Barranquilla con el telón de fondo del río Magdalena y el Mar Caribe. Foto: El Tiempo.
Si bien la capital del Atlántico ha mostrado avances en diferentes aspectos, la ciudad se enfrenta a retos sociales y económicos de gran calado que requieren de soluciones políticas serias y menos “cosméticas”. ¿Cuál es la agenda urgente de la Barranquilla del próximo cuatrienio? El debate está abierto.
A cinco meses de las elecciones locales de octubre, el debate sobre los retos de Barranquilla de cara al próximo cuatrienio no parece comenzar. Quizá nunca comience. La ausencia, hasta ahora, de candidaturas novedosas y audaces, hace que sean reducidos los espacios y las oportunidades para tratar en profundidad, con diagnósticos, cifras y propuestas, los problemas de la ciudad, que no son pocos ni triviales, como las apariencias sugieren.
No hay duda de que la ciudad ha crecido y evolucionado positivamente en varios aspectos en los últimos 15 años. Esos logros conseguidos por los gobiernos locales, el compromiso del sector privado, y la ciudadania que ha pagado impuestos, incluyen:
- El recaudo de tributos, que se ha multiplicado por 5 en el período 2008-2022. Ha habido mucha plata para invertir.
- La dotación de buena infraestructura en materia de parques, la construcción de centros de salud, el malecón y escenarios deportivos es palpable, aunque sus procesos de contratación tienen muchos cuestionamientos.
- El ciudadano se siente orgulloso de su ciudad. En los años ochenta no se podía decir lo mismo. Este orgullo debería servir para construir una cultura ciudadana más sólida.
- Programas como Barrios a la obra han tenido un impacto muy positivo.
- Se ha mejorado mucho en la atención a los inmigrantes.
- La atención en salud ha tenido destacados avances.
Sin embargo, hay muchos temas en los que las tareas siguen pendientes porque no se les ha dado prioridad, la cual parece estar concentrada en la dotación física de algunas áreas de la metrópoli, cuya relevancia, por cierto, merece ser revisada.
Diferentes encuestas, en especial el reconocido observatorio Barranquilla Cómo Vamos, muestran las preocupaciones que tienen los barranquilleros. Antes de hacer una lista no exhaustiva de los pendientes, conviene anotar que el debate político en la ciudad es escaso (esto no se pregunta en las encuestas). Se ha perdido mucho la noción de critica constructiva y el debate de ideas que enriquece y fortalece las decisiones. Las administraciones no han sido muy permeables a la retroalimentación y no manejan bien el disenso. Son casi inexistentes las discusiones en el Concejo, no se sabe bien en que andan los organismos de control y parece haber una peligrosa unanimidad en torno a lo que se hace y cómo se hace en la ciudad. No se ve en la mayoría de los medios de comunicación ningún ánimo de hacer preguntas incómodas pero indispensables.
Veamos los asuntos que deben ser parte de la agenda del debate electoral para elegir al próximo gobierno:
- La seguridad es un tema de gran preocupación. Si bien es cierto que es un serio problema que afecta a la mayor parte de nuestras capitales, los indicadores de Barranquilla –la bacana, la imparable– son peores que el promedio nacional. Nuestra tasa de homicidios es casi el doble que la de Bogotá: 25.4 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022 Vs. 12.8 en Bogotá, según el Observatorio de Seguridad de Uninorte, con el agravante de un incremento en 2023. Convendría que los próximos gobiernos tuvieran en cuenta las recomendaciones de reconocidos expertos que han estudiado el tema a fondo.
- El transporte público. Nos rajamos en movilidad. En esta ciudad el tiempo de traslados entre el sitio de trabajo y la residencia es el segundo peor del país. En promedio en Barranquilla, según el DANE, una persona gasta 50.9 minutos por viaje, muy cerca de Bogotá que es una ciudad mucho más grande y compleja. Paradójicamente, ninguno de los últimos gobiernos le ha prestado atención a Transmetro, ni al servicio actual ni mucho menos a su expansión.
- La educación que había mejorado empezó, de unos cinco años acá a mostrar cifras preocupantes a pesar de una recuperación leve en 2022. En las pruebas Saber 11, la ciudad sigue por debajo de la media nacional y ha aumentado la brecha entre las instituciones oficiales y las privadas. Nos superan incluso algunas capitales del Caribe. Solo la mitad de los estudiantes tiene un nivel adecuado en matemáticas y un 38 % presenta deficiencias en lectura crítica. Lo malo es que los padres de familia dicen estar contentos con la educación que reciben sus hijos. Es entendible, porque ahora muchos más niños y niñas van al colegio, pero en realidad la calidad, en promedio, deja mucho que desear. Hay que trabajar con los padres para que exijan más.
- La informalidad. Si bien es cierto este es un mal nacional, muchas soluciones pasan por esquemas de incentivos locales así como la regulación y el cumplimiento de normas. A cierre de 2022 Barranquilla registraba según el DANE una informalidad del 59.7 % mientras ciudades como Manizales alcanzan el 37.2 %.
- Transparencia. Hay muchísimo por mejorar, tanto en la contratación pública como en la rendición de cuentas. La utilización frecuente de la figura de sociedades de economía mixta para la contratación permite no utilizar la Ley 80 y no se han adoptado los pliegos únicos. Una buena medida en esta dirección sería que el nuevo mandatario (a) le pidiera a Transparencia por Colombia que supervisara todos sus procesos de contratación. ¿Será posible?
- En materia de pobreza sigue habiendo una brecha grande. Ha habido avances en la ciudad, más producto de políticas nacionales, pero estos son aún frágiles. Hay que apuntarle a metas ambiciosas y medibles. Por ejemplo, los candidatos deberían decir (y cumplir) con postulados como “en los próximos 3 años reduciremos la pobreza en un 30 % y el 90 % de los ciudadanos tendrá la capacidad de comer tres veces al día”.
- Cultura. Es lamentable que durante tantos años nuestros principales escenarios culturales hayan estado cerrados, sin que esto parezca preocupar mucho a nuestros dirigentes. Los presupuestos para infraestructura y eventos culturales siguen siendo pobrísimos. Otras áreas, quizá de menor impacto, parecen estar ganándole la partida al arte y a la cultura. Ni el Carnaval se salva, ya que la mayoría de su financiación la gestiona Carnaval S.A. con el sector privado. Que no se nos olviden las palabras del profesor Assa: “No habrá desarrollo sin educación ni progreso sin cultura”.
Según el DANE, la informalidad en Barranquilla alcanza el 59.7 % , mientras ciudades como Manizales tienen u 37.2 %.
En Barranquilla son casi inexistentes las discusiones en el Concejo, no se sabe bien en que andan los organismos de control y parece haber una peligrosa unanimidad en torno a lo que se hace y cómo se hace en la ciudad.
¿Qué viene para Barranquilla?
Los avances de la ciudad son significativos y destacables, pero hay áreas fundamentales que cada vez se vuelven más urgentes y están afectando de manera significativa a los barranquilleros.
Que no nos pase lo de las tarifas eléctricas; la dirigencia de la región, tan combativa para otros asuntos, no se dió cuenta en más de una año de lo que hacía la Creg. Hoy pagamos las consecuencias de este descuido.
El reto fiscal es enorme. Mantener los ingresos no será nada fácil, el nivel de deuda es alto y hemos creado una ciudad “costosa” de mantener, habida cuenta de todos los compromisos futuros, en especial los que se establecen con las sociedades de economía mixta. Los altos tributos podrían, además, restarle competitividad a la ciudad.
Importa anotar que el crecimiento del PIB de la ciudad y su área metropolitana en los últimos 15 años ha sido apenas similar al de las tres ciudades principales de nuestra región ( 3.2 % Vs. 3.1 %). Las capitales del Caribe colombiano han crecido más que Barranquilla (cerca del 4 %) Incluso el PIB per capita puede haber bajado debido al aumento de la población de la ciudad por la llegada de ciudadanos venezolanos.
En suma, el nuevo gobierno debe aprovechar los avances de la ciudad para que la vuelva una metrópoli más próspera, mejor educada, más culta, menos pobre, más segura, más transparente y con mejor movilidad. Para esto es necesario un compromiso serio que pasa por profundizar la democracia; esto es, escuchar y debatir, reconocer errores y críticas, tener una sociedad civil empoderada que exija y reclame cuando sea del caso y tomar decisiones con evidencias y análisis. Barranquilla somos todos. ¡Se abre el debate!
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Arnold Gómez Mendoza
Empresario, PhD en Economía de New York University, profesor de la Universidad del Norte.