ajonjoli-campesinos

Foto: Fikry Anshor. Unsplash.

Los corruptos también ‘ghostean’. Estas son algunas de sus ‘avispadas’ estrategias.

En las relaciones interpersonales actuales, particularmente en las redes sociales, se han venido estableciendo términos para describir situaciones en las que una persona desaparece, e incluso cuando esta ausencia se hace con visos de manipulación. Así por ejemplo en el ghosting, término inglés que significa a “hacerse el fantasma”, la persona se esfuma de la relación sin dar explicaciones. Hay otra variante que se denomina orbiting, que es cuando la persona hace seguimiento en redes, pero evita los mensajes directos. Existe una tercera y es el caso del breadcrumbing, cuando aquel se aleja da “migajas”, estos es, aparece brevemente y se aleja creando la sensación de una relación o de la posibilidad de que esta se recupere, lo cual nunca sucede.

En los casos de la contratación de obras o la provisión de servicios públicos en Colombia vienen hace un tiempo dándose fenómenos similares. Contratistas y propietarios de empresas privadas de servicios se ocultan, se hacen los fantasmas. La situación podría compararse también con el baile típico de los carnavales de la Guyana Francesa, el Touloulou. En este las mujeres se disfrazan completamente sin dejar ver su piel ni cabello, usan un perfume distinto al usual y sacan a bailar al hombre de su preferencia sin que este sepa en toda la noche, y probablemente nunca, quién fue. Desafortunadamente, en lugar de la picardía o erotismo implícito en estos bailes, estas prácticas en el ámbito de la contratación pública se prestan para evadir responsabilidades y ocultar responsables de casos de malversación de fondos o corrupción. Se asemejan más a la manipulación y a la opacidad del ghosting.

Así ‘ghostean’ los corruptos

Una primera figura son los consorcios o uniones temporales. Sus nombres suelen ser muy peculiares. “Consorcio Represa siglo XXII” o “Unión Temporal Luz de vida”. Aunque es una buena opción para acometer obras de envergadura, la figura es ideal ya que pueden, por ejemplo, integrar experiencias en distintos ámbitos de la ingeniería o unir empresas extranjeras con socios locales. Estas no parecen ser las razones en la mayoría de los casos en Colombia en que se usan estos esquemas. Cada vez que se intenta destapar un desfalco o investigar un caso por aparente corrupción, aparece un complejo entramado de consorcios y uniones que dificulta, y a veces imposibilita, saber quiénes son los verdaderos dueños de los contratos, dejando a los entes de control frente a unos verdaderos fantasmas. Un hecho muy común es que las participaciones de uno o varios miembros son vendidas luego de adjudicado el contrato y al final quienes terminan ejecutándolo, si es que se ejecuta, son diferentes a los adjudicados. A diferencia del ghost en las redes que se las tira de fantasma, estos sí son de verdad.

Una realidad compleja y que está en la raíz del fenómeno de la corrupción en Colombia es que cuando se logra desenredar el entramado aparecen empresas asociadas a alcaldes, gobernadores, congresistas o concejales. En una famosa concesión de alumbrado público en el Caribe se decía, como si fuera algo normal, que la interventoría estaba en cabeza de un exalcalde, así su nombre no figurara en la misma. Son contratos de largo plazo con una renta cautiva y sin mayores riesgos. A partir de ahí se construyen dinastías políticas que terminan reproduciendo el sistema.

Casos como el de Centros Poblados, aún sin resolverse, son una muestra clara de la utilización de esta figura. El objetivo del Mintic era conectar vía internet a más de 7.000 colegios en 15 departamentos. Para ellos dividió la geografía colombiana en dos. Un primer contrato se le adjudicó en un 100 % a Comcel S.A. (Claro Colombia), firma reconocida en el sector, es decir, para nada un fantasma. Centros Poblados, beneficiaria del segundo contrato, por el contrario, estaba constituida por cuatro compañías incluida una Fundación de Telecomunicaciones. Sin entrar en los detalles del caso, no solo era complejo saber quiénes eran los miembros de Centros Poblados sino validar su idoneidad técnica para este contrato. La fiscalía poco ha ahondado en el tema, pero lo que se sabe, más por investigaciones periodísticas, es que los nexos llegan a casas políticas y a empresas con sede en Delaware. Terminan, eso sí, haciendo breadcrumbing entregando migajas del anticipo recibido pero los colegios siguen sin internet.

Entre las figuras para aumentar la opacidad encontramos la utilización de sociedades de economía mixta para obviar la Ley 80 de Contratación Estatal. Una primera variante es utilizar entidades ya establecidas que son manejadas por el ejecutivo pero que por composición accionaria no tienen que hacer licitaciones ni acogerse a los pliegos tipos. Se contrata a dedo y con pliegos sastre. Unas pocas entidades terminan contratando lo divino y lo humano, así la obra no tenga mayor relación con el objeto o jurisdicción de la sociedad en mención. Un caso reciente es el que involucra al Fondo Mixto para la Promoción del Deporte del Valle del Cauca que terminó contratando plantas de energía solar con los recursos de la paz de municipios del Departamento del César. Dentro de esta exótica figura los fantasmas encuentran su hábitat. En ella hasta el contratante es fantasma o se dedica al orbiting.

Volviendo al símil con las relaciones personales, el ‘ghost’ o fantasma termina siendo el Estado o el ejecutivo que abandona a sus gobernados por amangualarse con privados, contratistas y políticos.

La segunda figura también con sociedades de economía mixta es la prestación de servicios públicos o negocios de interés del Estado. Las sociedades se constituyen sin que medie un proceso abierto y transparente de selección del socio, con el agravante de que se hace a término indefinido. Un contrato termina o se puede caducar, pero liquidar una sociedad es mucho más complejo. Y aunque los entes públicos son visibles, no siempre se sabe quiénes son los privados, al igual que en los consorcios. Fantasmas, al fin y al cabo. El entramado de empresas suele terminar en un esquema donde las empresas holding se ubican en paraísos fiscales bajo total anonimato. Nadie responde al momento de los problemas. El tema se hace más complejo porque estas sociedades de economía mixta no producen utilidades que reviertan proporcionalmente al ente público. La mayor parte de la operación, mantenimiento y servicios las contratan con el accionista privado, que es donde quedan las utilidades. Se escudan en que se rigen por normas de derecho privado. Esto es cierto pero las empresas privadas de verdad no se esconden detrás de nombres extraños, ni mucho menos lo hacen sus dueños.

Volviendo al símil con las relaciones personales, el ghost o fantasma termina siendo el Estado o el ejecutivo que abandona a sus gobernados por amangualarse con privados, contratistas y políticos. A los ciudadanos les dan de vez en cuando migajas –breadcrumbing–para que sigan creyendo.

Posdata: ¿De todos los gobernantes que proclaman luchar contra la corrupción, quiénes se atreverán a pedir a organizaciones como Transparencia por Colombia que acompañe sus procesos de contratación? Eso sí sería un compromiso serio. Quedamos a la espera…

Querido lector: nuestros contenidos son gratuitos, libres de publicidad y cookies. ¿Te gusta lo que lees? Apoya a Contexto y compártelos en redes sociales.

julio-martín
Arnold Gómez Mendoza

Empresario, PhD en Economía de New York University, profesor de la Universidad del Norte.

 

 

https://pitta-patta.com/