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La colección musical Carlos Mario Mojica está compuesta por más de 10.000 discos.

Don Alirio: “Antes de que se hablara de ‘World Music’, en Barranquilla ya se escuchaba música de todo el mundo”

por | May 26, 2021

Por Andrea Quintero

El picotero, melómano y coleccionista Carlos Mario Mojica, en la entrevista musical de Contexto.

Barranquilla, año 1984, barrio Las Palmas. Carlos Mario Mojica hacía sus primeras incursiones en el picó Implacable. “Fue por aquella época en este barrio que se gestaron verbenas emblemáticas como Lluvia de locos, Amanecer de locos, Ali Babá y los 40 borrachos, y Derroche juvenil”, relata Mojica. Su infancia, rodeada de músicos en un barrio icónico dentro del contexto de la música popular en Barranquilla, marcaría su carrera profesional. Hoy es uno de los picoteros —el encargado de programar y hacer sonar en una verbena la música del pick-up— y curadores musicales con mayor trayectoria del país. Su selección musical rinde homenaje al barrio, a la música afroantillana, a los bailes populares y a los sistemas de sonidos ausentes de pretensiones, donde, afirma Mojica, se profesa devoción a un único elemento: la música.

Carlos Mario Mojica se ha dedicado al estudio y salvaguarda de los sonidos del Caribe y el continente africano, resaltando la riqueza musical de estas regiones a través de su alter ego: Don Alirio. Ha participado, entre otros, en festivales como el de Radio Gladys Palmera; Latinos con Soul, de Ciudad de México; Ruta del vinilo, en Bogotá, y Caminá pa’l Centro, de Medellín. Es además co-fundador de “La Nalgoteca” un evento con más de 10 años de trayectoria que representa “la verdadera fidelidad del latido ancestral verbenero”.

Dialogar con Carlos Mario es ingresar a un universo de paisajes sonoros africanos, latinos, en los que la salsa, el soukous, el rock, el funk, y la champeta son sus constelaciones bailables. “Ya estamos veteranos de guerra, son 36 años coleccionando”, dice Don Alirio. Contexto dialogó con el picotero y coleccionista musical barranquillero.

Andrea Quintero: ¿Cómo recuerdas tu primer acercamiento con la música?

Carlos Mario Mojica: Fue en Barranquilla, en el Barrio Las Palmas. Estuve rodeado todo el tiempo de coleccionistas, de artistas, de músicos como Aníbal Velásquez que siempre iban a ensayar por allá porque los músicos vivían en el sector. Al lado de mi casa vivían unos hermanos, uno de ellos, percusionista de la orquesta de Checo Acosta, que también estuvo colaborando con Joe Arroyo, y el otro hacía parte del Binomio de Oro. En la casa siguiente estaba el picó Implacable, su dueño era el señor Pino, tenía una colección completa de música africana. Este señor trabajaba en el terminal marítimo y por ahí entraba mucha música a la ciudad, así que yo, siendo amigo de su hijo, pude codearme con toda esa música.

Mi papá y mis tíos siempre fueron melómanos, compraban muchos discos. Yo crecí en medio de música africana, de mucho folclor costeño, en mi casa amanecían con discos de Pedro Laza, que en estos momentos es la joya de la corona en su género. Mi tío abuelo, Eladio Mojica, el mayor de ese grupo de hermanos y el único que aún está vivo, fue músico de la orquesta de Saumet y sus Plateños. Estaba también mi primo Jesús Guillermo que hizo parte del Combo Nutibara, y mi tío Fredy que también era compositor de la gente de Senén Palacios, Markitos Micolta y todo el combo del Pacífico. Mi familia ha estado muy involucrada con la música.

A.Q.: ¿Qué papel juega Barranquilla en ese universo musical?

C.M.M.: En los años 30 Barranquilla recibió la visita de orquestas cubanas y afroantillanas que ya estaban sonando en la radio, entonces eso le dio a la ciudad un valor agregado desde el punto de vista musical. Además, Barranquilla tuvo la fortuna de recibir toda la música del mundo desde mediados de los años 50. Y hablando en serio, ¿no lo vamos a resaltar? A mí me molesta cuando se habla del término ‘World Music’. ¿Cuál Música del Mundo?, en Barranquilla estamos escuchando música de todas partes del mundo desde hace décadas. Lo que pasa es que los europeos comenzaron a utilizar esa frase para etiquetar algo que ellos supuestamente descubrieron, eso fue un rollo colonizador, pero ya nosotros estábamos haciendo champeta, estábamos promoviendo a través de los bailes picoteros cualquier cantidad de esos sonidos del mundo.

El primer disco africano que sonó en barranquilla fue el ‘Pata pata’ de Miriam Makeba, pero no fue un disco que sonó a nivel verbenero, simplemente fue una canción que llegó. A nivel de verbena y picó lo primero que sonó fue el Indio Mayeye, un disco de folclor Zaireño que lo sonó ’El Sibanicú, uno de los picós más emblemáticos de Barranquilla en los 70’s. Eran los únicos que lo tenían, y les llegó porque en ese momento hubo un intercambio con una empresa comercial africana de aerolíneas y alguien que trabajaba ahí se lo consiguió y se lo vendió al Sibanicú. Otros que viajaron a conseguir esa música desde Barranquilla, se dedicaron a traer discos parecidos, traían todo lo que había en distintos géneros: highlife nigeriano, highlife ganés, highlife de Sierra Leona, que son distintos los tres. Makossa, de Camerún; música de Togo, música benga, de Kenia. Barranquilla se llenó de muchos ritmos de África, ritmos afroantillanos y ritmos de todo el Caribe insular.

¿En qué momento Carlos Mario Mojica decide convertirse en Don Alirio?

El proyecto de Don Alirio tiene 18 años. Al principio fue un proyecto curatorial cuyo objetivo principal era deselitizar todo lo que tuviera que ver con el concepto de arte. Y para esto quería tener un nombre de alguien muy popular… tú sabes que en Barranquilla las tiendas son de santandereanos, y muchos se llaman Alirio, por mi casa hay por lo menos cuatro con ese nombre y me lo apropié. Don Alirio empezó como un proyecto curatorial que fue buscando ese camino musical, la idea era convertirme en un relacionista público entre la música y el público, decirles: hey, hay un universo musical mucho más allá de las 20 mismas canciones que tú tienes en la cabeza.

“No soy DJ, soy picotero”, es una célebre frase de Don Alirio, ¿En qué consiste esta distinción?

Ser picotero y no un DJ (Disc Jockey) no tiene nada que ver con asuntos técnicos. El asunto con ser picotero tiene que ver, realmente, con contar a través de los discos qué fue lo que sucedió con cada tema. Si le preguntas a un picotero de verdad por un tema, te va a decir en qué año llegó, una o dos anécdotas detrás, cuál fue el picó que lo pegó, quién fue el picotero que lo promovió, qué sucedió, todo. El DJ puede hacer una programación, pero, si tú le dices: hey, ven acá, ponme la ‘Peluca de Ceballos’, no lo va a saber. ¿Tú sabes por qué le pusieron ese nombre? Ceballos es un barrio muy popular en Cartagena, y cuando ese tema lo sonaron, allá se le apareció la esposa y la querida al tipo y se armó una pelea, y una le quitó a la otra la peluca.

“El picó como tal es un artefacto que fue creado para democratizar el ocio y el entretenimiento entre las clases populares, ha sido así en Colombia y en cualquier lugar donde exista. Los picoteros no podemos seguirle hablando a la esquina, nosotros tenemos que hablarle al mundo”.

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Don Alirio en acción. La verbena ha encontrado su lugar entre nuevas generaciones que acuden al llamado de los picoteros y sus potentes máquinas de sonido.

Hay una rivalidad latente entre los picoteros: “Y si lo tenías por qué no lo ponías”. ¿Qué quieres decir con esta frase?

Una de las cosas más importantes en ese contexto picotero era la exclusividad de los discos. Si tu eres un picotero que va a estar sonando lo mismo, naciste muerto, no te van a parar bolas. Un picó se debe a sus seguidores, y los picós tienen seguidores por la música. Sucede con la cultura picotera en Barranquilla y Cartagena, pero también con los Sonideros en México; la Tecnobrega en Brasil, todo el movimiento del Sound system en Jamaica, en Inglaterra. Tú tienes seguidores dependiendo de la música. Si vas a poner todo el tiempo ‘El cantante’, de Héctor Lavoe, no vas a tener seguidores.

¿Qué significa África para ti?

Todo. Pasado, presente, futuro. Desde lo musical, todo. África ha sido la plataforma para la creación de muchas cosas, ha sido clave en la creación y en la producción musical que de una u otra forma nos une a nosotros aquí en Colombia con el resto del continente. El funk carioca de Brasil, obviamente tiene una esencia africana, lo mismo sucedió en Cuba. Todos los países latinoamericanos han tenido esa base fundamental africana. Tú escuchas discos de África de mediados de los años 60 y piensas: ¿Esa vaina la hicieron en esa época? Esos manes son unos visionarios, unos vanguardistas. Unos duros.

Una anécdota de tu experiencia como coleccionista de discos

Voy a contar un secreto para ilustrar cómo viaja la música. Resulta que a mediados de los años 70 El Conde, que es un picó de Cartagena, pegó un tema brasilero que nadie sabía cómo se llamaba, ni quien lo interpretaba. Esos son los temas que se te convierten en una obsesión. Ellos le pusieron al tema ‘La bola de cristal’. En Barranquilla hubo una agrupación que se llamó Samba Negra, se formó a finales de los años 70 y fue prensada por Machuca, un sello disquero muy vanguardista del país y de latinoamérica del que somos dueños los barranquilleros. Esas eran agrupaciones barranquilleras a las que nunca se les prestó atención y mira cómo están ahora mismo. Resulta que ellos hicieron un cover de ese tema, y le pusieron ‘La bola de cristal’,

Hace unos meses le dije a una amiga de Brasil que andaba buscando este tema y me consiguió el nombre con unos duros de allá. Se trataba de una agrupación con 3 mujeres brasileras, una orquesta de psicodelia que fusionó el rock con el forró, que es como si fusionaras rock con cumbia. Por fin encontré el nombre del tema y de la agrupación, y me puse a buscar quien podría tener el LP dentro de las plataformas de coleccionistas y lo tenía un tipo en Brasil. Y mira como son las cosas, hablando con el tipo le pregunté si tenía el disco y me dijo que sí. Me preguntó dónde estaba ubicado y le dije que en Medellín, pues imagínate que la novia vivía a dos horas de Medellín. ¡Estaba ennoviado con una paisa! Me dijo que le interesaba cambiarlo por cualquier disco de Rubén Blades y Willie Colón. Yo tengo todo lo que quieras de Rubén Blades y Willie Colón, entonces imagínate, con ese disco muchos picoteros van a quedar locos porque ellos no saben tampoco cómo se llama.

¿Qué recuerdo atesoras de tu primer disco comprado?

El primer disco que yo compré fue ‘Comedia’ de Hector Lavoe, es la edición especial de la época. Tener en ese momento una versión original, americana, para una persona como yo que tenía como 13 años, estudiante de bachillerato, y que andaba en la ruina, era muy duro, así que a mí me tocaba echarme la patoneada al colegio, no comer la merienda en el recreo, y ahorrar esa platica para irme el sábado a África 2.000, allá en el mercado donde vendían zapatos y discos.

¿Cómo ves el futuro de los picoteros?

Nosotros no podemos seguirle hablando a la esquina, nosotros tenemos que hablarle al mundo. El picó como tal es un artefacto que fue creado para democratizar el ocio y el entretenimiento entre las clases populares, ha sido así en Colombia y en cualquier lugar donde exista. Fue el artefacto que promovió y desarrolló cualquier cantidad de rítmica universal a nivel mundial. ¿Qué es lo que veo en este momento?, que necesitaba del aval de un tercero con cierto poder cultural para que se pudiera valorar por las clases altas y por todos los demás. El kuduro es un ritmo angolés que no gustaba en las clases privilegiadas de Angola pero llegaron, lo convirtieron en moda y sonaba en las discotecas más cool de Europa y de África. Igual que la champeta en Colombia, el funk carioca en Brasil, la cumbia villera en Argentina y el UK Garage en Inglaterra. En Inglaterra, en Bristol y toda la zona costera donde habían Sound systems, estaba todo este movimiento de DJ’s que en este momento tocan por todo el mundo. Un ejemplo claro: Massive Attack viene de un colectivo de picoteros como fue The Wild Bunch, nadie les paraba bolas, eso era música para bandidos, y de repente se volvió cool. Lo bueno es eso, que la movida mantenga su esencia, y que de una u otra forma resalte y suene por todas partes.

Andrea Quintero Angulo

Comunicadora Social y Periodista de la Universidad del Norte, Magíster en Desarrollo y Cultura de la Universidad Tecnológica de Bolívar. En los últimos años se ha desempeñado en cargos de promoción, comunicaciones y relaciones públicas de eventos culturales en Barranquilla como la Feria del Millón Caribe y el Carnaval Internacional de las Artes. Artículos suyos han sido publicados en las revistas Actual, y Latitud de El Heraldo.