Por estos días en redes sociales han circulado imágenes que hacen ver a Rodolfo Hernández como una especie de Hugh Hefner criollo. Muchas feministas ven en pasadas declaraciones del candidato un fuerte machismo.
A pocos días de la segunda vuelta presidencial, cuatro feministas analizan el discurso de Rodolfo Hernández y las implicaciones que tendría para el país si llegara a ser elegido. El voto profemenino, clave en los próximos comicios.
Los desaciertos del candidato Rodolfo Hernández –en campaña y desde antes, cuando apenas era conocido en Santander– se cuentan por decenas. Si hace 80 años Hernández hubiera dicho que el ideal de las mujeres es que se dedicaran a la crianza de los hijos, no sería noticia. Pero hoy las mujeres han conquistado derechos, pueden estudiar, trabajar y elegir lo que quieren ser, sin que ningún macho se lo imponga.
Hernández, de 77 años, es lenguaraz, agresivo y carece de autocontrol. Ha sido denunciado por acoso laboral y está imputado por corrupción. En una llamada telefónica disparó ofensas a un cliente y lo amenazó de muerte: “Le pego su tiro, malparido”. En otro video, siendo alcalde de Bucaramanga, le pegó una cachetada a un concejal; en otro más, visiblemente airado, insultó a un veedor ambiental.
Hernández desconoce las causas por las que se creó una ley que castiga el feminicidio y reproduce creencias y lógicas machistas como que “las mujeres son más trabajadoras, más concentradas y tienen más reservas morales”. Las ideas de Hernández, indefectiblemente, retroceden en el tiempo.
Para Vanessa Rosales, escritora y autora del libro Mujer Incómoda, hay un riesgo enorme si él llegara a ser elegido presidente. Desde su punto de vista, un hombre que odia tan abiertamente a las mujeres puede traer consecuencias nefastas, no solo en lo institucional, sino en lo social y cultural. “La llegada de la misoginia al poder alebresta y les da fuerza a muchos tipos de odios y de prejuicios contra todo lo que se sale de lo binario categórico”, dice en una entrevista telefónica. Explica que el riesgo no es solo para los derechos de las mujeres sino para los avances de las personas trans, no binarias y toda la comunidad LGTBI. “Lo que hace una retórica como la de Rodolfo Hernández es negar esas formas de opresión, hacerlas ver como invenciones innecesarias, y es una corriente muy peligrosa”, afirma.
Históricamente las mujeres han sido relegadas a las labores de cuidado sin recibir remuneración alguna. De acuerdo con ONU Mujeres, la probabilidad de que las mujeres no cuenten con ingresos propios es casi tres veces mayor que la de los hombres, y si hablamos del entorno rural la probabilidad aumenta a cinco. Según este mismo estudio, las mujeres son el 94.1 % del total de las personas ocupadas como trabajadoras domésticas, y el 63.3 % no reciben remuneración. Aún hay muchas brechas salariales: las mujeres ganan menos que los hombres así cuenten con la misma preparación profesional. No obstante Rodolfo cree que a la mujer le tocó ponerse a trabajar “para complementar los gastos de la casa”, como si la crianza y el hogar no fueran un trabajo.
Hernández ha dicho también, al referirse a las mujeres venezolanas, que son fábricas de hacer niños pobres y ha denigrado de las prostitutas, estigmatizándolas aún más.
Sus seguidores y algunos medios han justificado su violencia y autoritarismo como característicos de la región donde es oriundo. Siempre a la defensiva, Hernández pareciera estar en un ring de boxeo cuando lo cuestionan. Pierde la paciencia con facilidad, pero lo disfraza como parte de una personalidad desenvuelta, campechana y sin ambages. En varias entrevistas que ha concedido, ha reafirmado su carácter patriarcal y mal hablado. A una periodista de Radio Nacional le dijo que no le preguntara estupideces. En Telemundo se desencajó con una pregunta sobre su proceso judicial por corrupción. En una grabación se le oyó rabiar con una subalterna; a gritos y profiriendo vituperios dijo que la ley no le importa y que puede pasar por encima de ella. Dijo que admiraba a un gran pensador, “Adolfo Hitler”, alusión que después intentó corregir sin éxito.
En su análisis, Vanessa explica que Hernández no solo es misógino, sino que sus formas son profundamente patriarcales. “Esa descalificación del otro, esa negación de lo que se le señala, esa amenaza de ‘le pego su tiro, malparido’, esas lógicas patriarcales también son movilizadas desde el discurso. Lo patriarcal no se revisa, no se cuestiona, no se interpela. Lo patriarcal busca afirmar su forma de autoridad a toda costa”.
A Ita María, editora de audiencias de la revista Volcánicas, le preocupa que se vuelva a legitimar un discurso contra el que ya se había avanzado, contra el que se ha ganado mucho en términos de jurisprudencia (como la despenalización del aborto). También le inquieta que se retroceda en el discurso social y cultural. “Hay infinidad de acciones previas de Rodolfo como mandatario, de Rodolfo como empresario, de Rodolfo como persona, que dan cuenta del nivel de machismo que maneja y el peligro que esto supone. En el discurso del candidato hay aporofobia, misoginia y xenofobia”. Volcánicas fue una de las organizadoras del debate feminista que, precisamente, Hernández declinó.
Después de la primera vuelta presidencial, y en la medida en que se han ido revelando los descaches y su discurso sobre –o contra– las mujeres, Rodolfo ha mencionado propuestas, a través de Twitter, que distan mucho de las que están esbozadas en su plan de gobierno. Las mujeres han pasado de tener una escasísima mención en su programa a plantear reformas que parecieran calcadas del plan de su contrincante Gustavo Petro.
Una de las reformas que dice que implementará es la de flexibilización laboral para que haya, supuestamente, “mayor conciliación entre la vida familiar y laboral”. Leído así pareciera un buen propósito, pero es una propuesta vacía en la que se esconde el machismo, pues se contradice con la retórica de que las mujeres son las encargadas de las labores del hogar.
Ita María, de la revista “Volcánicas”; Olga Amparo Sánchez, directora de la Casa de la Mujer y la columnista y periodista Vanessa Rosales, ven en el discurso de Hernández la repetición de viejos modelos patriarcales ya superados en la política nacional.
Hace poco, en defensa de su marcado machismo, Hernández mintió diciendo que durante su mandato como alcalde el 70 % de su personal estaba conformado por mujeres, pero resultó una cifra exagerada, muy lejos de lo que fue (46 %), de acuerdo con Colombian Check.
“La flexibilización laboral lo que hace es deteriorar las condiciones de trabajo de las mujeres. No podemos volver a las mujeres al espacio de la virtualidad donde tienen que combinar tareas domésticas mientras trabajan. Lo que él propone no solamente es un retroceso para las mujeres, sino para la democracia de este país y para el Estado Social de Derecho”, dice Olga Amparo Sánchez, directora de la Casa de la Mujer, una de las organizaciones feministas más antiguas de Colombia.
Hace poco, en defensa de su marcado machismo, Hernández mintió diciendo que durante su mandato como alcalde el 70 % de su personal estaba conformado por mujeres, pero resultó una cifra exagerada, muy lejos de lo que fue (46 %), de acuerdo con Colombian Check. Y aunque todo su gabinete hubiera estado compuesto por mujeres, eso tampoco es un indicador de representatividad de los derechos de ellas.
Olga Amparo Sánchez enfatiza que la visión que Hernández tiene de las mujeres es atávica. “Yo puedo tener a todas las mujeres como funcionarias y eso no significa que tenga una postura democrática frente a las mujeres, ni una postura respetuosa de la autonomía de ellas, de su conocimiento. ¿Qué es lo que él reconoce? Que las mujeres son más juiciosas y ahorradoras. Nuevamente reconfigura y recrea esos estereotipos que nos hacen ver como las más buenas”.
Ita María cree que cumplir con las cuotas de género es lo mínimo, pero esto no dice nada si no hay un programa real que repare las desigualdades estructurales de las mujeres.
Kimberly Valencia, integrante del Bloque Negro Antirracista y feminista, considera que si Rodolfo Hernández llega al poder la situación, en términos de violaciones de derechos humanos, empeoraría y se acentuaría. “Creo que sería un retroceso, tanto para el feminismo como para el feminismo negro, en las luchas que hemos gestado”.
Contra toda evidencia, su fórmula presidencial, Marelen Castillo, dice que Hernández no es machista. Contra toda evidencia cientos de mujeres defienden con ahínco su visión retrógrada, obsoleta, sobre ellas mismas.
La abstención en la primera vuelta alcanzó el 45 % pero, de cara a la segunda, el voto de las mujeres podría ser determinante si tenemos en cuenta que 20 de las 39 millones de personas habilitadas para votar son mujeres.
Vanessa no cree que necesariamente el voto de las mujeres como tal definirá la segunda vuelta presidencial sino “el voto de las mujeres que realmente creen en una feminización del poder, de las que realmente entienden el peligro de la misoginia”. También explica que el problema es que todavía hay mujeres que aceptan ese discurso machista. “Ser mujer no garantiza ser promujer ni ser profemenino. Se puede estar al servicio de lo patriarcal, de lo punitivo, de lo castigador, de lo bélico”. Y aunque ella no se considera de axiomas tan radicales, cree que, en este caso, cualquier persona que vote por Rodolfo Hernández está votando en contra de las mujeres y de la población LGTBI.
Diana López Zuleta
Comunicadora social y periodista de la Universidad del Norte, de Barranquilla, realizó una especialización en Opinión Pública y Mercadeo Político en la Universidad Javeriana, de Bogotá. Sus trabajos periodísticos han sido publicados en Diario Las Américas, de Miami, revista Semana, y los portales Las 2 Orillas y La Nueva Prensa. Su primer libro publicado Lo que no borró el desierto (Editorial Planeta, 2020), ganó el Premio Nacional de Periodismo CPB a mejor libro.