
Jaime Garzón, inmolado el 13 de agosto de 1999 en Bogotá, revolucionó en nuestro país la forma de hacer humor político. Foto: Pinterest.
25 años después del asesinato de Jaime Garzón, una novela gráfica creada por su hermano, el humorista gráfico Alfredo Garzón, y la dramaturga Verónica Ochoa, evocan la memoria del hombre que revolucionó la forma de hacer humor político en el país.
Un día, el humorista gráfico Alfredo Garzón fue a un teatro en Bogotá por invitación de la dramaturga y actriz colombiana Verónica Ochoa; ella lo invitó a ver una obra que estaba presentando porque el tema central era un recorrido dramático por los detalles que circundaron el magnicidio del inolvidable humorista Jaime Garzón, hermano de Alfredo.
A partir de esa experiencia surgió una complicidad creativa, un trabajo en equipo entre Garzón y Ochoa, que en el año 2024 dio como resultado el libro ilustrado que lleva el título de Garzón, un duelo imposible.
El título de la obra hace explícito el dolor, pero no es solo un duelo personal o familiar, no. La muerte de Jaime Garzón es una de las heridas más grandes que todavía avergüenzan a Colombia como país, como sociedad.
Jorge Mario Sarmiento Figueroa: Lo paradójico de este duelo nacional es que el nombre, la imagen y la memoria de Jaime Garzón provocan una sonrisa. ¿Para ustedes cómo es?
Alfredo Garzón: Tal como lo dices, el nombre de Jaime provoca una sonrisa. Y yo también creo que la experiencia de hacer este libro junto con Verónica y un equipo de dibujantes, de asesores en temas de relato secuencial, en temas de color y de diseño, al traer a la memoria a Jaime, a sus ideas y a las propuestas que les hizo especialmente a los jóvenes en Colombia, que hicieron que su nombre no se haya olvidado y haya significado y siga significando una sonrisa y una esperanza, porque él planteaba que ser colombiano es la responsabilidad de transformar este país.
Verónica Ochoa: De alguna manera, Jaime nos unió. El aura que tiene Jaime que nos toca tan profundamente a tantos colombianos y colombianas es una cosa muy potente. Yo siento que tuve la posibilidad de crecer con esa figura en la televisión, en los medios de comunicación. Era una niña, pero fui creciendo y de alguna manera labrando una conciencia, un pensamiento político a partir de las ideas, de la presencia y de la manera en que Jaime nos influenció. Y ahora, con el paso del tiempo, creo que podemos reconocer que nos influenció más de lo que percibíamos en el momento en el que él estaba vivo, porque Jaime labró en nosotros un pensamiento crítico alejado de la especie de optimismo tóxico, naif o ingenuo, sino que realmente nos incitó a que nosotros construyéramos nuestro futuro.

La dramaturga Verónica Ochoa y el humorista gráfico Alfredo Garzón, hermano de Jaime, son la dupla creativa detrás del libro “Garzón, un duelo imposible”, una obra gráfica sobre la vida del humorista bogotano. Foto: Bacanika.
Jaime labró en nosotros un pensamiento crítico alejado de la especie de optimismo tóxico, naif o ingenuo, sino que realmente nos incitó a que nosotros construyéramos nuestro futuro.
J.M.S.F.: En el equipo con el cual hicieron este libro hay dibujantes que por edad no alcanzaron a ver a Jaime Garzón en vivo en sus programas y en sus conferencias. ¿De qué manera perciben ustedes que los contenidos de Jaime Garzón son recibidos por ellos hoy?
V.O.: Yo misma era una niña cuando veía los programas de Jaime Garzón. Mi padre lo veía y realmente se emocionaba, eso hacía que me transmitiera esa revelación que él experimentaba. Me asombraba que Jaime era un cómico muy importante, así crecí pensando que el cómico ejerce algo que todo un pueblo quiere hacer, que es burlarse del poderoso y ejecutar una especie de ajuste en el orden de la realidad, porque hay políticos que tienden a tergiversar el orden o la lógica de la realidad; entonces, los cómicos recomponen eso que los políticos tuercen. Alfredo y yo que hemos estado viajando con el libro, nos hemos encontrado que niños de 12, 13, 14 años nos dicen “yo conozco a Jaime, yo lo he visto en YouTube”, “me lo mostró una profesora en la escuela”, “a mí un amigo me habló de él”.
A.G.: En el grupo de dibujantes de este libro, que comenzamos a hacerlo en 2019, hubo personas de varias edades. Estaba Sergio Palacio, que era menor de edad, y también estaba Álvaro Duarte, que es un maestro que en ese momento tenía 69, 70 años. Fue una reunión de generaciones, Alejandro Guarín, Daniel Martín, Lucía Duarte, Juliana Ocampo y yo. Nosotros hicimos este libro a la manera de Jaime, como Jaime lo hubiera hecho.
¿Cómo es esa manera de Jaime?
A.G.: Recuerdo que en una ocasión acompañé a Jaime y a Rafael Chaparro a grabar partes del programa que estaban haciendo. En esa época era Zoociedad. Salían con una idea a grabar exteriores, querían ir a un lugar que se había inundado, un paso nivel que se había inundado en Bogotá de una obra nueva, entonces a ellos se les ocurrió que esa era la ‘piscina olímpica de Bogotá’ y fueron a inaugurarla. Y mientras iban, en el camino aparecían otras posibilidades, otros temas, y lo iban haciendo. Era un proceso vivo. Este ejemplo lo pongo para decir que la construcción de este libro fue también un proceso vivo de conversación entre personas de varias generaciones, cada uno desde su experiencia, cada uno viviendo aprendizajes del proceso. El libro tiene 564 páginas y unas 3.000 ilustraciones. Fue un proceso de mucho trabajo, pero también de mucho aprendizaje. Para los más jóvenes fue conocer parte de la historia de este país que no conocían. Para los mayores fue la posibilidad de volver a mirar hacia atrás para comprender el presente, porque mientras estábamos haciendo el libro sucedieron los estallidos sociales de 2019 y de 2020 en Colombia, y decidimos incluirlos porque casualmente en el libro estábamos contando el paro cívico de 1977, en el que Jaime y yo participamos como parte de nuestra educación cívica, de ser ciudadanos y entender que teníamos que participar en la construcción del país.

Una de las viñetas de la novela gráfica sobre la vida de Garzón en la que participaron dibujantes de diferentes edades. Foto: Bacanika.

Portada de “Garzón, un sueño imposible”, un homenaje de 564 páginas a la memoria del humorista colombiano.
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Alfredo Garzón lleva décadas publicando viñetas de humor en El Espectador. En una viñeta suya del 22 de diciembre de 2024 aparecen un par de edificios, uno enfrente del otro, de los que salen disparos de metralletas, evidenciando que hay una guerra. El conflicto que allí se muestra llega a un nivel tan cruel que ambas construcciones quedan demolidas por la fuerza de la violencia, y cuando ya parece que nada existe, surgen de las ruinas humeantes dos seres humanos que se dan la mano en medio de la destrucción.
Esa viñeta es una nítida forma de recordar algo que Jaime Garzón decía: “para lograr la paz hay que sentarse, y si se sigue peleando hay que volver a sentarse, y si se sigue golpeando hay que volver a sentarse”.
Esa invitación del inolvidable humorista es una huella que su hermano Alfredo sigue poniendo con su sonrisa, con su firma: Garzón.
Jorge Mario Sarmiento Figueroa
Periodista, cronista, poeta y animador de lectura barranquillero.
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