Margarita Garcia

Egidio Cuadrado (1953 – 2024) se embarcó en una aventura sonora que redefiniría el vallenato, acercándolo a un público nacional e internacional. Foto: La Patria.

La Provincia está de luto, el rey Egidio ha muerto. Breve perfil del acordeonero que junto a Carlos Vives redefinió las posibilidades del vallenato.

Una de las primeras enseñanzas que recibimos en la vida es la proximidad de la muerte. En el colegio nos enseñan, desde muy temprano, que todos los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Vida y muerte son hermanas siamesas, las dos caras de una sola moneda. La muerte, como el amor, llega sin pedir permiso y a veces sin avisar; morir es una ruptura, un trago amargo y misterioso que nos acerca a la nada, el punto de partida de una reflexión vital, seria y profunda. 

Este 2024 ha sido fatídico para la música vallenata que ha perdido a un baluarte de la composición y a dos de sus reyes acordeoneros más queridos: Luis Egurrola, Omar Geles y Egidio Cuadrado. 

Egidio Cuadrado es –hablo en presente porque nunca dejará de serlo- uno de los acordeoneros vallenatos contemporáneos más importantes. Aprendió a interpretar el acordeón antes de hablar, y aunque se convirtió en rey aficionado en 1973, por mucho tiempo fue excluido del Olimpo musical donde solo unos pocos podían pernoctar. Egidio era tratado como un rey más de los muchos que por un supuesto “golpe de suerte”, o una noche inspirada, llegan a la corona, pero después se pierden del escenario, entre las luces y las cámaras. 

Hasta aquel mes de abril de 1985, cuando se alzó con la corona de profesional, Egidio no había acompañado a ningún cantante “de peso”. Tenía 32 años y era experto en el arte de fracasar, el cual fortalece la perseverancia. Su carrera profesional era más bien tímida en comparación con otros acordeoneros de su generación: en 1977 grabó el elepé Las dos caras del vallenato, al estilo de los viejos juglares, cantando y tocando; en 1982 lanzó dos producciones que pasaron sin ton ni son, Julio Morillo y Egidio Cuadrado, y Rafael Escalona, un homenaje del Banco Ganadero, al lado de Poncho Cotes Jr. y Ciro Meza; y en enero de 1985, año en que fue coronado, había recién lanzado la producción Tierra Grata junto a Raúl Brito.  

El acordeonero y el Nobel. Egidio Cuadrado, fotografiado con Gabriel García Márquez. Foto: archivo particular.

Ser rey vallenato no supuso un cambio sustancial en la suerte de Egidio. Se dedicó a cumplir la agenda que le imponen los organizadores del Festival de la Leyenda Vallenata a los ganadores, y se convirtió en el invitado de honor de las fiestas de las personalidades del país. En una de esas parrandas, Egidio conoció a Carlos Vives. “Oiga compadre Gallito…cántese una canción aquí, hombe”, le dijo con esa espontaneidad que le caracterizaba. Esa noche cantaron ‘Ausencia’ y ‘La casa en el aire’. Al despedirse, Egidio le dijo a Vives:

“Oiga compadre Gallito, usted canta es bien… de pronto algún día enganchamos…”

Después de terminado su cuarto de hora, la fama y el éxito siguieron siendo esquivos para Egidio. Volvió al acetato en 1987 haciendo pareja musical con Freddy Hernández, con quien grabó dos albúmes: Mis mejores momentos y De ataque en 1989, año en que regresó al formato antiguo con el disco Egidio Cuadrado y su conjunto vallenato. Pero la fama y el éxito seguían siendo esquivos.

Hasta que en 1991 la vida le cambió. El expresidente Alfonso López Michelsen le anunció que iba a trabajar en Escalona, la serie de televisión dirigida por Sergio Cabrera. Allí se reencontró con Vives, que sería el actor principal. Cuadrado se sabía todas las canciones del compositor Rafael Escalona, que había sido pareja sentimental de su hermana Dina Luz. Tenía sus canciones anotadas en un cuaderno y se encerraba con Carlos a ensayar letras, tonos y melodías. Esto permitió que entre ambos la admiración creciera y la amistad se cimentara. 

Mientras el país y el mundo entero cantaban ‘La gota fría’, en Valledupar las vacas sagradas y los expertos en música vallenata se retorcían y ponían el grito en el cielo.

Gracias a la serie, entre 1991 y 1992 Vives y Cuadrado grabaron dos álbumes con las canciones de Escalona. Después nació la idea de Carlos Vives y La Provincia, y vino la locura de Clásicos de la Provincia, una producción que rompió récords de ventas alcanzando triple Disco de Oro y triple Disco de Platino en 1993 y 1995, y en el que fusionó el vallenato con gaitas, rock y pop. Mientras el país y el mundo entero cantaban ‘La gota fría’, en Valledupar las vacas sagradas y los expertos en música vallenata se retorcían y ponían el grito en el cielo.

Egidio empezó a ser criticado. ¿Cómo era posible que un rey vallenato anduviera con un mechudo de pantalones cortos, tocando esa música rara? Cuadrado se reía y respondía: el vallenato no se canta con el pelo. 

Oiga compadre, ¿cómo le parece que canta Carlos Vives?
Qué va, si ése no sabe cantá…
Humm, qué tal que supiera

‘Malas lenguas’, del disco Tengo fé (1997)

En los discos posteriores de Vives y La Provincia, Egidio fue protagonista siempre en los arreglos, en la composición y en su instrumento. Hoy nos duele su partida como un golpe que resuena en el corazón del pueblo. La muerte de Egidio Cuadrado apaga por un momento la música vallenata, gracias a su acordeón muchas personas empezaron a conocer el vallenato como una forma única de ver y entender el mundo. 

Paz en su tumba.

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Carlos Luis Liñán-Pitre 

Valledupar (1983). Abogado y filósofo con Maestría en Estudios Americanos de la Universidad de Sevilla, profesor de la UDES, Campus Valledupar. Premio «Galo Bravo Picazza» como columnista del año 2023, entregado por el Círculo de Periodistas del César y Sur de La Guajira.