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La actriz Salma Hayek protagoniza uno de los capítulos de la nueva temporada de ‘Black Mirror’. La producción no desentona con sus predecesoras y plantea nuevas preguntas a nuestra supuesta “utopía” digital.

La plataforma Netflix estrenó en estos días una nueva temporada de “Black Mirror”. La popular serie inglesa de ciencia ficción rastrea en  el ayer el nacimiento de nuestro malestar tecnológico.

Regresó la serie que nos desencanta de la tecnología, que nos dice que la evolución de celulares y plataformas digitales es tal vez involución. Que el progreso también es barbarie, como sugería el filósofo Walter Benjamin. ¿La dictadura de Silicon Valley sobre nosotros (Google, Instagram, etc.) nos hace más estúpidos e inhumanos? Esto parece preguntarse la serie, de impecable producción y muy buenas actuaciones. Pero en esta temporada 6, Black Mirror viaja al pasado, nos dice que la distopía de hoy ya venía gestándose hace décadas, que algo hicimos mal. Pero no nos castiguemos, solo somos seres humanos, y la tecnología tiene dos caras como todo en la vida, claro.

La temporada tiene cinco capítulos y uno queda con ganas de más. El primero, Joan is Awful, es una especie de pesadilla infinita que remite a The Truman Show. La vida de una mujer es filmada sin su consentimiento y vista por todos en Netflix, pero en la pantalla es interpretada por Salma Hayek, que para enganchar actúa de villana; la “adaptación” dramática de la vida de la mujer la deja con mala imagen. El segundo capítulo, Loch Henry, es una burla a los True Crimes de Netflix (la serie se burla de Netflix, que como el capitalismo digiere la crítica y la vende) con un final inesperado. En mi opinión el segundo mejor capítulo de la entrega.

“Black Mirror” viaja al pasado, nos dice que la distopía de hoy ya venía gestándose hace décadas, que algo hicimos mal.

El mejor es Beyond the sea, en él dos hombres que tienen una misión por años en el espacio tienen la oportunidad de vivir con sus familias en la tierra a través de réplicas, unos dobles creados a partir de sus organismos. Pero la cuestión en un momento se complica. El encantador capítulo, ambientado en los años 60 en Estados Unidos, remite a clásicos de ciencia ficción como Ray Bradbury y Robert Heinlein. La temporada vale la pena por este episodio que es una película. En Mazey Day nos les va muy bien a unos paparazzis abusadores, esto a finales del siglo XX. La estética del capítulo es un poco Pulp y grotesca como los periódicos sensacionalistas, y está muy bien.

Algunas críticas dicen que Black Mirror ya no es lo mismo, que ha bajado la calidad. Tal vez así sea, pero ya lleva varias temporadas de episodios inolvidables, no pidamos tanto. El que cierra esta entrega, Demon’79, tiene algo de humor, pero es más bien para olvidar. Remite a los filmes de Blackxploitation de los años 70, y hay crímenes y policías, buena crítica política; sin embargo, el final es bastante predecible, un cliché de varias películas. En general creo que la serie se sostiene, el espectador abducido por Netflix juzgará.

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Juan Sebastián Lozano

Escritor y periodista colombiano. Su libro de cuentos, La vida sin dioses, fue publicado en 2021 por Calixta Editores.