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El actor colombiano John Leguízamo y la chef barranquillera Stephanie Bonnin en una aparición en la televisión de los Estados Unidos. Foto: Instagram John Leguizamo.

Stephanie Bonnin es la creadora de La TropiKitchen, un exitoso concepto culinario con el que la barranquillera acerca la comida del Caribe y la cultura colombiana a los paladares de la capital del mundo.

Justo antes de la pandemia del COVID-19, vi en Internet un nombre que me llamó la atención: La TropiKitchen. Después supe que la barranquillera Stephanie Bonnin, creadora de la marca, había transformado la sala de su pequeño apartaestudio en Brooklyn en un comedor en el que sus amigos tenían la oportunidad de disfrutar de las recetas con las que crecieron en sus lugares de origen. “Todos mis amigos colombianos que viven aquí me escribían pidiéndome recetas, preguntaban: ¿oye, cómo se hace un arroz con coco?”, recuerda Bonnin sobre los orígenes de su emprendimiento que gracias al voz a voz logró un rotundo éxito y llegó a ser reseñado por el New York Times y otros medios.

Durante la pandemia, sus clientes empezaron a extrañar su comida y decidió hacer servicios a domicilio. La idea creció bastante rápido. Dos semanas después, ya estaba produciendo sesenta comidas diarias yo sola en mi pequeña cocina y repartiendo por todo Nueva York. Más adelante, mi marido y yo tuvimos la idea de cocinar y que la gente lo recogiera desde la ventana de mi cocina. Creo que la comida cura, así que quería brindarla en ese momento de malestar. Al lugar la gente llegaba a recoger sus arepas, enyucados, bollos, pasteles, toda una variedad de comida ancestral y tradicional de mi tierra”, me dice mientras conversamos en una banca del Union Square Greenmarket, de Manhattan, donde hemos acordado encontrarnos.

El lugar, un mercado agrícola con puestos de varios pequeños productores y granjeros que se han convertido en buenos amigos de Bonnin, es el spot donde comienza a ocurrir la magia de La TropiKitchen. Stephanie logra conseguir aquí los mejores productos frescos y orgánicos para sus preparaciones. Se es mejor cocinero en la medida en que más cocines. Las abuelas cocinan delicioso porque llevan toda la vida haciéndolo”, me cuenta en medio del bullicio del lugar. Entre un plato y otro, afirma haber aprendido que quienes hacen cocina latinoamericana tienen una labor muy importante: darle altura e importancia a su propio producto. “Si vas a hacer un tamal este debe ser elaborado con los mejores ingredientes, y tener un precio acorde a esa calidad”, señala. 

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Stephanie Bonnin selecciona alimentos frescos en un recorrido por el Union Square Greenmarket de New York. Foto: Esteban Abdala.

Al mercado, ella lleva algunas de las delicias que prepara en casa para sus amigos agricultores de todas las nacionalidades, y a la vez nutre su despensa con diversos productos. Recorro el lugar junto a Stephanie y el fotógrafo y artista visual cienaguero Esteban Abdala, quien hace las fotos de este artículo. Aquí la vida del campo se funde en la gran ciudad, una urbe hecha a pulso por inmigrantes. Detrás de cada rostro hay una historia llena de sueños, horas sin dormir, desilusiones y heridas de batalla.

Stephanie ya es conocida en el lugar y se acercan a ella con cariño. En el sitio confluyen todo tipo de personas: actores famosos, cocineros de los más grandes restaurantes de la ciudad, turistas que llegan por sorpresa y uno que otro local en busca de productos orgánicos. Me habla de lo difícil que es abrirse camino en New York:Es una ciudad que te recibe con los brazos abiertos, pero que literalmente te escupe por el trasero. Yo creo que en esta ciudad hay que ser muy talentoso, pero eso no es suficiente, ya te puedes imaginar todos los talentos que llegan. Lo más importante es ser auténtico y también entender que el sentido de comunidad es muy relevante. La gente en general siempre busca pertenecer y crear espacios. Yo creo que Nueva York es una de esas ciudades que tiene representaciones de todas las culturas del mundo, así que hay que ser auténtico para poder conectar con la gente, para tener éxito”.

Vivir para cocinar

El padre de Stephanie falleció en 2014, hecho que la sumió en una depresión que duró dos años. Mientras intentaba sobrellevar su dolor, descubrió que solo cocinar podía sacarla de la niebla y hacer que viviera el presente a plenitud. Entonces, decidió abandonar la carrera de derecho en Barranquilla, su ciudad, y asistir al Institute of Culinary Education en Nueva York y luego al Basque Culinary Center en el País Vasco en España. El desarrollo de su talento culinario la llevaría a cocinar en algunos de los establecimientos de alta cocina más aclamados de New York, incluido el famoso restaurante de Enrique Olvera, Cosme.

En el camino, Bonnin se dio cuenta de que su verdadera pasión iba más allá de la mera cocina: quería utilizar la gastronomía para ayudar a las personas a conectarse entre sí y con su herencia cultural. Y así nació su proyecto La TropiKitchen, un blog y negocio de comida centrado en las tradiciones gastronómicas ancestrales de las regiones del Caribe hispano.

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La chef barranquillera es conocida entre los proveedores de comida de la Gran Manzana, la magia de La Tropikitchen comienza en mercados como este. Abajo, izquierda. La periodista Cristina Said, autora de esta nota, comparte con Stephanie Bonnin. Foto: Esteban Abdala.

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Mientras estudiaba, todos mis amigos colombianos me escribían constantemente pidiéndome recetas. Cuando estás en otro país extrañas la comida de casa. Así fue como comencé a escribir recetas. Al final, ellos me convencieron para que empezara un blog y así empezó La TropiKitchen. La gente se mostró tan interesada en el concepto que comenzó a evolucionar y a convertirse en algo más”, recuerda la chef.

Stephanie percibió que los jóvenes estaban perdiendo el vínculo con las tradiciones culinarias de las abuelas, de sus antepasados. Así que La TropiKitchen empezó como un espacio para que los colombianos se reunieran, y se ha expandido para incluir a todos los latinos en New York. Estos podían ir para reconectarse con las costumbres gastronómicas de su herencia. Es que no hay cocina sin cultura”, cree Bonnin. 

Para esta chef costeña lo más importante no es que la gente piense que sus tamales son los más ricos del mundo, sino que  pueda degustar una de sus sopas, por ejemplo, y esto los transporte a la casa de sus abuelos, a Colombia, Perú, a Argentina. Trabajando en Cosme estaba cocinando comida mexicana junto a venezolanos, peruanos, colombianos, gente de todas partes de América Latina, ¡y hasta de Rusia! La cocina se convierte en un lugar donde pueden conectarse personas de todas las culturas. Eso es lo que espero que transmita La TropiKitchen, quiero que recuerdes los gustos de tu hogar, pero también que te des cuenta de que eres parte de algo más grande, una comunidad global”,  comenta emocionada.

La TropiKitchen empezó como un espacio para que los colombianos se reunieran, y se ha expandido para incluir a todos los latinos en New York. Estos podían ir para reconectarse con las costumbres gastronómicas de su herencia. No hay cocina sin cultura”, afirma. 

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“No hay cocina sin cultura”, afirma Bonnin. Con la TropiKitchen la barranquillera ha puesto a la cocina local en un escenario global. Foto: Esteban Abdala.

New York, New York

Para abrirse paso en la Gran Manzana, Stephanie debió enfrentar grandes desafíos, el primero de ellos, las inseguridades personales. Si tienes un plan de negocios, comprendes tus números y tienes un buen producto, entonces estás en el camino correcto. Pero también tienes que lidiar contigo misma, con la inseguridad de que quizás no seas lo suficientemente buena; con el miedo al fracaso o a no  poder. Enfrentar eso todos los días es el mayor desafío, pero siempre que tengas un plan de negocios y cómo hacer actividades de divulgación, entonces el negocio marchará”. Tener un negocio de comida en New York no es tarea fácil, requiere de una gran inversión, advierte. Por ejemplo, tuve que pagar mucho dinero para obtener mi marca registrada, las licencias adecuadas y tener acceso a una cocina comercial para poder producir pedidos grandes que me permitieran ganar dinero. Es un gran desafío en una ciudad con muchas restricciones”.

En la actualidad, La TropiKitchen realiza experiencias gastronómicas para clientes privados y colaboraciones con otros proyectos en New York. También busca un espacio para abrir su estudio culinario. Aunque dejó de hacer eventos en casa porque se volvieron demasiado públicos y tuvo que enfrentar la complejidad de temas regulatorios, el negocio va viento en popa. Estuve en Puerto Rico, ahora me voy a Bogotá a cocinar en Mesa Franca, y ya tenemos agendada una nueva sesión de cocina en casa de John Leguizamo”.

Desde que fundó La TropiKitchen, Stephanie se ha convertido en una etnógrafa alimentaria autodidacta, estudia las rutas de migración y alimentación de Colombia. Nuestro país, en su biodiversidad, es rico en platos variados que responden a características regionales. Su proyecto ofrece una experiencia evocadora para los latinos en Nueva York, y una expresión gastronómica única para los amantes de la culinaria.

 

En Instagram: @latropikitchen

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Cristina Said

Periodista, especialista en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos de la Universidad del Norte.

 

 

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