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La artista barranquillera Jessica Mitrani lo ha hecho todo: desde las artes plásticas hasta las artes escénicas, sus inquietudes creativas exploran un amplio rango de motivos y temáticas. Foto: Marcelo Krasilcic.

El cine y el teatro son los vívidos sueños de esta artista plástica barranquillera cuya versátil obra ha sido exhibida en importantes festivales y museos del mundo. 

Me encuentro en Tribeca, en el centro de Manhattan, en el estudio de la artista Jessica Sofía Mitrani. La barranquillera llegó a New York en 1999 y al barrio en 2002, cuando la gente se iba de aquí por el 9/11. En su casa se respira arte, cada pieza que veo me sumerge en el mundo feminista de esta creadora multifacética: hace cine, teatro, performance, instalaciones, diseño de vestuario. Su obra se ha exhibido en prestigiosas galerías y museos como el OCD Chinatown en Nueva York y el Center Pompidou de París. 

Desde niña, en Barranquilla, Mitrani empezó a entenderse como alguien que desafiaba lo aprendido, las percepciones ajenas e incluso las propias, las definiciones comunes sobre las cosas, los convencionalismos. Con su aspecto original, sus gestos, y sobre todo, lo que dice, atrae toda mi atención. En el diálogo también hace arte. Se pone de pie y me cuenta sobre su obra y proyectos, me siento con una maestra en un salón de clases. Me imagino aquel día a finales de los noventa cuando Gabriel García Márquez la tomó de los hombros para llamarle la atención, la sentó en su silla y le dijo: “Barranquillera, el único que puede estar de pie aquí soy yo”. Ella, con sus inquietudes intelectuales y su energía, no podía estar tanto tiempo sentada. Esto sucedió en el célebre taller “Cómo se cuenta un cuento”, en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. 

Gabriel García Márquez la tomó de los hombros para llamarle la atención, la sentó en su silla y le dijo: “Barranquillera, el único que puede estar de pie aquí soy yo”. Jessica Mitrani, con sus inquietudes intelectuales y su energía, no podía estar tanto tiempo sentada.

En ese momento Mitrani vivía en Barranquilla y trabajaba como abogada del ICBF; la labor fue una oportunidad para percibir otra belleza, para abrirse a otras realidades y sensibilidades. Se cuestionó con profundidad sobre la realidad social, salió de la burbuja. El arte ya estaba ahí, claro, participaba de la mano de Pacho Bottía en la adaptación cinematográfica de ‘Juana tenía el pelo de oro’, del escritor Álvaro Cepeda Samudio. Un día en el trabajo escuchando una de las tantas tragedias familiares cotidianas, una historia de maltrato, pensó que a partir de esta podía hacer un cortometraje. Bottía la animó a concursar por una beca de Colcultura. 

Jessica ganó la beca e hizo su primera película: Rita va al supermercado. “En esta parodia de detergentes azules, chorros de jabón, sangre goteando de bolsas de carne, cepillos de plástico, apariciones de Frida Kahlo y rollos de papel higiénico, Rita se enfrenta a los demonios que forman parte de su rosado y complejo mundo femenino”, se lee en la sinopsis que acompaña a la película en los festivales de cine. Empezó entonces la transformación artística de Mitrani, decidió mudarse a New York con su familia para perseguir sus sueños. Después de un Máster en dirección de teatro en el Actors Studio, se dedicó a su obra en distintos formatos de expresión, sin límites. 

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Jessica, mientras supervisaba las impresiones originales de su trabajo expuesto en la galería LaMama de Nueva York. Foto: Brooklyn Editions.

El trabajo audiovisual de la barranquillera incluye: Rita va al Supermercado, Mary Jane, Tocados para la paz, que aparecieron en importantes festivales y museos. The Undertaking, su colaboración con el grupo de teatro The Civilians, fue estrenada en el Festival New Wave de la Academia de Música de Brooklyn. Mitrani también recibió el apoyo de la Fundación Hermes para hacer la película inmersiva Travelling Lady, protagonizada por la actriz española Rossy de Palma. El video Quisiera reencarnar en palmera fue comisionado como parte del 45 Salón Nacional de Artistas en Bogotá. Y por supuesto hay más logros, Jessica Mitrani ha sido valiente para materializar sus sueños y esto le ha dado recompensas desde hace varios años. 

En Colombia, su trabajo se ha visto en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, y en los de Medellín y Barranquilla. Recientemente, en el marco de los 60 años del Mambo, Vajillas Corona, Vístete de Colombia y Jessica Mitrani crearon ‘IRIS’: una vajilla diseñada por Mitrani en la que utiliza  ojos como motivo gráfico principal. La palmera que está en el bello decorado de los platos significa para Mitrani hospitalidad, una planta que resiste todas las vicisitudes y produce frutos.   

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Jessica Mitrani en compañía de la actriz y cantante española y ‘chica Almodóvar’ Rossy de Palma. Mitrani dirigió “Travelling Lady”, obra teatral que desafía los estereotipos femeninos. Foto: A Shade Vision of Fashion.

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‘IRIS’ es el nombre de la vajilla que Mitrani diseñó para conmemorar los 60 años del Museo de Arte Moderno de Bogotá.

Eugenio Viola, el curador del Mambo, le hizo este llamado para que diseñara “un acto de amor”, como lo define ella, pues los ingresos de la venta de estas piezas se destinan al museo. Las ilustraciones de la vajilla surgen de una serie de grabados que Mitrani vio mientras dormía: “Soñé que el paisaje me miraba” y partir de esto hice una reflexión sobre el territorio, el paisaje y la naturaleza. 

Desde la perspectiva de Jessica Mitrani, “la sensibilidad existe no solo en los humanos, sino también en otros animales, plantas, minerales y espíritus. Las imágenes de la vajilla sugieren una visión modificada de la realidad: entre el mundo físico y el mundo cósmico, pues somos perecederos e inmortales”. Estos artículos fusionan el arte y lo utilitario en una experiencia sensorial. 

En la curiosa mirada de Jessica Mitrani sus múltiples intereses abordan el tema de la identidad –Jessica es una artista colombiana con una cultura diversa, viviendo en una ciudad cosmopolita–, pero también la transformación constante, la comunicación.  “Estar en la vida implica una constante exploración, es una aventura permanente que nos propone un mundo que siente. Es necesario comunicarnos con la naturaleza de sujeto a sujeto, no verla como un objeto inerte para consumir y expropiar. Encontrar la comunicación profunda con los animales y las plantas, conectarnos con el mundo vivo que nos rodea”.

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Cristina Said

Periodista, especialista en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos de la Universidad del Norte.

 

 

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