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De México viene una nueva generación de mujeres dispuestas a refrescar el canon literario en este nuevo siglo. En la foto, de izq. A der., Aura García-Junco, Alma Delia Murillo, Laura Baeza, Mónica Zepeda y Ximena Santaolalla.

“Contra el patriarcado editorial, ¡más diversión!”, afirman escritoras mexicanas contemporáneas

por | Jun 15, 2023

Por Juan Camilo Rincón

Contexto conversó con diez escritoras mexicanas sobre el panorama de las letras hechas por las mujeres en ese país. ¿Su consigna?: resistir y desatar una escritura potente e inquietante. 

En un mundo editorial donde –según un estudio de Nielsen Book Research– del top 10 de escritoras con más libros vendidos solo el 19 % de sus lectores son hombres, “hay algo pendiente”, dice Aura García-Junco, la autora de Mar de piedra (Seix Barral) seleccionada por la revista Granta como una de las mejores narradoras en español.

Ese “algo pendiente” es conocer y maravillarse con quienes siguen estremeciendo los cimientos de la literatura, esa “larga tradición de mujeres corajudas de las que nacen nuestros distintos linajes”, como lo expresa Cristina Rivera Garza en su libro Ya para siempre enrabiadas (Penguin Random House).

¿Qué hay en la literatura mexicana de hoy que debería llevarnos a leerla con avidez?, ¿qué habita en las letras de esas mujeres corajudas y obstinadas? 

República de voces

El paradigma de la literatura que ha dominado el mercado editorial por décadas sigue en discusión. Aniela Rodríguez, ganadora del Premio Nacional de Cuento Joven Comala en 2016, explica que creció leyendo los referentes canónicos que “obviamente, eran hombres casi en su totalidad. Nunca me cuestioné, cuando tenía trece años, por qué hacía falta una voz que se pareciera más a la mía: eso era lo que había. Ahora me imagino a esa Aniela leyendo a autoras de su misma latitud. Me imagino que escribiría todavía con más tozudez”.

Cada vez se divulgan con mayor fuerza las voces que faltaban y otras nuevas que apuestan por crear una literatura acorde a las inquietudes actuales. El giro hacia distintos estilos, lenguajes y estructuras representa para Lola Ancira, escogida por la FIL Guadalajara para su programa ¡Al ruedo!, en 2019, “un cambio justo, necesario y reivindicador en una literatura silenciada durante demasiado tiempo”.

La autora de Tristes sombras (Paraíso Perdido) destaca como uno de esos cambios la presencia de temas que se tratan sin adornos: “la muerte, el duelo, el suicidio, la soledad, los trastornos y las enfermedades mentales en muy distintos contextos socioculturales”, y desde géneros como el terror psicológico y social. De sus contemporáneas, Ancira destaca la “franqueza y soltura que le brindan naturalidad y agilidad a las obras, y el brío de las voces femeninas con antecedentes renovados”. 

Con ese brío y nuevas letras escribe García-Junco en “una búsqueda por entender y un amor por lo inusual. Me encanta explorar desde las palabras la posibilidad de construir mundos que dialoguen con el nuestro de muchas maneras”. 

Aunque los temas son incontables, para Ximena Santaolalla Abdó, “la violencia siempre ha estado presente en la literatura escrita por mujeres en México y eso continúa: violencia sexual y de género, migración, feminicidio, crimen organizado”, explica la ganadora del Premio Mauricio Achar / Literatura Random House en 2021.

La imposibilidad de desprenderse del propio contexto y la necesidad de narrarlo también es la determinación de Aniela Rodríguez, autora de Insurgencia (ICM): “Crecí en una región dominada por el narcotráfico, donde todo era un campo minado de cadáveres”. 

Entonces escribe sobre la maldad, el dolor y el absurdo de existir “mezclando la oralidad mexicana, me encanta incluir regionalismos, recuperar el habla que nos representa, con unas cuantas imágenes poéticas, y explorando qué puedo hacer con el lenguaje y cómo hacerlo, también, desde mi propia identidad como mexicana”.

Alma Delia Murillo, autora del best seller La cabeza de mi padre (Alfaguara) coincide con sus colegas en el lugar de la literatura que inquieta. Con sus libros se asoma a “la condición humana pura y dura. Me gusta ir a fondo, narrar personajes que no son agradables ni bonitos ni bienintencionados, sino humanos. Como nací y crecí en la periferia y en zonas marginadas, y mi origen está atravesado por la pobreza, me gusta también contar esas vidas, ese México, el perfil de quienes venimos de familias rotas, incompletas”.

Y, en medio de todo, ¡más diversión! Murillo dice que también le gusta aventurarse en la ficción con sentido del humor: “si no me río al escribir, ¿para qué escribo?”.

 

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Temas como la violencia sexual, la migración y el género, hacen parte de las creaciones de la nueva ola de escritoras mexicanas. De izq. a der., las escritoras Aniela Rodriguez, Guadalupe Nettel, Brenda Navarro, Lola Ancira y Andrea Chapela.

Cuestiones incómodas, estilos disidentes

Guadalupe Nettel, ganadora del Premio Herralde, crea textos de estilo insistente en los que juega con un lenguaje sencillo y accesible, donde predomina una prosa a la que intenta sacarle “algunos destellos poéticos”. Su propia escritura aborda “temas incómodos como la anomalía y las discapacidades, los indigentes del metro, las obsesiones y las manías, los cuerpos y las psicologías disidentes”. 

Santaolalla Abdó también crea una literatura que no hace concesiones: “Hablo del terrorismo y de la violencia extrema de Estado, así como de sus consecuencias a largo plazo; de la deshumanización que producen los entrenamientos militares de élite, enfocados en la necropolítica que busca decidir quiénes tienen derecho a vivir y quiénes no, quiénes valen la pena y quiénes son descartables”.

Otras violencias “en las zonas urbanas y su poder de engullición hacia el individuo, cómo se puede construir un hogar en una zona violenta y cómo desaparecen los hogares que pensábamos como reales”, son temas que también aborda Laura Baeza, ganadora del Premio Nacional de Cuento Breve Julio Torri en 2017. En su trabajo como novelista impera el realismo mientras que, como cuentista, prevalecen la distorsión y lo insólito.

Ese tipo de narraciones que deforman la realidad son las que Andrea Chapela, ganadora del Premio Nacional de Literatura Juan José Arreola en 2019 destaca en “una explosión de géneros como terror, fantasía o ciencia ficción escritos por mujeres”. En sus propios textos la autora de Ahora lo sientes (Almadía) explora “las posibilidades del futuro usando la Ciudad de México como escenario o la idea de cómo narrar el cambio climático”.

‘La voz de nuestra literatura es la de un grito sordo. Ser mujer y ser escritora es, invariablemente, ser una resistencia’, afirma Aniela Rodríguez.

El futuro visitado

La literatura de autoras mexicanas tiene aún varios desafíos que superar. En eso insisten varias de ellas para quienes aún es necesario garantizar y ajustar programas que apoyan las traducciones a otros idiomas y la promoción de escritoras fallecidas, como es el caso del proyecto Vindictas. Cuentistas latinoamericanas de Libros UNAM, dice Nettel. 

El trabajo de La MexiCona, dedicado a promover conversaciones “sobre el futuro y los géneros especulativos en el mundo de habla hispana desde México y otros planetas” es uno de los esfuerzos nacientes por consolidar un género que hace algunas décadas no tenía voz propia.

De este colectivo hace parte Chapela, para quien es esencial “continuar creando redes entre editoriales independientes que permitan que la literatura latinoamericana pueda comunicarse entre sí sin necesidad de pasar primero por España”.

Baeza, autora de Una grieta en la noche (Páginas de Espuma) también considera necesario “ver más allá de las capitales, los nombres que resuenan, el privilegio de raza y origen, la hegemonía”. 

Con ella coindice Murillo en que hay un sesgo de clase social, pues aquellas autoras que no están en el centro y residen en regiones lejos de las urbes difícilmente llegan a ser publicadas por las editoriales de mayor distribución. 

“Estamos obsesionados con una narrativa blancocentrista, de mujeres educadas en universidades extranjeras, becadas en Europa… Hace falta poner la voz de quienes miran nuestros países desde su propio corazón y no desde fuera. Otro tema, aunque parezca menor, es la presencia y hasta cierta tiranía de las redes sociales en un mercado editorial cuyos últimos años se han centrado en autoras ‘digitalmente’ visibles”, arguye la autora de Las noches habitadas (DeBolsillo). 

Ante estos silencios “los movimientos underground, las editoriales independientes y las mujeres que recomiendan nuestros libros en los círculos de lectura son quienes hacen que se vayan rompiendo las fronteras y circule nuestra obra”, dice Navarro. 

Frente a este panorama es indiscutible que las mujeres siguen reivindicando su posición en el mundo narrado. “Escribimos para exorcizar los demonios y demostrar que hay una voz que nunca se apaga. Esa es la voz de nuestra literatura: la de un grito sordo. Ser mujer y escritora es, invariablemente, ser una resistencia”, afirma Rodríguez.

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Juan Camilo Rincón

Periodista, escritor e investigador cultural.