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Para Juan José Ferro la literatura sin concesiones plantea una interesante forma de exploración narrativa. Foto: Carlos Ospina.

En Economía experimental, obra ganadora del Premio Nacional de Novela Inédita del Ministerio de Cultura, el escritor Juan José Ferro retrata a un economista racista y machista, tan detestable como interesante, que intenta encajar en el mundo. Contexto dialogó con el autor. 

Las novelas centradas en un personaje pueden ser fascinantes y complicadas a la vez: implican ver el mundo a través de la óptica de esa persona, atestiguando sus decisiones, juicios morales y acciones. Si el personaje resulta chocante o desagradable para el lector, este podría abandonar la lectura. En Economía experimental (Angosta editores, 2023) Juan José Ferro (Bogotá, 1988) no se lo pone fácil al lector a la hora de sentir empatía o admiración por el personaje principal de su tercera novela. El economista Espinosa es alguien cuya profesión se encuentra tan fusionada con su persona y carácter que todo lo ve (incluidas situaciones íntimas) como experimentos o modelos económicos. Carece de empatía, es racista y machista y ni se ha dado cuenta. Cuando sucede algo impensable que trastoca esa normalidad estricta que lo gobierna se ve obligado a analizar su vida mientras se refugia más intensamente en su profesión, que al parecer es lo único que funciona y para lo que es bueno.

El Ministerio de Cultura le otorgó a Economía experimental el Premio Nacional de Novela Inédita en 2022. 

Contexto conversó con Ferro, quien es autor además de El efecto Bilbao y Saber y Ganar. Su cuento “La siesta de los obreros” fue incluido en la antología de nueva narrativa colombiana Puñalada Trapera II (Rey Naranjo editores, 2022). 

Pablo Concha: La escena que pone en movimiento la historia es una infidelidad, pero la forma del economista de afrontarla es extraña: la ignora, se centra en sus rutinas, le da largas al asunto a la hora de discutirlo con su esposa, etc., lo que les crea más problemas. Ese núcleo incandescente nunca pierde su fuerza. ¿Cómo hiciste para sostener este conflicto durante toda la novela?

Juan José Ferro: Desplazándolo. La novela está hecha a partir de un gran conflicto cuya resolución se aplaza, y pequeños conflictos cuya resolución con frecuencia también se aplaza. Pero esa suma de aplazamientos produce una rara sensación de avance y de querer seguir leyendo. La literatura que a mí me interesa como lector, estoy pensando en Sara Gallardo, Penelope Fitzgerald, Alessandro Baricco, Sergio Chejfec, rara vez está construida en la pregunta de qué va a pasar, sino en la pregunta de por qué pasa lo que pasa. O mejor, por la pregunta de qué significa eso poco que pasa. Es una literatura más centrada en la reflexión sobre pocos hechos que en la peripecia y la novedad constante. El economista no quiere resolver, quiere entender. Y yo aspiro a que el lector entre de a poco en esa lógica de no ir hacia adelante sino hacia adentro. Esos nuevos conflictos llenan de significado el conflicto inicial y le dan a su protagonista una versión más rica de lo ocurrido. Si la hay, esa es la epifanía del personaje a la que el lector asiste. Pero no asiste pasivamente, sino muy activamente. El lector todo el tiempo decide cuándo le cree y cuándo no le cree a ese personaje que parece tan seguro de su forma de ver el mundo. A la larga esa tensión entre lo que el personaje cree sobre sí mismo y lo que el lector sabe, porque el lector siempre sabe más, es una de las claves de la novela.

P.C.: ¿Cómo fue la construcción de este personaje? ¿Está basado en alguien real?

J.J.F.: Está imaginado a partir de personas reales. Economía Experimental es una novela de campus, un género que yo siento se cultiva muy poco en la tradición latinoamericana y que cuando se cultiva se hace casi siempre desde la sátira, con la intención de reírnos de lo ridículos que pueden ser los académicos. A mí me interesaba esa dimensión humorística, pero también explorar el mundo académico desde un lugar de verdadera admiración por el oficio. La novela es, quizá de formas algo retorcidas, un homenaje a la mirada académica del mundo. Por eso el economista es una amalgama de personas que yo admiro. La nota final del libro habla de una serie de autores que hacen parte del pensamiento del protagonista… Carl Sagan, Rose y Milton Friedman, Adam Smith. La gracia es que también hacen parte de la escritura del texto. Aunque está narrada en tercera persona, la prosa del libro es también la prosa que usaría el protagonista para escribirlo, propia de su oficio como científico social.  Eso quizá quiera decir que el personaje está imaginado también a partir de textos reales, es una suma de lecturas y de formas de ver el mundo que me interesan mucho. Incluso después de haber escrito la novela no te podría decir si esas miradas me gustan, pero sí que me interesan mucho. Pero que me interpelen es más importante a que me convenzan, y ahí vuelvo a la suspensión del juicio moral a la que aspiraba yo con esta novela.  

A mí me molestan mucho los libros que despachan en dos líneas la forma como sus personajes se ganan la vida, pues esa es una pregunta esencial de la experiencia humana contemporánea.

¿Qué fue lo más duro de lograr en esta novela?

El libro tenía que lograr un equilibrio difícil entre que el lector se metiera en el oficio del personaje, pero sin que eso se sintiera pedante. Me tomó años lograr el tono para que el libro no se sintiera como un manual ni una clase de economía, sin renunciar a exigir la atención del lector para entender algunos conceptos económicos. Las versiones iniciales tenían mucha más jerga económica, eran mucho más pesadas que la versión final. Economía experimental se toma el trabajo de construir con cuidado el oficio de su personaje. A mí me molestan mucho los libros que despachan en dos líneas la forma como sus personajes se ganan la vida, pues esa es una pregunta esencial de la experiencia humana contemporánea. Al contrario, aprender en qué consiste un oficio es una de las cosas más interesantes de los libros. Esa tarea toma tiempo y esfuerzo, pero creo que los buenos lectores están dispuestos a eso. Siempre digo que no me gustan los libros que piden poco y dejan algo. A mí me gustan los libros que piden bastante y dejan mucho más. Me gustan los libros que son como pedalear un puerto de montaña y llegar a una vista sobrecogedora, no los libros que son como pedalear en plano con una vista apenas agradable al lado de la carretera.

Como les sucede a muchas personas, el economista no es consciente de sus defectos, lo que también le trae problemas. Otro rasgo que no pinta una imagen favorable de él. No se lo pones fácil al lector a la hora de sentir empatía por él… ¿Fue algo intencionado?

Completamente. La idea de proponer formas de leer que funcionen más allá de la empatía del lector con el personaje ha sido siempre parte de mi búsqueda. Cada uno lee como quiere, pero creo que la lectura demasiado centrada en la identificación emocional del lector con los personajes limita otras posibilidades interesantes de la novela. Sobre todo, limita una idea que he tomado de Annie Ernaux, del prólogo a Pura Pasión… la necesidad de que la literatura conserve un espacio de amoralidad. La literatura que me interesa intenta, muy sutilmente y sin echar discursos rimbombantes, estirar las costuras de nuestras estructuras morales. Para eso me sirve un personaje que por momentos es detestable, pero siempre es interesante. Un tipo con mucho humor negro hacia el mundo, pero también hacia sí mismo. Lograr que a pesar de que el protagonista no se deja querer, el lector quisiera seguir leyendo era el reto más grande de escritura. Hay una vuelta adicional de la tuerca. La pregunta que el economista durante toda la novela es justamente por el lugar de la empatía en su vida cotidiana. Ahí la novela se muerde la cola con algo de humor, algo que me alegró que el jurado del Premio Nacional reconociera.

El fallo del premio lo anuncian en 2022, pero Economía experimental sale publicada en la segunda mitad de 2023. ¿Qué tan arduo fue el camino hasta la publicación con Angosta editores? ¿Qué tanto cambió la novela en ese proceso?

El mundo editorial tiene sus tiempos y a la larga uno agradece que así sea. Todo lo que me tocó esperar, y fue mucho, hizo mejor al libro. El premio no implicaba la publicación con ningún sello específico, así que me puse en la tarea de buscar una editorial a la que le interesara el libro más allá de la visibilidad que le daría el premio. Yo ya era un lector agradecido de los libros de Angosta, y por eso se los envié. Me respondieron muy rápido que les interesaba publicarlo, pero que debíamos revisarlo con la misma paciencia con la que hacen todos sus libros. Cuando me dijeron eso me sentí en casa, y nos pusimos a trabajar. Estar en una editorial independiente tiene sentido para eso, para hacer las cosas con un cuidado mayor. La novela cambió mucho, aunque haya cambiado poco. Me explico… el libro no cambió radicalmente su estructura ni la forma en que estaba escrito. Pero corrigió todos sus errores de escritura, uno de ellos vergonzoso, y tuvo dos o tres cambios sutiles que lo hacen más potente. Después del proceso de edición el libro se hizo más atrevido en sus apuestas por la intertextualidad, por la reflexión, por el humor negro. Tener un editor que no intente amaestrar sino profundizar las apuestas más radicales de un texto es la mayor fortuna para un libro. 

La literatura que me interesa intenta, muy sutilmente y sin echar discursos rimbombantes, estirar las costuras de nuestras estructuras morales.

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Economía experimental, publicado por Angosta editores, ganó en 2022 el Premio Nacional de Novels Inédita del Ministerio de Cultura.

¿Cuáles podrías decir que son los autores que más te han influenciado en este libro?

Una influencia fundamental fue un género que en Colombia se practica muy poco: el libro de difusión. Me refiero a libros en los que académicos famosos le cuentan al mundo en qué consiste la investigación académica que hacen. El mismo Carl Sagan, o más recientemente Daniel Kahneman, Daniel Gilbert, Paul Bloom, como puedes ver todos de una tradición muy anglosajona, y muy masculina, tristemente. Leí con interés muchas de esas obras para encontrar el tono del libro, y encontré momentos de mucha belleza. Después incorporé la pregunta por la difusión del conocimiento a públicos no académicos como una de esas tramas que desplazan la acción de la pregunta inicial. Y está Adam Smith, claro. Si hiciéramos un recorrido histórico de libros escritos por economistas para el público general seguro un lugar privilegiado lo ocuparía La riqueza de las naciones. Pero Smith tiene otra obra aún más interesante, aunque tristemente menos leída, La teoría de los sentimientos morales. Ese libro me voló la cabeza y me llenó de ideas para Economía experimental. Quiero creer que la mano invisible de Adam Smith, en su versión de economista del comportamiento, mueve los hilos de la novela.  

¿Qué puedes contarnos sobre tus próximos proyectos?

Que son inciertos, como todo en la literatura. Pero puedo asegurar que vienen cosas con la Editorial Zaíno, en la cual juego como socio y editor. Hacer libros como Todas las que fuimos me han enseñado que quizá la edición es la forma más placentera de la escritura. Y seguramente este año publique una novela breve con la Editorial de la Universidad Javeriana. Una novela muy distinta a Economía experimental. Yo no aspiro a ir puliendo un mismo estilo, sino a que cada libro mío parezca escrito por una persona distinta. 

¿El trabajar como editor en Zaíno ha cambiado de alguna forma tu manera de afrontar tus propios textos?

Mucho, de forma consciente, e imagino que aún más de forma inconsciente. Quizá lo que más me ha reafirmado es la idea de la creación como un trabajo colaborativo y grupal, casi como una forma del afecto. El mito del escritor como un genio solitario no solo es una falsedad histórica, sino una recomendación muy torpe. Yo cada vez necesito una red más grande para hacer lo que hago. Por supuesto que las decisiones finales del libro nadie las iba a tomar por mí, pero todos los aciertos de Economía experimental son resultado de largas conversaciones que tuve con amigos y editores. Ellos me ayudaron a entender cuál era el libro que quería escribir. Menciono a dos que fueron fundamentales para que este libro llegara a puerto, y me encanta la idea de acabar esta entrevista con un agradecimiento; Enrique Winter y Carlos Ospina, mi socio en Zaíno, además.

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Pablo Concha

Escritor colombiano. Autor de los libros de cuentos Otra Luz y La piel de las pesadillas. Colaborador literario en varios medios culturales.

 

 

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