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La década del 80 del siglo pasado marcó el inicio del estudio de la historia del Caribe colombiano.

Aunque reciente, el estudio profesional de la historiografía del Caribe colombiano encontró en un notable grupo de investigadores costeños las luces del pasado de la región.

Si nos atenemos al criterio de un oficio realizado por historiadores profesionales, formados y dedicados al estudio del pasado con las herramientas desarrolladas por la historiografía internacional a lo largo del siglo XX, fue durante el decenio de 1980 cuando la historiografía profesional sobre el Caribe colombiano dio sus primeros pasos.  

Antes de ese decenio la producción historiográfica profesional sobre la región costeña la llevaron a cabo unos pocos historiadores extranjeros, en especial españoles y estadounidenses. Desde mediados del siglo XX algunos españoles estudiaron a Cartagena de Indias colonial y algunas comarcas de su área de influencia en el marco de la agenda historiográfica internacional que por ese entonces se interesaba en el comercio, la esclavitud, las encomiendas, mano de obra indígena y los sistemas defensivos del imperio español. 

Los norteamericanos estaban interesados en someter a prueba en ámbitos distintos al de los Estados Unidos la agenda de investigaciones de la historiografía y de la geografía de su país acerca de las relaciones entre condiciones naturales, medios de transporte, comercio internacional, el crecimiento económico y la modernización de las sociedades. También en las relaciones entre la configuración socio-racial y las instituciones o sobre las expresiones políticas del regionalismo. 

Por esos años unos pocos historiadores profesionales colombianos aportaron a los estudios sobre el pasado colonial de la región caribeña. En 1973 Jorge Palacios publicó La trata de negros por Cartagena de Indias: 1650-1750. En 1978 salió a la luz pública Latifundio y poder político. La hacienda ganadera en Sucre, libro de Alejandro Reyes Posada que rastreó las ligazones entre la concentración de la propiedad territorial en pocas familias, el control de la mano de obra y la hegemonía política que ejercen sobre amplias zonas de ese departamento. En 1980 salió al público Grandes empresas agrícolas y ganaderas de Hermes Tovar, estudio comparativo entre las economías hacendatarias y las relaciones sociales en el campo costeño y de algunas zonas del interior andino y de las racionalidades económicas que inspiraban a los empresarios. Y en 1982 Manuel Rodríguez y Jorge Restrepo publicaron su estudio sobre los empresarios extranjeros en Barranquilla durante el siglo XIX, al que pocos años después, en 1986, sumarían otro ensayo sobre los empresarios de Cartagena. 

Entre los intelectuales oriundos de la región Caribe se cuentan a Rodolfo Segovia y Nicolás del Castillo Mathieu, José Agustín Blanco Barros, Orlando Fals Borda y Adolfo Meisel Roca. A finales de los años sesenta Rodolfo Segovia, en un corto artículo, esbozó, en términos generales, las consecuencias económicas negativas que trajo el establecimiento de la república para Cartagena, idea con antecedente en la tesis doctoral de Theodore Nichols escrita en 1952. Esta idea ha inspirado la historiografía posterior, dedicada a estudiar la decadencia económica, demográfica y urbana de esta ciudad durante el siglo XIX. 

Desde comienzos del decenio de 1970, Nicolás del Castillo Mathieu empezó a publicar sus primeros ensayos sobre el “mestizaje lingüístico” que dio origen a la forma de hablar y al léxico empleado por los habitantes de parte de la Costa Caribe, trabajo que complementó con los estudios sobre la esclavitud en Cartagena. El geógrafo Blanco Barros dedicó buena parte de su labor investigativa a estudiar las relaciones en el tiempo entre las sociedades y la naturaleza del Partido de Tierradentro, actual departamento del Atlántico. 

El sociólogo Orlando Fals Borda se interesó por aspectos importantes del pasado de la Costa, y entre 1979 y 1986 publicó los 4 volúmenes de la Historia Doble de la Costa, trabajo dedicado a analizar, entre otros aspectos, la configuración de la economía agraria costeña y las relaciones sociales que originó. Esta obra representó un hito importante en la preocupación de los intelectuales oriundo de la región por la historia de la Costa. En 1980 Adolfo Meisel presentó como trabajo de grado para optar al título de economista la investigación “Esclavitud, mestizaje y haciendas en la Provincia de Cartagena: 1533-1851”.

En los mencionados historiadores colombianos y costeños existió una recurrencia en sus estudios dedicados a la ocupación y apropiación del territorio, las haciendas (ganaderas y de trapiche), la racionalidad económica que impulsaba las inversiones de los empresarios, las relaciones sociales de esclavitud y el trabajo libre y las formas de control político sobre la población a través del llamado gamonalismo. Aunque las investigaciones eran novedosas por el rigor con que se asumió su estudio (trabajo de campo, consulta de copiosas informaciones de archivos y de la historiografía existente y por la aplicación de modelos teóricos provenientes de diversas corrientes historiográficas, sociológicas y económicas), como una agenda de investigación que relacionaba esas variables había sido insinuada por los publicistas liberales del tercer cuarto del siglo XIX, la que fue retomada por Alejandro López en 1929, por  historiadores  marxistas y  liberales  y que luego alcanzó  su  formulación más acabada en Fernando Guillén Martínez. 

El sociólogo Orlando Fals Borda se interesó por el pasado de la región, y entre 1979 y 1986 publicó los 4 volúmenes de la Historia Doble de la Costa, trabajo dedicado a analizar la configuración de la economía agraria costeña y las relaciones sociales que originó.

El despegue de la historiografía “Made in la Costa”

Esa agenda es clave para entender el despegue de los estudios históricos a lo largo de los años ochenta, al convertirse en insumos empleados para responder a las preguntas que se hicieron intelectuales, empresarios y políticos sobre qué había pasado para que la región y sus centros urbanos más importantes atravesaran por una crítica situación. Este hecho era evidente en el caso de Barranquilla, y los jóvenes historiadores que empezaron a descollar en los 1980 habían recibido la herencia de un imaginario colectivo acuñado por las dos generaciones nacidas durante la primera mitad del siglo XX, las que vivieron los años de modernización de esa ciudad. Pero desde el decenio de 1950 esa fe en el progreso empezó a mostrar fisuras y la generación nacida por esos años empezaba a realizar contrastes entre el imaginario heredado que indicaba que habían pasado los mejores años de las ciudades de la región, y el presente que vivían que empezaba a mostrarse agreste.

Por  encima de esas singularidades, podemos afirmar que durante los años de 1970 toda la Costa Caribe estuvo marcada por seis hechos nacionales y tres internacionales que de distintas formas influyeron para que despegara la historiografía profesional regional: 

1) El acentuamiento de la crisis económica, político-administrativa y urbana de sus principales ciudades. 

2) La confluencia entre el sentimiento anticentralista y profundización de criterios de identidad regional entre sectores intelectuales, empresariales y políticos, gracias a la sentida necesidad de una reforma a las instituciones políticas que regían a Colombia desde la constitución de 1886. De esta necesidad surgió la realización de los Foros Caribe a partir de 1981 que reunieron a actores de distintos aspectos de la vida de la región. 

3) La agudización de los conflictos sociales en toda la región, en especial el ascenso de las luchas campesinas, el recrudecimiento de los conflictos obreros y el surgimiento de nuevos actores sociales en las protestas como los estudiantes y sectores medios (empleados bancarios, magisterio, médicos y empleados estatales). 

4) Desde el decenio de 1960 comenzaron los estudios históricos profesionales en Colombia. 

5) Las influencias de corrientes del pensamiento económico y sociológico internacionales (economía de la Cepal, marxismo, teorías dependentistas, econometría histórica) que otorgaban relevancia al análisis de los procesos históricos. 

6) Los inicios de una política del Estado colombiano hacía el Caribe.

Entre los factores internacionales que influyeron, subrayamos: 

7) La Guerra Fría que obligó a los Estados Unidos a readecuar la Doctrina Monroe y a proponer por vez primera una política para el mar Caribe. 

8) El crecimiento de la diáspora de latinoamericanos hacía las principales ciudades estadounidenses, las articulaciones culturales que alcanzaron sus comunidades, las que se difundieron de forma acelerada debido al crecimiento de las relaciones, y a la democratización de las tecnologías de difusión cultural. 

9) La internacionalización de empresas editoriales europeas y latinoamericanas que tradujeron al español muchos libros de historia, colocándolos al alcance del público universitario.

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Sergio Paolo Solano 

Historiador. Profesor del Programa de Historia de la Universidad de Cartagena. Doctor en Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.