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En la era digital las “conversaciones de bordillo” son un acto de resistencia frente a la soledad. Solamente en Bogotá, el 46 % de los hogares estrato 6 están compuestos por un solo individuo. Foto: La Nación.

El mundo padece una pandemia de soledad, pero en el Caribe, al parecer, estamos  a salvo gracias al tradicional arte de “echar carreta”. 

Hoy se detuvo mi marido a pagar un peaje y terminó hablando de salsa con la joven que recibía el dinero. Yo, que soy del interior, siempre lo regaño por demorar la fila, pero él, como buen barranquillero, no lo puede evitar. Le sale espontánea la conversación.

En el Caribe la cultura local permite conectar con facilidad y estar abiertos a las ocurrencias y comentarios de los extraños en cualquier esquina. Es fácil compartir algún chiste con el que nos vende la galleta griega o terminar hablando sobre un suceso local con el taxista. Sucede sin esfuerzo y es lo normal. En la esencia caribe están la espontaneidad, la oralidad y su desparpajo a la hora de acercarse a un desconocido. Pero estos gestos tan naturales y descomplicados que se ven en las calles y que hacen del caribeño un ser alegre, abierto y locuaz, no son nada comunes en otras latitudes donde la soledad está siendo considerada la próxima y silenciosa pandemia en crecimiento. 

La economista Noreena Hertz en su libro El siglo de la soledad 1 dice que esta condición definirá el siglo XXI. El mundo cambió. Con menos tiempo disponible, teletrabajo, aumento de familias monoparentales y mejores comunicaciones, pero más superficiales en su contenido, la tendencia es al aislamiento y la soledad. 

Desde la pandemia, países como Japón, Inglaterra, Irlanda, y Alemania han prendido las alarmas y tomado acciones para contrarrestar los dramáticos efectos de la soledad. Todo comenzó por la preocupación por personas mayores que encontraron muertas en absoluto abandono o que presentaban importantes deterioros en su salud mental o física por la inmensa soledad. Pero esto no terminó allí. Al profundizar en las investigaciones, se detectó que los jóvenes manifiestan en muchos otros países un aumento en la percepción de soledad. Hay países donde jóvenes entre los 13 y 20 años dicen no tener con quién hablar de sus preocupaciones. Estudios entre estudiantes universitarios muestran un aumento de la sensación de soledad 60 % más alto que las generaciones previas. Los jóvenes tienen muchas conexiones online y efectúan múltiples transacciones con aplicaciones, pero han dejado de tener contacto personal y las conversaciones son muy superficiales.

Pensamos que en Latinoamérica nos salvamos de esto por nuestra cultura afable y llena de calidez humana, pero los números reportan lo contrario. En Colombia, entre el 2005 y el 2020, aumentó el número de personas que viven solas pasando del 11 al 18 % con similares porcentajes en Chile y México. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha declarado la soledad como una epidemia silenciosa con riesgo para la salud mental. Según un estudio global en 77 países, la soledad entre los jóvenes ha aumentado del 9.2 % al 14.4 % para 20222. Solamente en Bogotá, el 46 % de los hogares estrato 6 están compuestos por un solo individuo.

Estos gestos tan naturales y descomplicados que se ven en las calles y que hacen del caribeño un ser alegre, abierto y locuaz, no son nada comunes en otras latitudes donde la soledad está siendo considerada la próxima y silenciosa pandemia en crecimiento.

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Voluntarios de Sidewalk Talks charlan en las calles. La iniciativa nació como respuesta para enfrentar la creciente soledad en países desarrollados. 

Charlando en “el bordillo”.

La ciudad de San Francisco, en Estados Unidos, es cuna de un movimiento que da un inmenso valor a lo que en el Caribe nos parece muy natural. Se trata del poder de la conversación que surge espontáneamente en las calles. El movimiento hoy cuenta con cuatro mil voluntarios quienes bajo la guía de expertos en salud mental se ofrecen a escuchar y conversar casualmente con extraños en sitios públicos. Se llaman Sidewalk Talks (www.sidewalk-talk.org), “conversaciones de bordillo”, por ponerlo en el argot caribeño. Este movimiento que se lanzó como una medida contra la soledad, se ha extendido a varios países de Europa, Africa, Asia y Sudamerica, incluyendo Brasil. Como esta, han surgido otras estrategias en distintos países para lograr que las personas tengan más contactos casuales con extraños, como los cajeros entrenados en Holanda para conversar en las cajas registradoras de los supermercados. 

Lo que tenemos aquí en el Caribe espontáneamente son “conversaciones casuales”, consideradas por los expertos en salud mental como estrategias de alto valor para mitigar la soledad3. 

Tomemos como ejemplo la compra de música hace algún tiempo:  para tener acceso a esta, era necesario tener contacto con varias personas, desde el conductor del bus o taxi, el asesor en la tienda de discos, el extraño que también estaba pensando comprarlos y la persona que atendía al pagar. Hoy en día solo debemos pulsar el botón “descargar” y listo. Es la eficiencia a cambio de un costo social. No digo que debemos quedarnos atrás en el siglo XX, pero si vale la pena valorar y trabajar intencionalmente en las potencialidades que la cultura Caribe ofrece para la salud mental.

Compartir así sea por espacios breves con personas reales, trae felicidad y mucho más cuando se trata de amigos4. Los neurocientíficos saben que estamos entrenados desde nuestra genética para leer gestos, sonrisas, para detectar el tono de la voz y el lenguaje corporal. Sincronizamos con los otros al escuchar sus historias. Toda esa información que recibimos sin apenas percibirla es la que nos acerca a los otros. Al interactuar con una aplicación estamos privándonos de las conexiones sociales y esto a largo plazo nos hace menos tolerantes e incapaces de interactuar con personas de diferentes matices.

Ocurre en las calles, en una oficina, o en la tienda de la esquina. Es el poder de “la carreta” que se echa aquí en el Caribe y que debemos conservar como un patrimonio de inestimable valor, en vía de extinción, en la era digital.

Referencias

1Hertz Noreena. El siglo de la soledad. Recuperar los vínculos humanos en un mundo dividido. Paidós. 2021.

2 Melody D.Ding The Prevalence of Lonelyness across 113 countries: systematic review and metanalalysis. 2022.

3Method, Solomon, Downes. Office Chit-Chat as a Social Ritual: The Uplifting Yet Distracting Effects of Daily Small Talk at Work. Academy of Managent Journal.2018

4The Good Life. Lessons from the World’s Longest Scientific Study of Happiness By Robert Waldinger and Marc Schulz. 2023

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Beatriz Toro P.

Antropóloga de la Universidad de los Andes. Magíster en Desarrollo Social de la Universidad del Norte.