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Vargas Llosa y García Márquez, una amistad que trascendió el plano de lo social y en la que la admiración intelectual dejó un importante legado para entender el fenómeno del “boom” latinoamericano.

45 años después del puñetazo que el escritor peruano le asestara al futuro Nobel colombiano, la reedición de dos desaparecidos libros de Mario Vargas Llosa parece saldar viejos resquemores.

La última vez que García Márquez le extendió los brazos en forma amistosa a Vargas Llosa, el peruano extendió a su vez solo uno de los suyos, el derecho, pero no precisamente para corresponder al gesto cordial del colombiano, sino para asestarle un puñetazo en la cara que resonó en todo el mundo. Era el jueves 12 de febrero de 1976, en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México.

Con aquella contundente trompada, junto con el cuerpo de García Márquez, rodó por el suelo una extraordinaria camaradería personal y literaria que llevaba algo más de diez años –pues antes de conocerse en persona el 1 de agosto de 1967 en Caracas, ya venían cruzándose cartas desde hacía algún tiempo– y que había dado lugar, entre otras manifestaciones públicas, a dos magníficos libros: La novela en América Latina: Diálogo (1968) y García Márquez: Historia de un deicidio (1971).

Pues bien: tal parece como si ahora, 45 años después del incidente violento en el antiguo Distrito Federal, Vargas Llosa hubiera decidido congelar aquella escena justo un momento antes de que él descargara el puño contra su viejo amigo con el fin de hacerla andar de nuevo con un desenlace distinto: el de contestar al ademán afable del autor de Cien años de soledad con el cálido abrazo que éste esperaba entonces.

Así puede interpretarse el hecho de que haya dado su pleno consentimiento a una nueva y masiva edición simultánea de los dos títulos antes mencionados, que corrió a cargo de editorial Alfaguara, del poderoso Penguin Random House Grupo Editorial. Los dos libros, que están a disposición del público internacional desde abril pasado, se hallaban prácticamente desaparecidos de las librerías.

La novela en América Latina: Diálogo –publicado por primera vez en una coedición de Carlos Milla Batres Ediciones y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), de Lima– constituye el testimonio más fresco e inmediato de la amistad entre los dos novelistas, pues recoge un coloquio fraternal que ambos sostuvieron en público el 5 y el 7 de septiembre de 1967 en la capital peruana, apenas un mes y cinco días después de haberse visto por primera vez las caras en Caracas. El coloquio tuvo lugar en el Auditorio de la Facultad de Arquitectura de la UNI y, según cuenta el crítico peruano Abelardo Oquendo, quien estuvo presente, en las dos sesiones hubo tal concurrencia que “no cabía un alfiler”.

Este libro, que sólo tenía 58 páginas (en rigor era sólo un folleto), aparece ahora en un volumen de 124 páginas y con un título diferente: Dos soledades. Un diálogo sobre la novela en América Latina. Los nombres de los autores –o, mejor, de los interlocutores– se ponen completos: Gabriel García Márquez / Mario Vargas Llosa, a diferencia de lo que se hizo en la edición príncipe, en que figuran sólo sus apellidos: García Márquez / Vargas Llosa. El aumento del paginaje se explica porque el libro incluye además textos de cinco críticos peruanos y del propio Vargas Llosa –sobre la vida y la obra del cataquero–, así como dos entrevistas a este último y un prólogo, firmado por el colombiano Juan Gabriel Vásquez. Agréguese a lo anterior que también contiene una selección de fotografías. La obra, si bien se había reeditado después de 1968, dos veces en Lima y una en Buenos Aires, se conseguía sólo en impresiones piratas.

En septiembre de 1973, en una entrevista concedida a Elena Poniatowska, García Márquez expresó su gratitud por Vargas Llosa por haber escrito un libro acerca de él, un escritor con el cual estaba “en competencia directa”.

Por su parte, García Márquez: Historia de un deicidio, libro publicado por primera vez por Barral Editores en noviembre de 1971, es la versión ensayística de la tesis de grado que Vargas Llosa había sustentado cinco meses atrás en Madrid, el 25 de junio, para optar al título de doctor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense, Sección de Filología Románica. La tesis, cuyo título original era García Márquez. Lengua y estructura de su obra narrativa, obtuvo la calificación cum laude.

La nueva edición de Alfaguara, que aparece 50 años después de la primera, tiene un formato más grande que la original, pero la ilustración de la cubierta es la misma, obra del catalán Julio Vivas García. Una curiosidad: el nombre del autor, Mario Vargas Llosa, figura ahora en un tamaño mayor que el de García Márquez –que hace parte del título–, al contrario que en la cubierta de 1971. García Márquez: Historia de un deicidio, por decisión de Vargas Llosa, no se había vuelto a publicar jamás, salvo en 2006, cuando apareció no como un libro independiente, sino junto con otros ensayos en uno de los tomos de las obras completas del peruano editadas por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores.

 

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“Dos soledades” y “García Márquez: historia de un deicidio”, dos obras imprescindibles, ahora reeditadas por Alfaguara.

Una entrevista entre hipnótica e hilarante

Dos soledades. Un diálogo sobre la novela en América Latina es, creo, la entrevista con García Márquez más profunda, espléndida y divertida que yo haya leído hasta ahora. Porque es eso: una entrevista que Vargas Llosa le hace al novelista colombiano. Los organizadores del coloquio lo concibieron así: que éste fuera el personaje invitado y el peruano, el anfitrión que lo interrogara. Esos roles se invierten sólo en un par de momentos, pero justamente en el primero, cuando García Márquez le pregunta a Vargas Llosa por su tesis según la cual los novelistas son buitres que se alimentan de la carroña de una sociedad en descomposición, este último lo reconviene: “Bueno, pero el interrogado eres tú…”; y al aceptar responder, apunta: “Es un golpe bajo”. Y en el segundo momento, antes de volver a interrogar al autor de La ciudad y los perros, ahora García Márquez le advierte que va a darle otro “golpe bajo”. Pero ¡atención!: esta segunda pregunta del invitado es sobre su propia obra: “¿Tú crees que sea reaccionaria Cien años de soledad?”. Vargas Llosa responde que no y lo sustenta, tras lo cual sí sigue una secuencia de intercambios en que los dos escritores expresan sus ideas sobre la relación, a veces contradictoria, entre las convicciones ideológicas y las obsesiones inconscientes del artista literario.

Por supuesto, las preguntas de Vargas Llosa siempre parten de una premisa que ya es una apreciación experta propia de un escritor o de un gran conocedor de la literatura. Además, siempre va conduciendo el diálogo de un modo que podemos llamar pedagógico, encaminado a que los estudiantes –que eran los que componían en su gran mayoría el auditorio– adquirieran con claridad un conocimiento sobre los procesos y elementos que entraña el oficio de escritor y, en particular, el de novelista.

El flamante autor de Cien años de soledad –la novela se había publicado apenas tres meses antes–, pese a que admite que “funciona” muy poco en la teoría, teoriza muy bien en algunos pasajes del coloquio, hasta el punto de que Vargas Llosa califica de “muy estimulante” su tesis de que cada narrador del “boom” estaba escribiendo un aspecto distinto de la realidad de América Latina, contribuyendo así a la composición colectiva de una sola “novela total” latinoamericana. Pero el terreno en que desde luego luce espléndido hasta producir un embeleso entre hipnótico e hilarante es el de la narración de anécdotas significativas, en su mayoría autobiográficas. 

Un deicida bajo la lupa

Uno de los hechos que sorprenden de la lectura del coloquio de Lima es el gran conocimiento que ya para entonces demuestra tener Vargas Llosa sobre todos los libros publicados hasta entonces por García Márquez, que eran cinco. Sospecha uno que ya había decidido que el tema de su tesis de grado como estudiante de la Universidad Complutense iba a ser la obra narrativa del colombiano.

Lo cual significaría que desde 1967 empezó a trabajar en lo que cuatro años después sería su minucioso y monumental estudio de la vida y la obra del escritor colombiano: García Márquez: Historia de un deicidio. Tras leer el contenido de este voluminoso ensayo, así como su extensa bibliografía y hemerografía, resulta apenas explicable que su autor le haya consagrado tantos años.

García Márquez: Historia de un deicidio se divide en dos partes: la primera, titulada “La realidad real”, consta a su vez de dos secciones: “La realidad como anécdota” y “El novelista y sus demonios”. La segunda parte, que ocupa mucho más de la mitad del libro, se titula “La realidad ficticia”.

La primera parte tiene como tema a García Márquez en cuanto persona y en cuanto escritor. Así, la sección “La realidad como anécdota” es la biografía del hijo del telegrafista de Aracataca –aunque sería más diciente decir “del nieto del coronel Nicolás Márquez”–, que abarca desde los amores contrariados de Gabriel Eligio García con Luisa Santiaga Márquez, “la niña bonita” del pueblo, hasta el momento en que el biografiado se halla residiendo en Barcelona, donde “lleva ya bastante avanzada la novela del dictador” (El otoño del patriarca). Y la sección “El novelista y sus demonios” trata de explicar el origen de la vocación literaria de García Márquez, para lo cual Vargas Llosa realiza una rigurosa confrontación entre su vida y su obra, mostrando cómo los hechos, las personas, los sueños, los mitos que estuvieron presentes a lo largo de su vida, así como los hechos históricos de Colombia que más lo marcaron y sus lecturas más influyentes determinaron y alimentaron su vocación, en primer lugar, y luego se transformaron en los temas y las técnicas de su obra narrativa.

Pero, según el escritor peruano, el acontecimiento crucial, “el momento de la ruptura”, que “consolidaría definitivamente” la vocación de García Márquez y “la orientaría en una dirección precisa” tuvo lugar cuando, en 1950, él acompañó a su madre a vender la casa de los abuelos en Aracataca. Fue allí cuando García Márquez se dio cuenta de que la realidad había destruido por completo el “maravilloso mundo” de su infancia y entonces, rebelándose contra esa realidad, “contra la creación de Dios que es la realidad”, decidió suplantarla con “otra que creará a imagen y semejanza del modelo ilusorio de sus recuerdos”. Ese acto es lo que Vargas Llosa llama “deicidio” y es el que convirtió a García Márquez en un “suplantador de Dios”.

La segunda parte del libro, “La realidad ficticia”, es un análisis riguroso que desmonta pieza por pieza, tornillo por tornillo, todos y cada uno de los cuentos y novelas del narrador caribeño publicados hasta 1971: de los textos que conforman “la prehistoria morbosa” de su carrera (los que después se recogerían en el libro Ojos de perro azul) hasta Cien años de soledad, la “novela total” a la que dedica el examen más detallado y extenso. Incluso, también se ocupa de algunos de los cuentos que, escritos entre enero y julio de 1968, aparecerían en libro en 1972 bajo el título de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada.

En septiembre de 1973, en una entrevista concedida a Elena Poniatowska, García Márquez expresó su gratitud por Vargas Llosa por haber escrito un libro acerca de él, un escritor con el cual estaba “en competencia directa”, puesto que sus mercados y sus lectores eran los mismos. “¡Ese Mario es un ser aparte!”, lo exaltó esa vez. Un año antes, en 1972, ya le había escrito en un ejemplar de Cien años de soledad una dedicatoria alusiva al formidable ensayo: “Para Mario, de su descuartizado, desmenuzado y desenmascarado hermano”.

Muchos años después, aunque uno de ellos ya esté ausente, la hermandad parece restablecida.

Joaquín Mattos Omar

Santa Marta, Colombia, 1960. Escritor y periodista. En 2010 obtuvo el Premio Simón Bolívar en la categoría de  “Mejor artículo cultural de prensa”. Ha publicado las colecciones de poemas Noticia de un hombre (1988), De esta vida nuestra (1998) y Los escombros de los sueños (2011). Su último libro se titula En la madriguera del genio. Crónicas y ensayos sobre García Márquez (2015).