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La Galería La Escuela de la Universidad del Atlántico alberga la muestra ‘Mi vida en rosa’, una muestra colectiva que incluye obras del artista barranquillero Gustavo Turizo.

No temas al rayo homosexualizador, la retrospectiva y muestra colectiva dedicada al artista ‘queer’ se toma Barranquilla.

El pintor Gustavo Turizo se niega a morir. Su obra mucho menos. Si bien después del diagnóstico de VIH Turizo decidió ir apagándose lentamente, su obra está tan viva como el fucsia intenso que pinta las paredes de la galería La Escuela de la Universidad del Atlántico, en donde actualmente cuelga parte de su legado, una reciente exposición organizada por uno de sus grandes amigos y conocedores de su trabajo, el veterano y talentoso artista plástico Fernando Castillejo.

Castillejo recordaría a Turizo a mediados de los años ochenta en la escuela de Bellas Artes de Barranquilla. Lo dejó boquiabierto por su apariencia ‘desclosetada’, término acuñado por el cronista Carlos Monsiváis refiriéndose a ese pintoresco freak que fue el escritor y performer Pedro Lemebel. 

Castillejo quedó prendado de aquella estampa Turiziana: indumentaria queer, cabello tinturado de colores vivos, ademanes delicados y lengua voraz y afilada. Pero, así como despertó su fascinación, Castillejo salió casi que huyendo de aquel papagayo pop que era Gustavo, tal vez por miedo al verse reflejado en aquel espejo kitsch en movimiento, en épocas donde ser gay era más que censurable.

 

Viridiana Molinares y el artista plástico Gustavo Turizo en una fotografía de archivo.

‘Las mujeres más bellas del mundo son hombres’, obra de Gustavo Turizo.

Sería solo cuestión de tiempo para que el pintor dejara atrás el qué dirán y consolidara una estrecha relación con Turizo, a la que se unieron otros nombres como Nórdica –gran performer drag queen –, el equivalente para Turizo de lo que fue la actriz Divine para el cineasta John Waters. 

A esta época se refiere Castillejo como “los años maravillosos” y sus vivencias, un sinnúmero de historias, quedaron consignadas en La Grupa, un cómic underground en donde se narraban de manera sarcástica y queer eventos del mundillo cultural del Caribe colombiano. No quedaría títere con cabeza en aquellos mosaicos que requieren una urgente edición y en el que se pasean figuras como Jéssica Grossman, Gustavo García, Marco Mojica, Álvaro Barrios, entre otros.

Hecho ya maestro de Bellas Artes, en 1995, Turizo gana el VII Salón Nacional de Artistas con la instalación ‘Las mujeres más bellas del mundo son hombres’, obra que le permite viajar a ciudades como Bogotá, Washington y Nueva York, metrópolis fetiche del artista, quizás el lugar donde debió nacer un espécimen como él. Pero a falta de ‘New York, New York’, Turizo nutrió su inspiración a base de filmes, música, revistas de moda y arte.

Castillejo quedó prendado de aquella estampa Turiziana: indumentaria queer, cabello tinturado de colores vivos, ademanes delicados y lengua voraz y afilada.

La vida en rosa de Gustavo Turizo, es el nombre de la exposición que irá hasta el próximo 7 de septiembre en la Galería La Escuela de la Universidad del Atlántico. Una muestra que nos presenta a un artista que no pasa de moda y que, como dice la canción: “Pink Is the color of fashion”. Una obra que va del kitsch al homoerotismo y que incluso lo cursi lo convierte en fascinación y hastío, como un arrogante French Poddle teñido de rosa o una máquina de algodón de azúcar a la salida del cine.

Los apasionados y conocedores encontrarán en esta exposición a un Turizo en carne, hueso y cenizas. Se conmoverán otra vez con sus cuadros, instalaciones, objetos y dibujos. Los nuevos artistas queer reconocerán a la madre monstruo y harán fila para que ponga algo de blush en sus mejillas con su mágica paleta de tonos pasteles. Los más conservadores fruncirán la nariz y saldrán corriendo, levemente manchados por la altanería del artista pobre, el artista marique, el genio marginal que se niega a morir y que cada tanto emerge para enamorarnos con sus ocurrencias pop-éticas.

Sobre la exposición, Jaime Abello, director de la Fundación Gabo y amigo del artista, afirma: La memoria pictórica de Gustavo Turizo ha renacido como una rosa preciosa, erguida sobre un oasis cultivado con sentido de rescate, homenaje y humor por amigos fieles, en medio del desierto cultural de nuestra metrópoli ruralizada y sometida a un régimen fenicio”.

De izquierda a derecha, las obras ‘El que juega solo nunca pierde’, de Gustavo Turizo; ‘Horny Since 1986’, de Jean Paul Volture, y ‘Matrimonio’, de Fernando Molinares.

Ojalá esta muestra de la Galería La Escuela, con curaduría de Fernando Castillejo y alojada en la edificación decaída de una universidad pública que merece mejor suerte, no quede reducida a un episodio pasajero del calendario de las exposiciones de Barranquilla, sino que  circule más y permita la edición de un catálogo o libro que testimonie ante las nuevas generaciones de aspirantes a artistas sobre por qué hay que mantener el optimismo respecto de la capacidad de los individuos para crear con originalidad y compartir belleza desde cualquier parte del mundo, sin dependencia de las políticas culturales o de los cenáculos artísticos.

No me arrepiento de nada” (“Non, je ne regrette rien”) cantó la inmortal Édith Piaf, autora también del tema ‘La Vie en Rose’ (‘La vida en rosa’). A ambos artistas los unió una vida no tan sutil y perfumada y un legado artístico donde nunca cupo el arrepentimiento.

Mi vida en rosa

Muestra Colectiva, Galeria La Escuela

Universidad del Atlántico Sede Centro
Cra 43 No 50 – 53. Barranquilla.
22 de agosto – 7 de septiembre
Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 6:00 p.m.
Entrada libre

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John Better

Poeta y escritor barranquillero autor, entre otros, de los libros China White (2006), Locas de Felicidad (2009) y las novelas A la caz(s)a del Chico Espantapájaros (2016) y Limbo (2020).

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