caracterizar las organizaciones armadas para así determinar si deben acceder a la negociación política o al sometimiento a la justicia, tal como está estipulado en la Ley 2272 de 2022.

Caracterizar a las disidencias de las Farc no es una tarea menor. Tanto el Estado Mayor Central –EMC– como la Segunda Marquetalia –SM–, representan complejidades que trascienden la dicotomía de disidente o desertor que el gobierno ha querido emplear para explicar a estos grupos armados. Desde la Fundación Ideas para la Paz presentamos tres elementos fundamentales que deben ser tenidos en cuenta para caracterizar a las disidencias de las Farc:

1. Las disidencias no son fáciles de encajar en una misma categoría: son una amalgama de estructuras con orígenes y trayectorias heterogéneas.

Limitar la definición de estos grupos al perfil de sus líderes desconoce los orígenes, trayectorias y composición de estas disidencias. Por ejemplo, si bien alias “Iván Mordisco”, líder del EMC, no firmó el Acuerdo de Paz de 2016, esto no implica que sea el caso de toda la organización. Al interior de este proyecto disidente se encuentran algunas estructuras que se conformaron en la fase de implementación del Acuerdo y cuentan con integrantes que lo firmaron.

Con la SM también aparecen obstáculos. Es un proyecto que nació de la deserción de importantes líderes de las Farc que firmaron el Acuerdo y decidieron abandonarlo casi tres años después. Pero actualmente la SM cuenta con estructuras anteriores a su génesis, como el Frente Acacio Medina, justamente comandado por Jhon 40, un líder que no firmó el Acuerdo de Paz.

A estas complejidades de composición se suma la aparición de nuevos reclutas, personas que nunca tuvieron relación con las Farc, así que no tiene sentido enmarcarlas como disidentes o desertores.

Limitar la definición de estos grupos al perfil de sus líderes desconoce los orígenes, trayectorias y composición de estas disidencias.

2. Las disidencias son más proyectos de unificación que estructuras con unidad de mando y control.

La forma en la que se crearon y consolidaron estos dos grandes proyectos disidentes deja grandes dudas sobre el nivel de unidad interno. A diferencia de las Farc, cuya forma de operar en el nivel nacional era más jerárquica, en las disidencias se observan rasgos mucho más federales en los que las subestructuras tienen formas de operar y niveles de control muy diferentes entre sí.

Por ejemplo, el EMC funciona nacionalmente con cierto nivel de comunicación y coordinación, pero la autonomía de algunas de sus subestructuras es evidente en la forma en la que actúan, un ejemplo es la forma en la que acatan (o no) el cese al fuego. Frente a estas diferencias no existen mecanismos de rendición de cuentas para garantizar la subordinación. Finalmente, algunas estructuras del EMC funcionaron y prosperaron de forma independiente antes de aliarse con este proyecto nacional.

Con la SM es aún más difusa esta cohesión interna. Los mandos más visibles operan desde Venezuela y no parecen tener relación real con las dinámicas de conflictividad en Colombia. La diversidad interna de grupos es aún mayor, por lo que esta conformación se asemeja a una colcha de retazos. 

3. Es difícil rastrear la línea fariana.

Y, en consecuencia, es difícil encontrar cuál es el proyecto político e ideológico real de estas disidencias. A pesar de que constantemente reivindican su existencia como una continuidad de los objetivos de las Farc, muchos de los mandos regionales no cuentan con una experiencia significativa dentro de la antigua guerrilla que permita mantener el legado político. Buena parte de los mandos actuales son jóvenes, sin trayectoria militar o política significativa, y, en algunos casos, con perfiles mucho más asociados al crimen.

De nuevo, en este aspecto, el análisis sobre el nivel de politización de la estructura se limita a la existencia de un puñado de mandos con trayectorias importantes (Márquez, Mordisco, Jhon 40 o Calarcá) que no necesariamente representan las características de las estructuras que comandan. 

Frente a este panorama y todas las implicaciones jurídicas que representa, se hace indispensable comenzar a caracterizar a estas estructuras disidentes en todas sus dimensiones. Solo así se podrá encontrar la vía adecuada mediante la cual estos grupos armados pueden ser parte de la Paz Total, antes de insertarlos en caminos que representen más obstáculos que soluciones.

Por el momento, es importante que el gobierno haga uso de las herramientas que tiene a su disposición para tomar la mejor decisión, entre ellas la Instancia de Alto Nivel, justamente creada para sugerirle al Presidente de la República qué grupos pueden acceder a qué ofertas. La Instancia tiene a su disposición información importante de la mano del Ministerio de Defensa, Fiscalía y Defensoría del Pueblo, cuyas investigaciones y balances pueden ayudar a resolver esta situación en medio de la complejidad que cubre a estas estructuras.

Una lectura juiciosa de los grupos armados permitirá avanzar en los marcos jurídicos y aproximaciones negociadas con los cuadros directivos. Adquirir compromisos sin tener claro quiénes son los que están del otro lado de la mesa puede generar incentivos perversos y dificultades que en el camino pueden ser críticas para la Paz Total.

 

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Paula Andrea Tobo

Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Como investigadora de la Fundación Ideas para la Paz –FIP– trabaja en temas de dinámicas del conflicto y grupos armados.