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De las redes sociales al espacio físico, los memes se visten de etiqueta artística en «Memexpo». Foto: Camilo Guevara. Universidad del Norte.

Una exposición en el campus de la Universidad del Norte, en Barranquilla, se inspira en los memes y las noticias falsas para confundir y hacer reflexionar a los espectadores. ¿Arte serio o pura ‘mamadera de gallo’?

Barranquilla y el Caribe colombiano gozan de una tradición de noticias falsas y engaños extravagantes. Y digo “Goza” porque la celebración y la algarabía son la última grieta del chiste y de lo que llamamos “mamadera de gallo”, una expresión mitificada que nace del sentido del humor costeño.

Enumeremos algunas de esas célebres noticias: el popular caso de la barriga de trapo (un embarazo múltiple falso), la celebración de una estrella del Junior (un falso título deportivo), y, más recientemente, un meteorito en el barrio Villas de San Pablo (falso acontecimiento en un lugar marginado). En la agenda cultural hay un engaño de despedida de un festival de cine: el supuesto arribo a la ciudad del director Quentin Tarantino para atraer público y después anunciarle: “Ríete, era broma”. El público se fue sin reírse, o soltó la carcajada para reivindicarse como parte del “chiste”.

Más cercana al plan publicitario de aquel festival que a las otras farsas de consecuencias y aires carnavaleros se encuentra Memexpo, una exposición de memes organizada por la Dirección de Arte y Cultura Cayena de la Universidad del Norte y exhibida en su campus. La muestra, que estará hasta finales de febrero, presenta una serie de memes famosos en redes sociales, exhibidos con una ficha técnica en donde se leen títulos que pueden parecer una explicación redundante (“Silogismo comparativo”), a veces un comentario irónico (“Saludos cordiales”) y otras el nombre de un bestseller llevado al cine (“El despertar de la conciencia”).

La primera pieza en el pasillo al aire libre donde se ubica la Memexpo es un texto curatorial firmado por Satoshi Nakamoto-Ucrós, un autor falso que ensaya una explicación, también falsa y cómica, del origen de la palabra meme: “Yo en inglés es ‘me’. Meme es la traducción literal de yo-yo. El yo-yo es tanto un juego como una anáfora del ego”. De inmediato el escrito se amplifica, se vuelve a ratos críptico –como muchos textos de catálogos expositivos–, cita al teórico literario Hans Gumbrecht y concluye con una declaración de intenciones:

[…] Respetamos y le damos poder al espectador al no rellenar las imágenes con mensajes, sino dejar al libre albedrío imaginativo la posibilidad de construir sus propios significados y así llenar de presencia y agencia lo que tiene enfrente.

Con seguridad, a quien critique (en un sentido destructor, que es el de la crítica) esta exposición se le puede decir que no entendió el chiste, no aguantó el juego o la mamadera de gallo. Quien tan sólo se ría y la celebre puede indicar que abraza sin reparos la diaria exposición de memes que son las redes sociales, en las que los usuarios los difunden mientras son producidos por los “creadores de contenidos” –otro pleonasmo heredado de la jerga publicitaria– que hoy somos todos en potencia.

 

Los memes llegaron para quedarse y su multiplicidad de significados y mensajes hechos a la medida de sus creadores democratizaron el humor. Video: Camilo Guevara. Universidad del Norte.

Son memes, pero…

Le pregunté qué pensaban de la exposición a un grupo de mujeres estudiantes y egresadas de la carrera de psicología. Al entrar a la Universidad, las había visto fotografiándose en la figura de cartón en tamaño real de Diomedes Diáz que publicita la exposición dentro del campus. “Cuando estudiábamos no había esto”, comentó una riéndose. Además de esa, hay otra de dos tipos en moto durante la celebración de la estrella fallida del Junior. Cualquiera puede meter la cabeza en el agujero, fotografiarse y quedar convertido en meme. Ambas piezas constituyen la cuota local, imágenes de aceptación fácil: el yo-yo del texto curatorial.

Después de un recorrido, nos detuvimos en la imagen del meme en el que el personaje animado Arthur se abrocha un pantalón al lado de su hermana, quien se tapa los ojos y que suele venir acompañado del lema “Estuvo muy rico y todo, pero…”. Ellas dijeron que al verlo se preguntaron qué hacía ahí; en la exposición, el meme se titula “Consanguinidad”. “Parece la escena de un abuso”, dije. Una añadió: “Es un incesto”. Pregunté por qué se habían detenido en esa imagen precisamente. “Porque somos psicólogas”, dijo otra.

Cuando les pregunté si recomendarían visitarla, contestaron: “Está bien, es moderna. Es cercana”. También comenté que el director de Cayena, Toni Celia, me había dicho que se trataba de “una mamadera de gallo” y debía mirarla con ese “prisma”. Entonces una de ellas, Melany González, dio la respuesta más larga: “Como son memes, lo entiendo como mamadera de gallo, pero al ponerlos así y mencionar los nombres, los autores y la fecha, te obliga a verlos como arte, de forma distinta a un meme. Son memes, los vemos todos los días, pero una exposición te hace verlos de otra forma y preguntarte cuál es su sentido”.

Esa reflexión parecía señalar la singularidad de la muestra, su aura detrás de la reproducción y difusión a través de internet, y la importancia del montaje para hacernos pensar que un meme no es un meme si no está en las pantallas.

Kirvin Larios

Es autor del libro de relatos Por eso yo me quedo en mi casa (2018). Ha publicado textos en El Espectador, El Tiempo, El Malpensante, Arcadia, Bacánika y en la Revista de la Universidad de México. Poemas suyos están incluidos en las antologías Nuevo sentimentario (2019), Como la flor. Voces de la poesía cuir colombiana contemporánea (2021) y en la revista Círculo de Poesía. Estuvo a cargo de la página cultural del diario El Heraldo.