Margarita Garcia

Ilustración: Luci Gutiérrez. The New Yorker.

“Hágalo usted mismo” y autopublicación: el opio de la literatura.

El escritor y político de origen cubano, José Martí, inmortalizó una de sus frases célebres: “Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Con un planeta sobrepoblado y ultracontaminado, creo que se necesitan más árboles que hombres. Respecto a lo de escribir un libro, las cosas parecen fuera de control, y tanto la naturaleza como la literatura yacen en peligro.

Hay escritores como microbios en el hueso de hule de un perro, como granitos de arena en la playa”. Se lanzan libros como arroz en una boda comunal. Pululan editoriales (buenas, regulares y mediocres) como barberías y moteles.

Todos pueden ser escritores”, parece  ser la consigna. La autopublicación está a la orden del día. El policía poeta, el abogado sonetista, la mucama novelista, el fisicoculturista teatrero, el jubilado y sus memorias, el ama de casa o el coach emocional, llevan su legajo de cualquier cosa” hasta estás fábricas del horror literario. Por un módico” aporte económico en menos de lo que canta un gallo tienen un libro recién salido del horno.

Escribir es mi hobby”, dice la párvula poeta en un Jam Session antes de empezar a leer desde su móvil un insufrible poema que dice: Desde que te marchaste suceden cosas extrañas: me rinde más la pasta dental y la cistitis desapareció. La casa ya no huele a pecueca y perro mojado”. (Aplausos y Heavy Metal de fondo).

En los últimos años, el boom de editoriales independientes ha explotado en todas las direcciones, las hay como en botica: de gran nivel literario como Laguna, Mackandal, Destiempo, Himpar, Rey Naranjo, que periódicamente editan libros con altos estándares de calidad literaria (óptimos contenidos y diseños), y que no cobran a sus autores por publicarlos. Son editoriales que se toman su tiempo cuidando el producto” que formará parte de su catálogo. Las hay underground publicando temas que usualmente son censurados por las grandes editoriales. Y están las otras”, ahí el autor se mete la mano al dril y paga por ver publicado un adefesio que llega a contaminar y en cierto modo a sabotear el trabajo arduo de otros autores que asumen la literatura como una forma de vida o de muerte lenta.

El mundillo literario es en la actualidad un estanque infestado de lagartería, de lobby, de roscas, de exclusiones, y sobre todo, de falta de criterio estético.

Libros editados por un capricho del que siempre quiso ser poeta y un día escribió: Del cielo cayó un florero y yo que soy torero me hice un gran sombrero”. (Aplausos, el público presente desespera, ansioso por el cóctel).

Literatura” estéril para ser leída entre miembros de la misma secta fúnebre y borracha que siempre sacan de la manga un poema nuevo para mascar. 

Un editor debe ser como un entrenador de boxeo o de fútbol, alguien que sabe qué es lo mejor del artista y lo motiva a crecer desde ahí, a exigirse, a no ser mediocre, a liberar lo mejor que tiene, a corregir los errores y descuidos. No es un curador, es parte fundamental del equipo para que lo publicado sea la mejor versión de la obra”, opina Juan Sebastián Lozano, escritor y periodista cultural.

En estos tiempos que corren hemos visto cómo la mediocridad se impone en tantos escenarios. Todos cantan, pintan, actúan, hacen cine, y también escriben. El mundillo literario es en la actualidad un estanque infestado de lagartería, de lobby, de roscas, de exclusiones, y sobre todo, de falta de criterio estético.

Los autoproclamados escritores del momento” son una mafia aburguesada, que según se sabe, avalan lo que debe exhibirse como la gran literatura” colombiana en el exterior. Las editoriales indie (las buenas) son la resistencia, un salvavidas para un público lector sediento de nuevas alternativas. Y las otras” seguirán vendiendo humo a su público, todos aquellos que asumen el acto escritural como un pasatiempo. Como una aguada sopa de letras que nunca pudieron resolver.

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julio-martín
John Better

Poeta y escritor barranquillero autor, entre otros, de los libros China White (2006), Locas de Felicidad (2009) y las novelas A la caz(s)a del Chico Espantapájaros (2016) y Limbo (2020).