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Símbolo cultural de la nación, el camino del sombrero vueltiao ha viajado desde su origen en la cultura indígena zenú hasta escenarios internacionales, popularizado por artistas como la barranquillera Shakira. Foto: Europa FM.

Un sombrero es más que un sombrero y este es el caso del vueltiao, una pieza artesanal que relata el pensamiento indígena ancestral sobre la caza, la pesca y las cosechas. Amenazado por la industrialización y la pobreza, este símbolo cultural colombiano resiste.

Diente de burro, granito de arroz, pecho de grillo, flor de cocorilla, ojo de babilla, machetazo, y pilón, entre otros, son los nombres de las pintas” de nuestro sombrero vueltiao. Los diseños provienen de la observación detallada de la naturaleza, por esto se dice que sus tejidos son formas de pensar haciendo. Mediante la tejeduría se cuentan historias sobre la caza, la pesca, los caminos y las cosechas. Su elaboración y creación, originada en la cultura indígena zenú, es el resultado de un proceso de cientos de años de experimentación y manipulación de una planta nativa que permitió la existencia de un sombrero único, expresión del pensamiento de la región de Tuchín, San Andrés de Sotavento, Sampués, y San Antonio de Palmito, en las sabanas de Córdoba y Sucre. 

Hoy en día, el sombrero vueltiao nos representa en los eventos más importantes como una forma de expresar nuestra identidad nacional. El primero en popularizar el sombrero a nivel internacional fue el boxeador Happy Lora, cuando fue coronado Campeón Peso Gallo en 1985. Luego fue entregado como regalo al Papa Juan Pablo II, al Rey Carlos de Inglaterra y a Bill Clinton. También lo usaron en forma de vestido las reinas de belleza, y las delegaciones deportivas lo incluyeron en sus uniformes distintivos. Sumado a lo anterior, en 2004 fue declarado por el Congreso de la República Símbolo Cultural de la Nación”. 

En el extranjero intentan llamarlo vuelteado” y ha sido tan vistoso que los chinos quisieron imitarlo. Para proteger a los artesanos colombianos, la Superintendencia de Industria y Comercio, en 2011, emitió la Denominación de Origen y marca colectiva de la Tejeduría Zenú, prohibiendo la importación de sus falsificaciones. 

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Ya en los años 80, el boxeador cordobés Miguel “El Happy” Lora portó antes de sus combates el sombrero vueltiao. A la derecha, la paisa Karol G. en uno de sus conciertos usa la más universal de las artesanías costeñas. Fotos: Blu Radio y Net TV.

Cientos de usos, una sola tradición

La caña flecha es sagrada para nosotros porque ella nos educa y nos da todo. Con ella construimos, alimentamos el ganado y tejemos las artesanías”, afirma Diana Ciprian, quien se encarga de enseñar a su hija menor el arte de la tejeduría para que no olvide su ancestralidad, porque el trenzado es nuestra cultura e identidad y lo que nos queda a nosotros en el cabildo”. De hecho, el conocimiento sobre la fabricación del sombrero es heredado y familias enteras participan en las distintas fases de su creación. La planta pasa por un proceso que dura varios días para hacerla apta para la tejeduría. Detrás de cada sombrero hay una familia tejedora con toda una historia de tradición. En el colegio técnico de Tuchín “Alvaro Ulcue Chocue”, se promueve la tejeduría entre los niños de primaria, y según nos explica Maria de Jesus Peña, sus manos son como arañitas tejiendo”. 

Ese sombrero vueltiao que protege del sol a los jornaleros de las sabanas, es usado en las corralejas, y es común en el atuendo del cumbiambero, se posicionó como una de las artesanías más exportadas de Colombia. El Parlamento Andino, en 2021, declaró al sombrero vueltiao como referente cultural, material y artesanal de la región Andina”. Aunque parezca paradójico, es de resaltar que un objeto caribeño de pura cepa sea distinguido como representante de la cultura Andina. 

La caña flecha es sagrada para nosotros porque ella nos educa y nos da todo. Con ella construimos, alimentamos el ganado y tejemos las artesanías”, afirma Diana Ciprian, quien se encarga de enseñar a su hija menor el arte de la tejeduría.

Pensamiento hecho sombrero

El diseño del sombrero ha evolucionado a lo largo del tiempo hasta llegar al variado colorido actual con algunas alteraciones en su fabricación. Antiguamente, cada pinta” o diseño contenido en el sombrero identificaba a una familia. Era su propia denominación de origen. El tejido está presente a lo largo de todo el ciclo de vida, desde el embarazo y nacimiento de un niño, hasta su vida adulta. La encopadura del sombrero es el ombligo de la mujer zenú, es el centro y el origen de todo y por eso en esa parte del sombrero ponemos todo nuestro pensamiento, pensamos qué pinta le vamos a poner, pensamos qué queremos expresar y nos concentramos… se nos olvida todo lo demás mientras tejemos, solo pensamos en eso”, afirma Diana Ciprian.

La popularidad a nivel mundial del sombrero vueltiao ha provocado que su producción se acelere y hoy existen talleres de intermediarios donde se arman los sombreros con las trenzas compradas a los tejedores locales. Algunos comerciantes han decidido agilizar los procesos de secado y tinturado de la fibra con peróxido de hidrógeno, pero el sombrero acabado de esta manera es de un color más blanco y dura poco tiempo. A pesar de esto, los intermediarios logran quintuplicar su precio. 

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Tejido que se hace pensamiento en un sombrero y que ha adornado las cabezas de personajes como el Papa Juan Pablo II o el rey Carlos de Inglaterra. Fotos: Pompilio Peña y el Correo del Golfo.

Industrializado pero sin prosperidad

En los últimos años ha habido escasez de la caña flecha en su variedad más apetecida, la criolla, que es de mejor manejo para el trenzado. Cuando escasea, los artesanos compiten para conseguirla ya que no hay grandes extensiones de tierra donde se cultive. Pocos son quienes hoy en día conservan la tradición de hacer todo el proceso de fabricación del sombrero, desde la recolección de la caña hasta su costura final. En algunos casos es un proceso colaborativo y de especialización dentro de los cabildos: Yo sé trenzar pero hay otros encargados de raspar la palma y otros diferentes son los que saben hacer las pintas”, reconoce Nelcy del Carmen Posada. Por tal motivo, la narración del pensamiento que en este sombrero comprende desde cosechar, conocer, experimentar, manipular, hasta tejer y armar, se ha ido fragmentando.

Forzado a convertirse en un producto semi-industrial”, el sombrero vueltiao no ha logrado generar valor ni prosperidad para  su comunidad de origen. Los habitantes de Tuchín y San Andrés de Sotavento, cuna del sombrero vueltiao, aún conviven con altos índices de pobreza, analfabetismo y desnutrición1. Esta es de las pocas artesanías colombianas que tiene un derecho patrimonial reconocido y asociado a su lugar de origen y, sin embargo, su fama y las millonarias cifras de exportación contrastan con la miseria que viven los pueblos creadores de este preciado símbolo que nos distingue a nivel mundial.

¿Necesitamos otro “Happy” Lora para que estos pueblos de ilustres artesanos  salgan finalmente de la penuria y el olvido estatal?

Referencias

1Según los diagnósticos de los últimos Planes de Desarrollo, Tuchín y San Andrés de Sotavento tienen unas cifras de pobreza multidimensional de casi 80 % y 77 %, respectivamente.

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Beatriz Toro P.

Antropóloga de la Universidad de los Andes. Magíster en Desarrollo Social de la Universidad del Norte.