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Álvaro Cepeda Samudio fuma un habano en una foto de archivo. Su biblioteca personal podrá consultarse en la Universidad del Norte. 

Más de 1.800 libros de la biblioteca de Álvaro Cepeda Samudio, donados por su viuda, Tita Manotas de Cepeda, estarán disponibles para consulta en la biblioteca Karl C. Parrish de la Universidad del Norte.

El escritor barranquillero Álvaro Cepeda Samudio fue un apasionado por el periodismo, la literatura y el cine. Se caracterizó por su enorme talento, que valga decir se manifestó de forma precoz. Fue el corazón del Grupo de Barranquilla; lo definieron su devoción por la amistad, la lectura y también por las diferentes manifestaciones de la cultura del Caribe colombiano. Se atrevió a romper esquemas e innovó. Incluso se burló de los intelectuales del interior del país que consideraba parsimoniosos, y solía decir, parodiando unos versos de quien se reconocía en los años cincuenta como uno de los poetas más celebres del país: “Salvo Carranza, todo está bien”.

Más barranquillero que el bollo de yuca, inventó el cuento de que era cienaguero cuando dijo: “Soy un cienaguero universal”. Durante años los críticos literarios e historiadores cayeron en la trampa de Cepeda, una singular “mamada de gallo”.

Muy joven se fue a la Universidad de Michigan para perfeccionar su inglés y luego asistió a cursos de periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Leyó ampliamente la literatura anglosajona en la lengua nativa de sus autores y fue un conocedor del cine, la filosofía, la literatura latinoamericana y mundial. Murió demasiado joven, a los 46 años, de un cáncer que lo llevó a la tumba en tres meses. Tenía mucho que dar aún.

Estando en casa de Cepeda, García Márquez revisó su biblioteca y en un gesto muy suyo le dijo: Llévate lo que quieras. Gabo escogió un texto de Virginia Woolf, a lo cual Cepeda comentó: “Es de lo más valioso que hay allí”.

Los temas que abordó Cepeda en sus escritos periodísticos y literarios siguen siendo vigentes. En una de sus columnas publicadas en el Diario del Caribe, habló de los bobales, explicando que era el “… término genérico con el cual los barranquilleros designan a ese montón de gente que opina ampulosa y frecuentemente sobre todo lo que sucede o va a suceder”. En estos tiempos “los bobales” navegan impunes en las redes sociales, participan activamente, descalifican, ensalzan y generan grandes polémicas que distraen la atención de la ciudadanía sobre lo que es realmente importante.

Junto a Alejandro Obregón, “El Nene” Cepeda disfrutó los bares de Barranquilla, del Junior, y las parrandas. Con Gabriel García Márquez compartió el gusto por la música vallenata y el deleite de los escritos de Faulkner, Hemingway y Virginia Woolf. Precisamente, cuando eran muy jóvenes, Cepeda introdujo a Gabo en los escritos de la escritora británica. Estando en casa de Cepeda, García Márquez revisó su biblioteca y en un gesto muy suyo le dijo: Llévate lo que quieras. Gabo escogió un texto de Virginia Woolf, a lo cual Cepeda comentó: “Es de lo más valioso que hay allí”.

Con el paso de los años su biblioteca se amplió. De Estados Unidos trajo muchos autores que ya conocía y también nuevos que enriquecieron su lectura. Todos sus libros ahora estarán a disposición de los investigadores y estudiosos de la obra de Álvaro Cepeda, gracias a la donación que le hizo a la Universidad del Norte su viuda, Tita Manotas de Cepeda. Son más de 1.800 ejemplares que reflejan bien los intereses de Álvaro. Están siendo clasificados en este momento y en unas pocas semanas estarán disponibles para su consulta en la Biblioteca Karl C. Parrish Jr.

Además de la valiosa colección bibliográfica, la Tita donó una fotografía de “El Nene” Cepeda intervenida y firmada por el pintor barranquillero Norman Mejía. Esa fotografía será guardiana de ahora en delante de la Colección Álvaro Cepeda Samudio en la Universidad del Norte.

Adolfo Meisel Roca

Doctor en Economía de la Universidad de Illinois. Se desempeña desde 2019 como Rector de la Universidad del Norte en Barranquilla.