El oficio de comadrona aún sobrevive en regiones apartadas como el Pacífico colombiano. Foto: El Tiempo.
Nacida en Cartagena en 1765, esta comadrona llegó a atender por espacio de 50 años los partos de miles de mujeres. Recuerdos de un oficio que en Colombia se niega a desaparecer.
Por miles de años, cuando una mujer iba a parir era socorrida por otra mujer que contaba con experiencia en atender partos, especie de obstetra empírica. Las funciones de parteras eran desempeñadas por mujeres a las que llamaban comadronas, y en el “trabajo del parto” eran acompañadas por las mayores de las familias y algunas vecinas, como expresión del despliegue de los mecanismos de solidaridad comunitaria.
Aunque el uso de los términos “comadrona” o “partera” estaba extendido en varias partes de América Latina, el primero no aparece en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española de comienzos del siglo XVIII, publicación en la que sí se registró en segundo, dándole por significado: “La mujer que por su oficio asiste a la que está de parto, que comúnmente se llama Comadre” (Diccionario de Autoridades de 1737, tomo V).
“Comadrona” tampoco aparece en el diccionario Vocabulario costeño, publicado en 1922 por el barranquillero Adolfo Sundheim. En el diccionario de Costeñismos colombianos, publicado en 1942 por el presbítero Pedro María Revollo se registra el vocablo en los siguientes términos: “Comadrona. Barbarismo. La mujer que asiste a otra en el parto se le llama partera o comadre. El médico que asiste en igual caso es comadrón; este es el masculino de comadra. No existe comadrona. Es lógica la formación de co-madre, o sea madre conjunta, porque la partera coopera intelectual y manualmente al nacimiento correcto del niño”. Pero el término de nuevo desaparece en el Lexicón de colombianismos publicado en 1964 por Mario Alario di Filippo.
En Cartagena se reconoce en Carmen de Arcos de la Torre –tía del poeta Jorge Artel– a la primera obstetra profesional, pues logró ser examinada en 1907 por una junta de médicos y que se le expidiera un diploma como reconocimiento a sus conocimientos y sus años de experiencia.
Carmen de Arco de la Torre, partera cartagenera. Foto tomada del libro La Cátedra historia de la Universidad de Cartagena, Vol. 2.
Sin embargo, como es de suponer, el logro de ese reconocimiento profesional no significa que haya sido la primera. Un largo listado de mujeres cuyos nombres permanecen en el anonimato le precedieron en los siglos anteriores. Uno de estos casos fue el de la señora Gregoria Ascensión de Castro, nacida en Cartagena en 1765 y fallecida en esta ciudad, el 30 de diciembre de 1842, a los 77 años de edad.
Ejerció su oficio en una época en el que la medicina sufría transformaciones y empezaba a institucionalizarse por medio del control de los protomedicatos sobre las parteras. En 1819, a los 44 años de edad, en el contexto de los controles establecidos por las autoridades españolas luego de la reconquista de Cartagena llevada a cabo fines de 1815, fue examinada por el Protomedicato, autoridad formada por médicos, cirujanos y boticarios afamados que dictaminaba quiénes podían ejercer profesiones y oficios relacionados con la salud. Esta institución le reconoció la condición de Profesora, lo que pudo significar que preparaba a otras mujeres en el oficio. Todo parece indicar que, a la usanza de la época, atendía a domicilio. Bajo la república el código de policía de la provincia de Cartagena de 1833 reconocía que el oficio de partera tenía que ser ejercido por personas examinadas y aprobadas: “Ninguna persona que no sea médico, cirujano, comadrón, partera, boticario o sangrador examinado y aprobados para estas profesiones bajo la pena de la ley y responsabilidad del daño que causen”.
Una nota necrológica aparecida en la edición del 8 de enero de 1843 del periódico Semanario de la provincia de Cartagena, describe algunos rasgos del ejercicio de la obstetricia por parte de esta señora, quien llevó las estadísticas de los partos que atendió y las cesáreas que practicó:
Una nota necrológica de 1843 resaltaba la labor de comadrona de Gregoria Ascención de Castro.
Aún en las circunstancias aflictivas de estar asediada esta plaza y en medio de las balas, Gregoria Ascención ocurría con su acostumbrada puntualidad al llamado de sus parturientas.
“Necrología. El día 30 del próximo pasado Diciembre falleció la Sra. Gregoria Ascensión de Castro, profesora de obstetricia, a los 77 años de edad. Esta Sra. se aficionó al arte de partear desde el año de 1791, y en el de 1819, después de haber practicado 64 operaciones, se presentó a examen y fue aprobada con pulcritud. Desde aquella época hasta el 26 de diciembre de 1842 resultan, según el curioso registro que dicha profesora llevó, 2.849 operaciones en los términos siguientes: 1.266 varones viables: 1.149 hembras viables: 235 muertos de varios sexos extraídos del útero, y 199 paries o secundinas en la misma forma.
Consagrada exclusivamente al ejercicio de su arte, jamás se excusó al socorro de las que la necesitaron, y aún en las circunstancias aflictivas de estar asediada esta plaza y en medio de las balas, ocurría con su acostumbrada puntualidad al llamado de sus parturientas.
El Ser Supremo puso término a sus días, y ella ha dejado a sus parientes y amigos en la mayor aflicción, como igualmente a una gran parte de las personas de su sexo, que confiadas en los conocimientos de su profesión, la honraban cuando tenían necesidad de sus servicios”.
La creación de la facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena (1827) no logró desplazar la importancia de las comadronas las que siguieron ejerciendo sus labores de asistencia en el parto hasta bien avanzado el siglo XX.
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Sergio Paolo Solano
Historiador. Profesor del Programa de Historia de la Universidad de Cartagena. Doctor en Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.