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Ciclistas recreativos “ruedan” a tempranas horas por la Vía al Mar. La práctica del ciclismo en esta vía se ha incrementado notablemente en 2020 demostrando la aceptación de la bicicleta en Barranquilla. Foto: Jesús Rico.

Biciusuarios reclaman conectividad y continuidad en los 55.4 kilómetros de ciclovías existentes en la ciudad. Según expertos, el desafío está en cambiar la concepción para masificar el uso de este vehículo y lograr una movilidad sostenible.

Durante el confinamiento a causa de la pandemia de la COVID-19, en Barranquilla un nuevo actor vial se tomó las calles de la ciudad: los ciclistas. Sin diferencia, jóvenes domiciliarios dando pedal día y noche bajo la canícula o el aguacero para repartir sus pedidos; grupos de ciclistas que en las primeras horas de la mañana salían tímidamente a recorrer las autopistas de la ciudad, u hombres y mujeres que asistían a sus trabajos a bordo de sus caballitos de acero, en La Arenosa fue evidente un incremento del uso de la bicicleta, no solo como medio recreativo y deportivo, sino como una alternativa de movilidad ante la reducción de los aforos permitidos en el transporte público y la disminución de sus frecuencias.

A diario y los fines de semana, especialmente desde que se relajaron las medidas de confinamiento, se volvió común observar calles enteras atiborradas de grupos de ciclistas aficionados, tanto en las vías de la ciudad, como en las autopistas de acceso y salida de la misma como la Vía al Mar.

El aumento del uso de este medio alternativo de transporte en Baranquilla —una tendencia global, si se tiene en cuenta datos del Índice Ciclista Mundial (Worldwide Cycling Index) que indican una progresión general del uso de este vehículo en 2019, año en el que se registró un incremento del 6% en comparación con 2017 y 2018—, pone en perspectiva la cuestión sobre si Barranquilla cuenta o no con la infraestructura adecuada para que la bicicleta se convierta en un medio de transporte masivo, económico, seguro y amigable con el medio ambiente.

Ciudades como Bogotá, con más de 540 kilómetros de ciclovías construidos; Cali, con más de 110 kilómetros y Medellín, que pasó de 40 kilómetros en 2016 a más de 90 kilómetros en 2019, son las ciudades abanderadas en el país en materia de infraestructura para la movilidad de bicicletas. Por su parte, Barranquilla, aunque en la última década ha venido aumentando la construcción de cicloinfraestructura, de acuerdo con cifras de la autoridad de tránsito local cuenta a la fecha con 55.4 kilómetros de ciclovías entre ciclorrutas en calzadas, ciclorrutas en andén, ciclo bandas, carriles ciclo preferentes y ciclorrutas temporales, una cifra que plantea grandes desafíos si se tiene en cuenta el notable incremento en la cantidad de biciusuarios —130% en los últimos años, según la Secretaría de Tránsito del distrito—para que la bicicleta se convierta en un medio de transporte masivo y urbano en esta ciudad del Caribe colombiano.

 

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Bquilla tiene 55.4 kilómetros de ciclorrutas, pero con un aumento del 130 % de los usuarios de bicicletas se hace indispensable aumentar la cicloinfraestructura. Foto: Jesús Rico.

MASIFICAR LA BICICLETA COMO MODO DE TRANSPORTE, EL RETO

“Barranquilla, así como otras ciudades del país, tiene deficiencias en su infraestructura vial. Existen pocos espacios de circulación para los actores vulnerables en la ciudad como ciclistas, peatones y motociclistas”, asegura el experto en seguridad vial y analista en vías y transporte Isidro Ruiz Estrada.

Para Ruiz es necesario reconocer que la ciudad ha venido de menos a más en temas de diseño urbano si se tiene en cuenta que las nuevas vías sí están contemplando espacios para ciclorrutas, espacios peatonales y acceso para personas en condición de discapacidad. “La mayoría de la ciudad que se ha venido construyendo, después del sector de Buenavista, posee espacios urbanos para los actores vulnerables. Asimismo obras como el Malecón del río cuentan con escenarios idóneos para la movilidad en bicicleta”, afirma el experto.

Ruiz explica que las ciclorrutas de Barranquilla no están adecuadas para servir a la movilidad, es decir, para las personas que usan la bicicleta como medio de transporte. “Un principio de las ciclorrutas es que tengan un origen y un destino, algo que no cumple la cicloinfraestructura de la ciudad, por lo que la mayoría de biciusuarios las utilizan más para fines recreativos y deportivos”, señala.

Para el experto es necesario “empezar a trabajar para dar el salto y cambiar la concepción de que las ciclorrutas solo son para espacios recreativos. Si queremos masificar el uso de la bicicleta en Barranquilla tenemos que empezar a generar espacios seguros y hacer trabajos de respeto y tolerancia”.

 

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Un grupo de mujeres ciclistas se toman el Malecón del Río, uno de los lugares que en Barranquilla cuentan con una infraestructura para el uso de la bicicleta. Foto: J.R.

LA MIRADA DE LOS BICIUSUARIOS

A las 6:00 a.m. empiezan los primeros pedalazos de Luis Rodríguez, un joven barranquillero de 25 años que vive en el barrio Ciudadela 20 de Julio, de la localidad Metropolitana, y trabaja en una fábrica de la Vía 40.

Entre 45 minutos y una hora es el tiempo que se demora recorriendo el trayecto de 12 kilómetros para llegar a su lugar de trabajo. En él, según cuenta el joven, sortea todo tipo de obstáculos en la vía, que van desde huecos hasta imprudencias de peatones, pasando por raudos motociclistas y conductores de vehículos.

Al tomar toda la calle Murillo, una de las vías más importantes de la ciudad, Luis asegura que no hay espacios dedicados exclusivamente a los ciclistas, por lo que el riesgo de sufrir un accidente es real.

Percibe que Barranquilla todavía no es una ciudad amigable para los biciusuarios, al no contar con una infraestructura adecuada para que la bicicleta sea considerada como un medio de transporte para muchas más personas.

Julio es otro trabajador barranquillero que usa la bicicleta como medio de transporte diario para llegar a su lugar de trabajo. Él reside en el barrio Olaya, al suroccidente de la ciudad, y recorre aproximadamente cuatro kilómetros cada día para llegar hasta el centro.

Asegura que aunque se han implementado algunos tramos de ciclorrutas en la ciudad, la mayoría están desconectados y descontinuados. No obstante, asegura que prefiere transportarse en su “caballito de acero”, no solo para ejercitarse, sino también para contribuir al medio ambiente.

“El carro lo uso los fines de semana con la familia, pero a diario prefiero la bicicleta, aunque evidentemente la ciudad necesita más ciclorrutas e incentivos para quienes usamos este medio de transporte y contribuimos a la descongestión vehicular”, afirma Julio.

La autoridad de tránsito local asegura que estos espacios pasaron de 34.42 kilómetros en diciembre de 2019, a 55.4 kilómetros en 2020.

Si las personas que usan la bicicleta para ir al trabajo cada vez son más, lo mismo sucede con los ciclistas aficionados, jóvenes y adultos, que a diario recorren la Vía al Mar, desde Barranquilla hasta Puerto Colombia desde tempranas horas del día y especialmente los fines de semana.

Uno de ellos es Carlos Santodomingo, un joven Contador de 24 años, que día por medio, y desde hace 1 año, recorre aproximadamente 30 kilómetros desde Altamira, norte de Barranquilla, hasta el municipio costero.

A las 5:00 a.m., cuando el sol todavía no se asoma por el cielo barranquillero, Carlos sale de su casa y se encuentra con un grupo de ciclistas en la Circunvalar con carrera 46. El recorrido de ida y vuelta toma alrededor de hora y media, por lo que antes de 7:00 a.m. Carlos ya está en su casa y presto para prepararse e iniciar su jornada laboral.

Durante la marcha, Carlos dice que son pocos los vehículos que transitan por la vía que conecta a Barranquilla con Cartagena; No obstante, tanto el joven como otros ciclistas transitan con precaución por el borde la carretera.

Aunque considera que tiene experiencia como ciclista, Santodomingo dice no sentir seguridad en la ciudad para utilizar la bicicleta como medio de transporte diario. “Una cosa es ir a la Vía al Mar y a hacer ciclismo por deporte bien de madrugada, cuando el flujo de vehículos es poco y otra diferente es ir por las vías más transitadas de Barranquilla y tener que ir en medio de todo tipo de vehículos en el mismo carril”, asegura el joven.

A pesar de las inversiones de las últimas administraciones, la crítica por parte de expertos y biciusuarios apuntan a que estos espacios no tienen continuidad, ni conectividad, lo que dificulta el tránsito por la ciudad para las personas que usan la bicicleta como medio de transporte diario.

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Domiciliarios, repartidores de prensa y trabajadores emplean a diario la “bici” como una herramienta de trabajo. Ahorro en transporte, rapidez de desplazamiento y ahora salvavidas contra las aglomeraciones y el coronavirus, entre las razones para su uso. Foto: J.R.

PANDEMIA Y CAMBIO DE PARADIGMA

Los pasos hacia una movilidad sostenible y amigable con el medio ambiente son ya parte de una cultura afincada en el continente europeo. Mientras, los países de América Latina se encuentran rezagados en la implementación de políticas públicas que contribuyan al incremento del número de biciusuarios.

En el caso de Barranquilla, el Plan de Ordenamiento Territorial decretado en 2014 establece que para el 2032 Barranquilla debe pasar a tener 118 kilómetros lineales de ciclovías.

No obstante, a pesar de las inversiones de las últimas administraciones, la crítica por parte de expertos y biciusuarios apuntan a que estos espacios no tienen continuidad, ni conectividad, lo que dificulta el tránsito por la ciudad para las personas que usan la bicicleta como medio de transporte diario.

Fracasos como el del Sistema de Bicicletas Públicas de Barranquilla, que rodó en dos ocasiones entre 2015 y 2017, con una inversión de $472 millones y que fue usado muy poco por la ciudadanía, pueden ser un indicador de la necesidad de garantizar espacios con continuidad y conectividad para los usuarios de la bicicleta.

De igual manera, si se atienden los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) frente a la pandemia de la COVID-19, en la ciudad es clave priorizar el uso de la bicicleta para el retorno de las actividades productivas y comerciales con la intención de disminuir los riesgos de contagio y evitar las aglomeraciones en el transporte público urbano.

A propósito, la OMS es enfática en recomendar la implementación de políticas públicas que conminen a la seguridad de ciclistas y peatones, como la adecuación de ciclovías y estacionamientos para bicicletas, una recomendación que en Barranquilla contrasta con el auge de ciclistas durante la pandemia y el malestar vehicular generado por las ciclovías temporales implementadas durante la cuarentena al retornar la vida productiva, como en el caso de las trazadas en el centro de la ciudad.

Eduardo Patiño M.

Periodista de las secciones Ciudad y País de Contexto.

 

 

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