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Foto: Markus Winkler: Unsplash.

Un proyecto colombiano de alfabetización digital busca reducir el impacto de las noticias falsas y la polarización que afectan a las personas.

¿Cuánto nos está costando el impacto de las noticias falsas? ¿Es acaso calculable? Según la plataforma Statista, el costo de la desinformación alrededor del mundo es de 78 billones de dólares por su impacto en las decisiones económicas de las organizaciones y de los individuos. Por supuesto, esto no tiene en cuenta el impacto que tiene en la vida diaria de las personas, el malestar social y emocional, así como el impacto que tiene en los procesos democráticos de los países que se ven afectados. Las causas son diversas y los ejemplos abundan, pero un hallazgo fundamental proviene de la psicología política, la psicología cognitiva y la economía comportamental: las noticias falsas son tan poderosas porque operan sobre elementos primitivos del cerebro humano. Estos elementos, al final, tienen la capacidad de convencernos de compartir una noticia, independientemente de si es falsa o no, así como de influenciar la forma en la que vemos a aquellos que consideramos diferentes, profundizando las divisiones y aumentando los pensamientos y comportamientos polarizantes. Estos fenómenos son hoy en día estudiados por las ciencias del comportamiento, una combinación de disciplinas que buscan entender por qué los seres humanos piensan y actúan como lo hacen.

Estas disciplinas funcionan, en general, bajo la idea de que el cerebro tiene dos sistemas de toma de decisiones: el Sistema 1, automático, emocional y que se encarga del mayor número de decisiones en el día, y el Sistema 2, reflexivo, complejo y que toma las decisiones que requieren de un mayor procesamiento de información. El Sistema 1, al tomar decisiones de manera automática y estar influenciado por las emociones, es susceptible a la forma como le presentan información. Por ejemplo, Jay Van Bavel, profesor de la Universidad de Nueva York, encontró que si un tweet contiene más palabras relacionadas a emociones morales será compartido 10 veces más que un tweet con el mismo mensaje, pero sin esas palabras, independientemente de si la información es falsa. Esto implica que los seres humanos actuamos de manera impulsiva si se presionan los botones precisos y, por ende, se necesitan intervenciones en el procesamiento de información cerebral para reducir esta presión.

En ETHOS Behavioral Team, un centro de innovación y consultora en ciencias del comportamiento colombiana, desarrollamos DIP, Proyecto para Desintoxicar la Información que toma elementos de estas disciplinas para entender los mecanismos que hacen que los colombianos creamos y compartamos noticias falsas. En 2021, en un diagnóstico con más de mil colombianos, encontramos que hay cuatro factores que nos hacen más vulnerables: deshumanizar más (ver a los otros con menos características humanas); sentirse discriminado, desconfiar más de otros, y ser más intolerante a la ambigüedad (ver todo en términos absolutos en blancos y negros). Algunos tenemos unas características más presentes que otras, lo clave es que seamos conscientes de qué tan presentes están en nosotros para poder tomar acciones que reduzcan su impacto. Esta es la primera apuesta del Proyecto: tests que permiten a los colombianos saber si tienen estas características y la dimensión en la que están presentes. Así, el primer objetivo es volver conscientes los elementos inconscientes que afectan la toma de decisiones.

Si un tweet contiene más palabras relacionadas a emociones morales será compartido 10 veces más que un tweet con el mismo mensaje, pero sin esas palabras, independientemente de si la información es falsa.

La segunda apuesta es la más poderosa y la que más genera cambio de comportamiento, según la evaluación de impacto que está realizando de manera independiente el equipo de JILAEE, asociado a la facultad de Economía de la Universidad de Chicago. La apuesta es aumentar el pensamiento crítico de las personas, entendido como promover el uso del Sistema 2 para evaluar relaciones y aspectos del contexto. La estrategia consiste en que las personas vean cuatro videos (uno para cada característica que encontramos), en las que ven interacciones reales de colombianos de diferentes orígenes, ideologías, características sociales, entre otras. El efecto que hemos encontrado en los resultados preliminares es contundente: las personas que ven nuestros videos son 25 % menos vulnerables a caer en noticias falsas, y tienen un aumento significativo en la capacidad para distinguir entre contenido real y falso.

Ahora que sabe que Colombia tiene una de las herramientas pioneras en combatir la desinformación, ahora que sabe que las consecuencias pueden ser devastadoras, espero que esta columna sirva para convencerlo de que la responsabilidad frente a la desinformación es suya, tanto como mía y del resto de colombianos. Esperar a que las plataformas regulen adecuadamente es, posiblemente, una utopía, y mientras eso ocurre la amenaza a nuestra democracia es cada vez mayor. Ya lo hemos visto aquí y en otros países con más recursos. ¿Vamos a esperar hasta que las consecuencias sean aún más graves? Use y comparta las experiencias DIP, ayúdenos a que podamos blindar nuestras decisiones y nuestra libertad de elegir a conciencia. No nos dejemos manipular. Ingrese a www.somosdip.com

 

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Jaime Unda McFarlane

Psicólogo Social. The London School of Economics and Political Science. Líder de investigación Ethos BT – Behavioral Team.