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En Colombia los departamentos de la periferia, al contrario que los del centro del país, se ubican en los resultados más bajos en calidad educativa. Foto: Vamos Colombia.

La calidad de la educación en Colombia es como una carrera de ciclismo en la que ciertos competidores tienen una bicicleta profesional de alta gama en perfecto estado, mientras que otros compiten en bicicletas viejas y sin cambios.

Muchos padres aspiran a dejarle de herencia a sus hijos una buena educación que les permita tener una vida saludable y productiva. Para muchas personas la educación es la clave del futuro de los países, en la medida que genera mayor crecimiento económico, innovación, mejores instituciones y mayor cohesión social. Por eso “… hablar de educación es hablar de (in)justicia, de (des)igualdad de oportunidades y de cómo corregirlas” (Urzúa y Fontaine, 2018)1. En las últimas décadas, en Colombia hemos logrado importantes avances en cobertura de la educación, sin embargo, la escolarización sin calidad tiene posibilidades limitadas para lograr la movilidad social. La calidad de la educación en el país se asemeja a una carrera de ciclismo en la que ciertos competidores tienen una bicicleta profesional de alta gama en perfecto estado, mientras que otros compiten en bicicletas viejas y sin cambios. En igualdad de condiciones, la carrera la ganaría el más talentoso, disciplinado y esforzado. Sin embargo, la realidad es que, si las bicicletas son muy diferentes habrá una enorme ventaja para quienes tienen la mejor al inicio de la carrera. En Colombia, tradicionalmente se ha estudiado la brecha de la calidad de la educación pública y la privada, así como la brecha rural y urbana. Los jóvenes en colegios privados y en las ciudades reciben mejor educación que aquellos que estudian en colegios públicos y en el campo. Sin embargo, una dimensión menos analizada de la desigualdad educativa es la regional. Un año de educación en un departamento de la periferia del país (en la región Caribe, Pacífica, de la Orinoquía o Amazonía) es radicalmente diferente a un año de educación en un departamento del centro del país (en la región Andina, Antioquía y el Eje Cafetero, y Valle del Cauca). En el 2020, sólo el 18.2 % de los estudiantes en educación básica y media en la periferia estudiaban en jornada única o completa, mientras que, para el centro del país esta cifra era más del doble, 40.9 %. La brecha en cuanto a formación docente es más baja, la proporción de docentes con formación de posgrado en el centro y la periferia es de 33.2 y 30.3 %, respectivamente. Sin embargo, cabe anotar que el Caribe, es la única región con un porcentaje por debajo del promedio nacional, con un 25 % de los docentes con este nivel educativo. Del total de estudiantes matriculados en grado 11 en el centro del país, aproximadamente 1 de cada 10 estudia en un colegio en la categoría más baja de desempeño en la clasificación del Icfes (que se estima con base a los resultados en la prueba Saber 11). En la periferia, 4 de cada 10 estudiantes está matriculado en un colegio de este tipo. En el aprendizaje de una segunda lengua, en particular del inglés, también existe una brecha importante. En el 2020, el 19.2 % de los estudiantes que presentó la prueba saber 11 en un departamento del centro de Colombia obtuvo un puntaje medio o alto en inglés (A2, B1 o B2). La cifra en la periferia, es aún más baja, con tan sólo un 13.2 % de los estudiantes en este nivel.  

Gráfico No. 1. Indicadores educativos en el 2020, Centro vs. Periferia. Fuente: Elaboración de los autores con base a Icfes (2020) y Dane (2020).

Una dimensión menos analizada de la desigualdad educativa es la regional. Un año de educación en un departamento de la periferia del país (en la región Caribe, Pacífica, de la Orinoquía o Amazonía) es radicalmente diferente a un año de educación en un departamento del centro del país (en la región Andina, Antioquía y el Eje Cafetero, y Valle del Cauca).

Estas diferencias regionales en los indicadores educativos mencionados, se reflejan también en los resultados en las pruebas estandarizadas. En todos los niveles, sin excepción, la periferia presenta un peor desempeño que el centro del país. Por ejemplo, la proporción de estudiantes con un desempeño insuficiente en Saber 9, es el doble en la periferia que en el centro para el caso de lenguaje y es 10 puntos porcentuales superior para el caso de matemáticas.

 

Gráfico No. 2. Porcentaje de estudiantes con un desempeño insuficiente en matemáticas y lenguaje en la prueba Saber 3, 5 y 9 (2017), Centro vs. Periferia. Fuente: Elaboración de los autores con base a Icfes (2017).

La brecha permanece hacia el final del ciclo básico educativo. En el Mapa No. 1 se visualiza la dimensión regional de las desigualdades en la calidad de la educación. En el 2020, el puntaje global en la prueba Saber 11 del estudiante medio en el centro del país fue de 256 puntos, mientras que en la periferia fue de 237, registrando una diferencia de casi 20 puntos. Asimismo, el departamento con el mejor desempeño de la periferia en esta prueba, el Atlántico, registró un puntaje promedio de 245,6 puntos, que estuvo 23 puntos por debajo del departamento con mejor desempeño del centro, Bogotá que tuvo un puntaje promedio de 268,4. Las brechas son aún mayores en la parte baja de la distribución. El departamento con peor desempeño de la periferia es Chocó, con un puntaje promedio de 208,6 puntos, y este se encuentra 34 puntos por debajo del departamento con peor desempeño del centro del país, Tolima con un promedio de 242,2 puntos. Lo más preocupante es que esta brecha no se ha reducido a lo largo del tiempo, por el contrario, se ha ampliado. La brecha entre el puntaje total estandarizado en la prueba Saber 11 entre el centro y la periferia ascendió de 0,33 a 0,42 desviaciones estándar, entre el 2000 y el 2021.2

Estos resultados muestran que los jóvenes de las regiones de la periferia del país avanzan en la carrera de la educación usando una bicicleta vieja y sin cambios, con una gran desventaja respecto a sus pares en otros departamentos del centro del país que van montados en una bicicleta profesional. Las diferencias son contundentes en términos de jornada única, formación docente, nivel de inglés, calidad de los colegios y resultados en las pruebas estandarizadas. Priorizar la reducción de estas brechas debe ser un compromiso del Gobierno Nacional y de los Gobiernos locales de cara a una sociedad que cada vez quiere menos desigualdades. Se deben hacer las inversiones para garantizar el acceso a educación de calidad para todos los jóvenes en las distintas regiones. Sólo así, la educación será un potente vehículo de movilidad social.

 

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Mapa No. 1. Puntaje promedio municipal en la prueba Saber 11, 2020. Fuente: Elaboración de los autores con base a Icfes (2020).

Referencias
1Fontaine, A., & Urzúa, S. (2018). Educación con patines. Santiago, Chile: Ediciones El Mercurio. 2El puntaje individual se estandariza en número de desviaciones estándar con respecto al promedio nacional con el fin de hacer comparable el periodo completo. 
Adolfo Meisel Roca

Doctor en Economía de la Universidad de Illinois. Se desempeña desde 2019 como Rector de la Universidad del Norte en Barranquilla.

Ángela Granger Serrano

Economista y magíster en economía por la Universidad del Norte, asistente de investigación de la misma universidad.

 

 

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