Ilustración: Summa Branding.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico presentó un estudio sobre el pensamiento creativo de estudiantes en 64 países. El desempeño de los colombianos no fue bueno. Aquí, algunas ideas para mejorar en el tema.
La Ocde publicó en junio la primera evaluación internacional de pensamiento creativo, un estudio que realizó en 2022 en 64 países, entre ellos Colombia. Esto en el marco del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa). En el estudio se investigó la competencia en pensamiento creativo que tienen los estudiantes de secundaria.
Los responsables de la evaluación nos recuerdan que el pensamiento creativo contribuye al desarrollo integral del estudiante, ya que refuerza la capacidad de aprendizaje, el pensamiento crítico y la resolución de problemas a través de la generación de ideas novedosas.
La investigación evaluó la capacidad que tienen los estudiantes para generar, evaluar y mejorar ideas originales en cuatro áreas de contenido: la escritura creativa, la expresión visual, la resolución de problemas científicos y la resolución de problemas sociales.
Es decir, en esta prueba Pisa, los alumnos tuvieron que expresar su inventiva en diferentes formas de textos, en una herramienta de dibujo digital, y al resolver problemas abiertos con orientación social y problemas abiertos que tienen una base científica.
Los países que mostraron un mejor rendimiento medio en la competencia de pensamiento creativo fueron Corea (38.1 puntos), Canadá (37.9) y Australia (37.3). Y los países que tuvieron un rendimiento medio más bajo fueron Colombia (25.6), Chipre (23.7) y Bulgaria (20.7).
Al margen de los resultados que siempre generan polémica en el país, pues, una vez más, no fueron positivos, el propósito del estudio es alentar un debate serio y profundo acerca de cómo se debe fomentar esta competencia cognitiva superior en las escuelas.
Es decir, un estudio de esta naturaleza es la puerta de entrada o el inicio del camino que nos debe llevar a explorar soluciones con mayor detalle. ¿Qué tienen que hacer nuestras instituciones educativas para fomentar con éxito el pensamiento creativo?
Al margen de los resultados que siempre generan polémica en el país, pues, una vez más, no fueron positivos, el propósito del estudio es alentar un debate serio y profundo acerca de cómo se debe fomentar esta competencia cognitiva superior en las escuelas.
Pienso que la educación escolar ha puesto el acento en el hemisferio izquierdo del cerebro: en el análisis, el razonamiento lógico o la secuenciación; y ha dejado de lado el hemisferio derecho: el que gobierna la imaginación, la apreciación estética y las emociones.
A lo que se suma que la creatividad se basa en buena medida en el conocimiento, en los saberes adquiridos, que requieren del desarrollo de competencias básicas como la lectura. Y muchos estudiantes no logran desempeños adecuados en esas destrezas.
Y no olvidemos el afán global por estandarizar la educación: estandarizar el currículo, la práctica de aula del maestro, o la evaluación del estudiante. A toda costa se busca la uniformidad del sistema educativo e imitar a aquellos que presentan desempeños superiores.
Necesitamos, pues, ser mucho más creativos y replantear lo que venimos haciendo en el aula de clase, teniendo claro que la creatividad, como otras competencias, exige maestros sensibles, críticos e innovadores, con una excelente formación disciplinar y pedagógica.
O sea, no basta con enunciar las competencias en el currículo escolar, necesitamos generar verdaderas oportunidades educativas para desarrollarlas y evaluarlas, cambiar la mentalidad de los maestros y lograr prácticas educativas eficaces y entornos inspiradores.
Estos son algunos de los retos que debemos superar para alcanzar una educación escolar de calidad. Necesitamos buscar nuevas soluciones para los viejos problemas de la educación y, en ese camino, el pensamiento creativo tiene un papel central.
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Julio Antonio Martín Gallego
Magíster en educación, Especialista en filosofía contemporánea e Ingeniero Mecánico de la Universidad del Norte. Investigador y consultor especializado en procesos de cambio educativo y aprendizaje organizacional.
