Foto: ICBF
Ayudar a que hayan mas graduados en educación superior no parece ser la mejor manera de resolver la inequidad en educación en un país donde los más pobres no tienen acceso a programas educativos durante la primera infancia y muchos ni siquiera llegan a terminar la educación primaria.
La distribución de los resultados educativos en Colombia es altamente inequitativa. Por ejemplo, la tasa neta de matrícula en pre-escolar en Colombia es del 45 %. La tasa de supervivencia del quinto grado (porcentaje de una cohorte de estudiantes que terminan el ciclo educativo) es del 85 %. La calidad de la educación medida por pruebas de conocimiento estandarizadas es muy baja. Además, estos resultados están relacionados con el estatus socioeconómico de los estudiantes. Claramente los estudiantes de familias con altos ingresos tienden a obtener mejores tasas de matricula en pre-escolar, tienen una mayor tasa de supervivencia en la primaria y tienen, por ejemplo, puntajes más altos en la prueba Saber. Para empeorar la cosa todos estos indicadores educativos, incluyendo el aprendizaje, se hacen mas desiguales por la condición socioeconómica de la escuela. El sistema educativo no corrige esta desigualdad. ¿Cuál sería una buena política para solucionar ese problema?
Para corregir la desigualdad de la educación en nuestro país se han invertido grandes sumas en educación superior, con el supuesto de que programas gubernamentales de becas universitarias para estudiantes capaces (medidos por las pruebas del ICFES) de familias con bajos ingresos mejora la equidad. Sin embargo, algunos argumentan que esta decisión no mejora la equidad porque la mayoría de los estudiantes con bajos recursos no terminan el bachillerato y muchos ni siquiera terminan la primaria.
Si vemos un método usado para justificar las inversiones en diferentes niveles de educación que se basa en comparar los beneficios socioeconómicos que producen en comparación con sus costos, la evidencia internacional muestra que la inversión en educación es muy rentable tanto desde el punto de vista privado como público. Encontramos que la tasa privada de rentabilidad, cuando beneficia al educado directamente, es mayor para la educación superior –en Colombia es cerca de 19 %–, luego para la educación técnica y secundaria, y menos para primaria e inicial. En contraste, la rentabilidad social, beneficio colectivo, es exactamente lo contrario, es mayor para la educación inicial.
La evidencia internacional observada en las últimas décadas indica que invertir en el desarrollo de la primera infancia y la pre-escolar, es la inversión educativa con la tasa de retorno social más alta.
Por esto, con seguridad que esta inversión en becas universitarias tiene una tasa de retorno privada muy alta, pero esta no parece ser la mejor manera para que el gobierno decida invertir recursos públicos para mejorar la equidad del sistema educativo, porque hay diferencias en la rentabilidad social y la privada de la inversión en los diferentes niveles educativos. Como veíamos, la evidencia internacional observada en las últimas décadas indica que invertir en el desarrollo de la primera infancia, DPI, (entre 0 y 4 años de edad) y la pre-escolar, es la inversión educativa con la tasa de retorno social más alta.
Consistente con esta información, intervenciones en esta etapa temprana del ciclo de vida indican que tiene una alta tasa de retorno social de hasta el 18 %. Por esto, países con sistemas educativos equitativos y de calidad, invierten más recursos públicos en la educación inicial que en la educación superior, porque justifican la inversión en el nivel educativo con los retornos sociales más altos, beneficiando más a la sociedad en general, que a los individuos en particular.
Con base en esta información, invertir recursos públicos en educación superior para mejorar la equidad de la educación, no parece ser la mejor inversión. Como la educación superior tiene una mayor rentabilidad privada, lo ideal para mejorar la equidad es ofrecer préstamos educativos recuperables a estudiantes capaces de ingreso familiar bajo, ya que los graduados, por recibir mayores ingresos laborales durante su vida laboral, tendrán la capacidad de pagar la deuda contraída. Además, si se limita a que los beneficiarios de los préstamos solo se matriculen en las universidades certificadas, también se estaría mejorando la calidad de la educación, matando dos pájaros de un tiro.
No prestar atención al análisis económico de las inversiones en educación aumenta la probabilidad de poner en peligro la prosperidad de las generaciones futuras al hacer un mal uso de los limitados recursos del Estado. Además, invertir en becas en educación superior sin ninguna condicionalidad, generará desperdicios financieros, perpetuando la inequidad, la pobreza y la exclusión social.
Eduardo Vélez Bustillo
Profesor Visitante en Peking University, en China, y en Kobe University, en Japón.