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Portada del cómic Lomagrande.

“El cobarde no hace historia”: cómics, ‘ciencia popular’ y el empoderamiento de los campesinos costeños en los años 70

por | Sep 8, 2021

Por Ricardo Rodríguez Vives

Ayudado por el artista Ulianov Chalarka, y a través de cómics, el célebre sociólogo barranquillero Orlando Fals Borda hizo partícipes a campesinos de Córdoba de sus investigaciones sociales permitiéndoles narrar su historia. Activismo campesino y empoderamiento femenino en una estrategia de comunicación pionera en su tiempo.

En el siglo XXI, era de medios digitales con claro predominio de lo visual, el diseño gráfico y la ilustración son herramientas eficaces para transmitir todo tipo de información. Pero 50 años atrás, a principios de la década del 70, el poder de la imagen era algo que parecía tener claro el reconocido sociólogo barranquillero Orlando Fals Borda (1925 – 2008) cuando explicaba a los campesinos de la Córdoba rural y profunda los conceptos de su recién creada metodología científica, la Investigación Acción Participativa (IAP). De la aplicación de este método, que reivindicó la articulación de investigadores externos con los movimientos activistas agrarios para lograr el cambio social, nacería uno de los primeros cómics históricos y documentales de Colombia, creado por la mano del artista monteriano Ulianov Chalarka.

La idea de Fals Borda, considerado ‘el padre de la sociología en Colombia’, consistió en aplicar la IAP para respaldar el proceso de recuperación de tierras en ese departamento. Este método científico involucró directamente a miembros de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos en la investigación de campo, en colaboración con la Fundación del Caribe y un colectivo integrado por intelectuales cordobeses, entre los que destacaba Chalarka, el historiador Víctor Negrete y el músico Máximo Jiménez. Más tarde se les uniría el escritor David Sánchez Juliao.

“¿Qué es la investigación para un campesino de aquellos años? Traté de descifrar por qué esta investigación fue participativa. Noté que Fals llamaba a todo ese proceso ‘la ciencia popular’. Y fue entonces cuando observé los cómics de Chalarka”, refirió sobre este tema la investigadora Joanne Rappaport, profesora de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C. y Doctora en Antropología sociocultural, quien ha estudiado a profundidad las claves de la Investigación Acción Participativa que usó Fals Borda para escribir su monumental Historia Doble de la Costa.

El colectivo de intelectuales liderados por Fals Borda encontró una manera sencilla de lograr una participación activa de los campesinos cordobeses en la investigación, a través de su interacción y aporte documental en cuatro cómics dibujados por Chalarka entre 1972 y 1974: Lomagrande, Tinajones, El Boche y Felicita Campos.

 

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Ulianov Chalarka, en pleno proceso de bocetear escenas para los cómics de Investigación Acción Participativa.

La línea que siguió el colectivo de Fals Borda era opuesta a las típicas investigaciones científicas de la época que recopilaban datos, llegaban a conclusiones y sus tesis impresas terminaban durmiendo el sueño de los justos en los anaqueles de las bibliotecas universitarias.

“En los cómics de Chalarka descubrí la forma en que trabajaban los campesinos activistas. Ellos observaban lo que él dibujaba, y participaron de todo el proceso como analistas de la historia”, explicó la investigadora estadounidense, quien acaba de publicar su último libro, El cobarde no hace historia: Orlando Fals Borda y los inicios de la investigación acción participativa (Editorial Universidad del Rosario, 2021), en el cual analiza los conceptos del método científico de Fals Borda.

“El cobarde no hace historia”, solía sentenciar Juana Julia Guzmán, una campesina que motivaba a trabajadores rurales de Córdoba para que se movilizaran masivamente. El título del libro es un homenaje a esa línea magistral que aparece en el primero de los cómics de Chalarka, Lomagrande.

El archivo personal de Fals Borda, compuesto por fotografías, manuscritos, diarios, recortes de prensa, cartas y folletos, reposa en el Centro de Documentación Regional del Banco de la República en Montería. Además, también guarda la edición original de los cuatro cómics de Chalarka. Toda esa información está disponible para cualquiera que desee investigar a fondo los métodos del reconocido sociólogo barranquillero.

Los cómics

Chalarka, nacido en Pereira y criado en Montería, creció en un variopinto ambiente cultural. Acompañó todas las investigaciones de campo desde que ingresó al colectivo de IAP, con el fin de obtener un fresco de personajes auténticos, comprometidos con la lucha social. El dibujante realizaba los bocetos y apuntes in situ, recolectando información desde la parte gráfica, un proceso asesorado por la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos.

La narración está enriquecida no solo por la vasta investigación emprendida por el grupo que lideraba Fals Borda, sino por las múltiples miradas de los lugareños.

Durante las sesiones de entrevistas del grupo de investigadores a campesinos que aún recordaban las viejas luchas por la tierra en los años 30, 40 y 50 del siglo pasado, Chalarka compartía lo que dibujaba con el público del lugar. En ese proceso se corregían o pulían los rasgos físicos, vestimentas, gestos y actitudes de los personajes, así como otros detalles del entorno que él había dibujado, como las viviendas y la naturaleza.

 

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Portada del comic Tinajones. Abajo, empoderamiento femenino con la líder campesina Felicita Campos, otro de los motivos del trabajo de Chalarka.

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Loma Grande es el primer cómic. Abre el tema con un recuento histórico de lo que fue el proceso de apropiación de tierras: primero por los conquistadores españoles, luego por parte de los terratenientes de Córdoba. Se detalla la conformación de las primeras asociaciones agrarias de ese territorio desde finales del siglo XIX, hasta los años 70 del siglo XX.

El cómic Tinajones referencia a las comunidades campesinas asentadas cerca de Boca de Tinajones, jurisdicción del municipio San Bernardo del Viento, para ese momento (1920) parte del Bolívar Grande. Después de muchos años, los campesinos volvieron productivos grandes baldíos cerca de San Bernardo del Viento. La lucha comienza cuando los terratenientes llegan a reclamar esas tierras sin haberlas trabajado.

El Boche es la historia de un jornalero que lidera una ola popular de sublevación en la hacienda Misiguay, cerca a Montería.

Finalmente, Felicita Campos, la mujer campesina en lucha por la tierra, es considerada una de las mejores historias del ciclo dibujado por Chalarka, por su visión de empoderamiento femenino en una época ya lejana como los años 70. La historia narra la participación activa de la mujer en la constitución de asociaciones campesinas y obreras en el departamento de Sucre.

“‘Felicita Campos, la mujer campesina en lucha por la tierra’, es considerada una de las mejores historias del ciclo dibujado por Chalarka, por su visión de empoderamiento femenino en una época ya lejana como los años 70”

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Fals Borda a principios de la década de los 70 en tierras cordobesas. En esa época empezaba a desarrollar su método científico conocido como Investigación Acción Participativa.

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La académica estadounidense Joanne Rappaport, Doctora en Antropología Sociocultural, en el Centro de Documentación Regional del Banco de la República, en Montería.

Cordoba rural y multimedia

Aunque cada historia dibujada por Chalarka es independiente de las otras, profundiza en los mismos temas desde distintas vivencias: la tenencia de la tierra y la organización campesina en esta zona del país durante una buena parte del siglo XX. Aparte de la vigencia de tales problemáticas en Colombia, el grupo liderado por Fals Borda no solo se adelantó al auge de los cómics y novelas gráficas de temática social que iniciarían obras de talla mundial como Contrato con Dios (1978), de Will Eisner, y Maus (1977) de Art Spiegelman, sino también al concepto multimedia, si se tiene en cuenta la mecánica de la convergencia de contenidos integrados en texto, audio, video, fotografía, gráficos y cómics en pro de la construcción, a través de distintas piezas, de una gran narrativa.

Todo esto en la línea que siguió el colectivo de la IAP, opuesta a las típicas investigaciones científicas de la época, que recopilaban datos, llegaban a conclusiones y sus tesis impresas terminaban durmiendo el sueño de los justos en los anaqueles de las bibliotecas universitarias.

El grupo de Fals Borda mantuvo una estrategia clara de masificación de información a través de distintos medios y plataformas, que incluyeron filminas para proyecciones en veredas sin servicio de energía eléctrica, grupos de teatro y títeres, canciones vallenatas con el conjunto de Máximo Jiménez, grabaciones en casetes con noticias y análisis tipo noticiero a cargo del escritor David Sánchez Juliao; documentos, columnas de opinión en periódicos, libros y los cómics de Chalarka. Un amplio sistema de distribución de contenidos más similar a las estrategias digitales multiplataforma utilizadas por los medios del presente, con recursos tales como el storytelling y el Transmedia. Solo que en ese momento eran los años 70.

“En la medida en que la obra de Fals Borda alcanza mayores reconocimientos en distintos países, cátedras y universidades del mundo, el nombre de Chalarka surge entre sus mayores logros. La figura del pintor como artista, observador, intérprete, ilustrador y mediador entre hechos históricos, las narraciones de los protagonistas y sus dibujos, carteles, y cómics, se revaloran como la parte visible de uno de los proyectos de las ciencias sociales más connotados en la historia moderna de la nación”, afirma el artista plástico y curador del Museo Zenú de Arte Contemporáneo, Cristo Hoyos Mercado, uno de los grandes conocedores de la obra de Chalarka.

El legado de Ulianov Chalarka

“En términos de plástica, manejo de óleo, la acuarela y el dibujo, Chalarka retiene una forma actual, contemporánea”, afirma Cristo Hoyos sobre la obra del artista.

Desde muy pequeño Chalarka mostró sus dotes artísticas. En la adolescencia se especializó en retratos al óleo. Hoyos Mercado asegura que fue el artista plástico más importante de Montería y Córdoba en la década de los 70.

Chalarka mostró gran versatilidad en su arte, pues podía llenar de una plástica mundana y carnal las paredes de burdeles, bares y billares del centro de la ciudad, donde era contratado, y después irse a pintar piadosos retratos de santos, obispos y otras autoridades eclesiásticas de la Diócesis de Montería.

El artista falleció en un hospital tres meses después de ser arrollado por un automóvil en el centro de Montería en 1977.

Ricardo Rodríguez Vives

Editor y periodista monteriano, Especialista en comunicación y periodismo digital de la Universidad Pontificia Bolivariana. Creador del proyecto de ilustración informativa cultural Tertoons.ogspot.com