Margarita Garcia

Jürgen Moltmann (1926 – 2024), teólogo alemán.

Jürgen Moltmann fue un teólogo que le dio al cristianismo una perspectiva sociopolítica. Nos enseñó que el concepto de esperanza debe conducir a la búsqueda de la plenitud de la vida, de la justicia y la paz para toda la humanidad. Homenaje al legado del pensador alemán.

A muchos, tal vez, el nombre de Jürgen Moltmann no les suena familiar; muchos tampoco conocen su importante obra intelectual, su llamado a una visión esperanzadora de la humanidad. El escritor alemán proponía un modo de vida auténticamente humano y sensible a lo ecológico.

El destacado teólogo cristiano falleció el pasado 3 de junio, y me parece valioso y útil dedicar unas breves líneas a su concepción de la esperanza cristiana, y al ejercicio de responsabilidad que esta conlleva.

Moltmann fue un pensador innovador, siempre buscó nuevos horizontes y senderos de libertad para la humanidad desde los principios cristianos. Dentro de sus obras se destaca Teología de la esperanza, que le dio un viraje sociopolítico a la teología.  

En este libro se plantea que la escatología, la promesa del más allá, no puede postergarse al momento final de la historia humana; la esperanza no puede reducirse a una paciente espera.  La esperanza de la promesa apunta a un futuro anticipado, a algo que se debe hacer ya.

Cuando el creyente tiene que enfrentar la contradicción entre el futuro de la promesa y el presente imperfecto e incierto, surge la fuerza de la esperanza para dinamizar la historia, transformar el presente y cambiar la propia historia de vida personal.

No se trata de un cambio apartado de Dios, sino de algo que se construye con la esperanza que él ha concedido. Es decir, esta esperanza va más allá de lo que el individuo puede hacer con su inteligencia y esfuerzo pues busca la plena existencia humana.

Con su perspectiva de la esperanza, Moltmann nos recuerda que en esta virtud hay una respuesta a la vida personal; a las crisis sociales; a la desesperanza que producen la crisis climática, la guerra, el terrorismo, la pobreza y las injusticias en general. 

Se podría decir que la esperanza no sólo conduce al futuro último, sino también a la búsqueda de la plenitud de la vida, de la justicia y la paz para toda la humanidad. La idea es construir aquí y ahora un mundo nuevo que esté acorde con la promesa.

Con su perspectiva de la esperanza, Moltmann nos recuerda que en esta virtud hay una respuesta a la vida personal; a las crisis sociales; a la desesperanza que producen la crisis climática, la guerra, el terrorismo, la pobreza y las injusticias en general. 

Ciertamente, el discurso de la esperanza no es un mensaje ilusorio, sino una acción racional que se expresa en una tarea abierta al porvenir, en el quehacer político de construir un mundo mejor, de ir avanzando progresivamente hacia un mundo más humano.

Por eso, independiente de que seamos creyentes o no, necesitamos aferrarnos firmemente a la posibilidad que nos ofrece esta manera de concebir la esperanza para poder sobrevivir y, sobre todo, para lograr lo que parecía imposible en el inhóspito mar de la vida.  

Sea, pues, esta la oportunidad para tomar mayor conciencia de la entereza y el poder de transformación que contiene la esperanza. Porque, como señaló Moltmann, “la esperanza es el motor que mueve al mundo hacia delante”.

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Julio Antonio Martín Gallego

Magíster en educación, Especialista en filosofía contemporánea e Ingeniero Mecánico de la Universidad del Norte. Investigador y consultor especializado en procesos de cambio educativo y aprendizaje organizacional.